Los pasos subterr¨¢neos de la plaza de Lesseps, cobijo de indigentes
La suciedad y el deterioro se adue?an de los pasadizos que cruzan el subsuelo
Un profundo olor a or¨ªn invade los pasos subterr¨¢neos de la plaza de Lesseps. Suciedad y paredes desconchadas, bolsas con enseres personales, cartones y alguna colchoneta es lo que se encuentra el peat¨®n que se adentra por los pasos que cruzan la plaza. 'Y eso que ahora hay luz, porque durante meses estaba a oscuras', explica Llu¨ªs, un jubilado que juega a la petanca en el espacio central de la plaza.
Un grupo heterog¨¦neo y variable de indigentes se ha instalado en uno de los pasos de la plaza. Van y vienen. Es el subterr¨¢neo m¨¢s largo, el que comunica el espacio central con el acceso a la calle de P¨¦rez Gald¨®s. ?ltimamente se ven inmigrantes de origen subsahariano, magreb¨ªes y tambi¨¦n algunos procedentes de pa¨ªses del Este: 'Pero tambi¨¦n hay gente de aqu¨ª. No son todos de fuera', apunta otro vecino del barrio que, como otros, lo explica con cierta cara de resignaci¨®n. No les gusta: 'No ha pasado nada. Pero hay muchas personas que tienen miedo de pasar cuando est¨¢n ellos'. El aspecto s¨®lo mejora cuando los pasos inferiores se limpian: 'Pero deber¨ªan pasar m¨¢s a menudo', prosiguen. Si hace calor, los refugiados del pasaje se trasladan al espacio ajardinado de la plaza, donde hay una fuente.
El Ayuntamiento asegura que no ha recibido quejas vecinales, que la presencia de indigentes detectada ayer se limitaba a una pareja y que no se ten¨ªa constancia de que por la noche hubiera m¨¢s personas sin techo en la plaza.
Los otros pasos inferiores de Lesseps, los situados en el lado de monta?a, tienen aberturas al exterior y su aspecto no es tan lamentable. Son los m¨¢s transitados por los peatones.
El espacio ajardinado, como el resto de ella, ofrece una impresi¨®n de dejadez. Se trata de una zona verde bastante gris, seguramente a causa de las emanaciones de los tubos de escape de los miles de coches que transitan por la ronda a diario. Se trata de un jard¨ªn completamente rodeado de veh¨ªculos que aguarda una reforma largamente anunciada, varias veces aplazada y siempre pol¨¦mica.
En consonancia con la languidez del espacio central, hasta las pancartas de protesta contra el proyecto de reforma amarillean en los balcones de los edificios. Y el asunto no est¨¢ cerrado. La comisi¨®n mixta formada por los responsables municipales del distrito, los del ¨¢rea de Urbanismo y los afectados por la reforma sigue intentando acercar posturas. De momento, no hay, ni mucho menos, acuerdo.
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