?Que vienen a por los nuestros!
?Con lentitud, pero de forma inexorable, va avanzando la tramitaci¨®n parlamentaria de la Ley Financiera, que, entre otros cambios, limita la permanencia en sus cargos de los presidentes y consejeros de las cajas de ahorros. Como recordar¨¢n, en junio pasado el PP introdujo en el Congreso la limitaci¨®n de edad a los 70 a?os. Esa decisi¨®n levant¨® una polvareda extraordinaria. Muchos aqu¨ª vieron en esa decisi¨®n un intento del PP para hacerse con el poder de las cajas. A¨²n m¨¢s, se vio como una norma ad h¨®minem, dirigida espec¨ªficamente a sacar a Josep Vilarasau de la presidencia de La Caixa, aunque afecte tambi¨¦n a otros presidentes y a un buen n¨²mero de consejeros de las cajas catalanas, as¨ª como del resto de Espa?a. Emergi¨® entonces un grito casi un¨¢nime: ?que vienen a por los nuestros! Los tambores de guerra llamaron a cerrar filas en su defensa. Digo casi un¨¢nime, porque la voz de CiU fue m¨¢s bien inaudible, pronunciada con la boca peque?a. La semana pasada, en el tr¨¢mite en el Senado, parece que Artur Mas y Rodrigo Rato han alcanzado un acuerdo: la limitaci¨®n de 70 a?os ser¨¢ en principio de obligado cumplimiento, salvo que las autonom¨ªas regulen lo contrario.
A la espera de c¨®mo se desarrollen los hechos, tiene inter¨¦s plantear algunas preguntas. ?Vienen realmente a por los nuestros? ?Qui¨¦n es el agresor? ?Qu¨¦ busca? No puedo juzgar con conocimiento de causa las verdaderas u ocultas intenciones de los promotores de esta limitaci¨®n. Las intenciones pertenecen al arcano de los sujetos. Pero he escuchado y le¨ªdo las m¨¢s variopintas opiniones. La m¨¢s extendida viene a decir que se trata de un intento del PP de alterar la geograf¨ªa del poder financiero y preparar el camino a Josep Piqu¨¦ a la presidencia de La Caixa. A este paso a Piqu¨¦ tambi¨¦n se le acabar¨¢ atribuyendo la intenci¨®n de sustituir al cardenal Carles (desconozco si a¨²n est¨¢ vigente en la Iglesia romana la posibilidad de que un laico pueda ser cardenal). Me parece desproporcionado. En todo caso, hay alg¨²n otro tapado.
Lo que s¨ª es cierto es que una limitaci¨®n de ese tipo significar¨¢ una alteraci¨®n del poder en las cajas. Pero no est¨¢ nada claro qui¨¦n ser¨¢ el beneficiario pol¨ªtico. El cambio en los consejos ser¨¢ siempre despu¨¦s de las elecciones auton¨®micas del a?o pr¨®ximo. Y no parece que los resultados para CiU est¨¦n garantizados. Por otra parte es conocida la capacidad de maniobra de Josep Vilarasau. Que se lo recuerden si no al presidente Jordi Pujol cuando quiso situar a uno de los suyos al frente de la presidencia de La Caixa y se encontr¨® con el sill¨®n ocupado por Juan Antonio Samaranch; o cuando, de forma sorpresiva, Vilarasau abandon¨® la direcci¨®n general para ocupar la presidencia. Tiempo al tiempo.
Al margen de cu¨¢les sean las intenciones ocultas, hay una cuesti¨®n objetiva de inter¨¦s: ?tiene sentido limitar la edad? ?Es una interferencia inadmisible en la libertad de las personas? Estoy tentado de formular una ley general que diga algo as¨ª como: en la vida, o te autorregulas o te regulan. De la misma forma que hay una ley f¨ªsica que dice que a toda acci¨®n se opone una fuerza igual y de sentido contrario llamada reacci¨®n, esta ley social nos predice que cuanto m¨¢s fuerte sea la tendencia de la gente a permanecer en los cargos, m¨¢s fuertes ser¨¢n las fuerzas que intentar¨¢n limitar esa permanencia. Independientemente del color pol¨ªtico del Gobierno de turno. Por otro lado, si la ley pone l¨ªmites a la edad de los notarios, trabajadores, profesores, jueces o militares, ?por qu¨¦ no iba a ser igualmente leg¨ªtimo limitar la edad de los que ocupan cargos en instituciones mutualistas con una clara finalidad social? Por otra parte, la limitaci¨®n es una tendencia que se abre paso tambi¨¦n en las empresas privadas bien gestionadas. Ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Salvador Gabarr¨®, que abandon¨® por propia voluntad la direcci¨®n de Roca Radiadores a los 65 a?os, la misma edad a la que tiene que abandonar cualquier otro directivo su cargo.
En mi opini¨®n, la renovaci¨®n de los cargos favorece el buen funcionamiento de las instituciones. Evita que los que est¨¢n en los cargos se enquisten en ellos y creen redes de favores para permanecer en ellos. Adem¨¢s, incentiva a las personas que aspiran a ocupar esos cargos a que dediquen su tiempo, energ¨ªas y capacidades a contribuir a la mejora de esas instituciones y no a organizar contubernios para derribar al que est¨¢ en el cargo. Soy, como se ve, partidario de la limitaci¨®n en la permanencia en los cargos. Pero eso no significa necesariamente poner l¨ªmites a la edad. Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de EE UU, tiene 76 a?os y lo hace estupendamente. Pero est¨¢ sometido a una limitaci¨®n de tiempo. Por lo tanto, se puede optar por limitar la edad o limitar el tiempo en el cargo. ?sta es una opci¨®n que deber¨ªan haber tomado las propias instituciones. Se hubiese evitado la intervenci¨®n externa desde el poder pol¨ªtico. A mi juicio, la tendencia a limitar la permanencia es imparable. Ni el propio Papa se libra de ella.
En todo caso, me interesa se?alar una cuesti¨®n importante. El debate sobre la edad de los consejeros est¨¢ haciendo pasar desapercibidos otros cambios que la Ley Financiera introduce en el funcionamiento de las cajas. Las acciones participativas, una especie de acciones sin voto, que las cajas podr¨¢n emitir para financiar su expansi¨®n, introducir¨¢n una din¨¢mica que afectar¨¢ a su singularidad mutualista y a su identidad territorial actual. El dilema ser¨¢ crecer y ceder control, o mantener la singularidad actual y contener el crecimiento. Las cajas ser¨¢n en los pr¨®ximos a?os un objeto de deseo para muchos. Tanto por parte de los que ahora detentan su control (incluidos los sindicatos), como por aquellos a los que les gustar¨ªa que las cajas pasaran a engrosar las nuevas fronteras del capitalismo popular. De esto hablar¨¦ otro d¨ªa.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.