El Valencia arrolla al Liverpool

El Valencia ha establecido una m¨ªstica muy depurada con esta competici¨®n de la que parece imposible apearlo. Est¨¢ invicto en Mestalla y no es casual en absoluto. Practica un f¨²tbol extraordinario. Repleto de pasi¨®n, de convencimiento y de clase. Marc¨® dos golazos como pudo marcar cuatro. Testigo fue ayer el hist¨®rico y rutilante Liverpool, caricaturizado por el cuadro espa?ol. O por s¨ª mismo, porque este Liverpool de Houllier viene ya racaneando mucho tiempo sin que nadie lo hubiera puesto donde merec¨ªa. Hasta ayer.

El cuadro de Ben¨ªtez arroll¨® al Liverpool en una primera parte primorosa. Insuperable en intensidad, en calidad y en ambici¨®n. Coronada con dos grandes goles, el primer de ellos para guardar en la memoria. Un tanto paradigm¨¢tico de esa paciencia en la elaboraci¨®n, de ese gusto por la t¨¦cnica y por la precisi¨®n en el pase que tan lejos han llevado en Europa a los conjuntos espa?oles. Una jugada de tiral¨ªneas iniciada en la derecha del ataque y que pas¨® por Curro Torres, Rufete, Albelda, Baraja y Aimar. Siempre con el bal¨®n por el suelo, silbando, a fin de burlar a la poblada defensa inglesa, que qued¨® petrificada. ?Y qui¨¦n mejor que Aimar para culminar esta obra maestra! El pibe dispar¨® cruzado y tambi¨¦n raso ante el meta Dudek y, como no es un goleador, no pod¨ªa cre¨¦rselo. Sali¨® enloquecido Aimar porque sab¨ªa que el gol iba a dar la vuelta al mundo.

El Valencia ten¨ªa a media docena de hombres embriagados de f¨²tbol. Rufete, por ejemplo, se puso a recortar por la banda derecha, a frenar y a pasar, convirtiendo a Traore en un mero pivote defensivo. Parecido es lo que logr¨® Vicente por la izquierda mientras Albelda, en el centro, impuso su potencia sobre dos superdotados f¨ªsicos: Gerrard y Hamann. Unos metros m¨¢s adelante, ah¨ª donde realmente se encuentra c¨®modo, Baraja fue el de las grandes citas, siempre dispuesto a aparecer en los momentos de la verdad. Como en el del segundo tanto de la noche. Ah¨ª un Carew mejorad¨ªsimo le dio un regalo que no pod¨ªa rechazar. El noruego par¨® el bal¨®n con el pecho y se lo cedi¨® a Baraja, que ven¨ªa de cara. ?Qu¨¦ hizo? Calibr¨® las posibilidades de marcar en d¨¦cimas de segundo. Se peg¨® el bal¨®n a la bota, avanz¨® unos metros, gir¨® un poco por aqu¨ª y un poco por all¨¢, hasta que encontr¨® el hueco. Entonces coloc¨® el esf¨¦rico en la red.

?Ay, si Bill Shankly levantara la cabeza! No le gustar¨ªa ni un pelo este Liverpool tan predispuesto a defenderse, a pegar patadas y a perder tiempo. M¨¢s all¨¢ de un remate de Heskey al palo, pas¨® toda la primera parte escondido, sin decir ni mu. Sintiendo en la nuca el aliento de Ayala, muy superior tanto a Diouf como a Heskey. El central argentino es un gigante en la Liga de Campeones y no necesita recurrir a los codos para ofrecer su inveros¨ªmil capacidad para el juego a¨¦reo. En la segunda parte, Houllier le cambi¨® la pareja de baile al dar entrada a la estrella Owen. Se reeditaba as¨ª el duelo del Mundial de Francia 98, en el que hab¨ªa vencido el ni?o prodigio ingl¨¦s. Pero ayer fue otra historia. No pasa Owen por sus mejores d¨ªas y Ayala, en cambio, va sobrado.

Casi por ley natural, el Valencia baj¨® el ritmo en el segundo tiempo: se hab¨ªa vaciado en el primero. Y el Liverpool hubo de salir de su caparaz¨®n. Y, claro, se vio qu¨¦ poco preparado est¨¢ para la creaci¨®n. Ahora era el Valencia el que no necesitaba llevar el peso del encuentro. As¨ª que se dedic¨® a juguetear con la impaciencia inglesa, para lo que Aimar es un maestro consumado. Eso s¨ª, si la cosa se pon¨ªa fea, Carboni, Ayala y Pellegrino, tres colosos, se empleaban con una contundencia muy disuasiva. Mediada la segunda parte, Ben¨ªtez se permiti¨® el lujo de dar descanso a dos de sus artistas: Aimar, que recibi¨® una ovaci¨®n emocionante, y Rufete. El t¨¦cnico, como Mestalla, hab¨ªa tenido suficiente.