Tomarle la palabra
Era de esperar que Sadam Husein, en su intento de evitar una guerra que podr¨ªa acabar con ¨¦l y su r¨¦gimen, aceptara el retorno 'sin condiciones' de los inspectores internacionales de armas de destrucci¨®n masiva. Pero la Casa Blanca rechaz¨® ayer el gambito de Bagdad como 't¨¢ctico' y consider¨® que lo que estaba en juego no era ya el regreso de los inspectores, sino el desarme de Irak. 'Es hora de actuar contra Husein', fue la respuesta del presidente Bush. Pese al escepticismo del fiel aliado brit¨¢nico, lo razonable ser¨ªa observar que las presiones han dado resultados y enviar sin demora a los inspectores internacionales a Irak. El dictador iraqu¨ª debe saber que esta vez no podr¨¢ torearlos. Sin condiciones.
Con su anuncio, Sadam Husein ha dividido a la comunidad internacional, y especialmente a los miembros permanentes con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Uno de los objetivos inmediatos de este maestro de la supervivencia era tomar la iniciativa para evitar una 'nueva y efectiva' resoluci¨®n, como quiere Washington, que plantee un ultim¨¢tum y abra la v¨ªa a una guerra caso de no aceptar Bagdad, lo que equivaldr¨ªa a una rendici¨®n incondicional. Ayer Sadam Husein pareci¨® haberlo calculado bien: Rusia consider¨® que ya no era necesaria una nueva resoluci¨®n, mientras China y Francia acog¨ªan esperanzadas el paso dado por Bagdad. Incluso Schr?der, el mayor cr¨ªtico al frente de un Gobierno europeo de una posible guerra contra Irak, rompi¨® su aislamiento y ofreci¨® los servicios inmediatos de especialistas alemanes en detecci¨®n de armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas. Y ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la ministra espa?ola Ana Palacio apoy¨® la idea de una nueva resoluci¨®n 'muy firme y que deje claro que en caso de no haber cumplimiento habr¨ªa consecuencias'.
Salvo por el seguidismo de Espa?a y el Reino Unido, Husein obliga a Bush a volver a empezar para lograr su empe?o de forzar una nueva resoluci¨®n, o a lanzarse a una acci¨®n b¨¦lica sin apoyo del Consejo de Seguridad para intentar acabar con ese r¨¦gimen, lo que en estas condiciones pondr¨ªa de manifiesto que el objetivo principal no son las armas de destrucci¨®n masiva que pueda tener Irak, sino el control de un pa¨ªs crucial en t¨¦rminos geopol¨ªticos y petroleros. En todo caso, EE UU sigue avanzando en el planeamiento militar para un ataque y Rumsfeld ha ordenado un cambio de t¨¢ctica para que las incursiones anglo-americanas, en principio dirigidas a preservar la zona de exclusi¨®n a¨¦rea en el norte y sur de Irak, no se limiten a destruir radares y equipos antia¨¦reos, sino que se ampl¨ªen a centros de comunicaci¨®n y control de la fuerza iraqu¨ª.
Bush dej¨® claro la semana pasada en la ONU que su objetivo es forzar el cumplimiento de todas y cada una de las resoluciones aprobadas desde 1991, que no se refieren s¨®lo al regreso de los inspectores, sino tambi¨¦n al cese de la represi¨®n del pueblo iraqu¨ª y al desarme. Bush seguir¨¢ a la ONU mientras el Consejo de Seguridad le siga a ¨¦l. Ahora bien, tras el paso dado ayer por Badgad, varios socios y aliados podr¨ªan dar la espalda a EE UU si se empe?a en la v¨ªa b¨¦lica.
Husein rechazaba cuatro d¨ªas antes el regreso de los inspectores de no ir acompa?ado del levantamiento de las sanciones. El giro se explica por su maquiav¨¦lica capacidad de maniobra y por una posible debilidad interna -la carta iraqu¨ª al secretario general de la ONU s¨®lo sali¨® tras una larga reuni¨®n conjunta del Comit¨¦ Revolucionario y del Consejo de Ministros-, pero tambi¨¦n han debido influir las presiones de la Liga ?rabe y la nueva actitud de Arabia Saud¨ª, dispuesta a autorizar ahora a Estados Unidos el uso de las bases en su territorio contra Irak, pero s¨®lo si el ataque lleva el aval de una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad.
La ONU sigue siendo ¨²til, incluso imprescindible, aunque s¨®lo sea porque es la ¨²nica referencia aceptada por todos en un asunto de alcance global. Comienza ahora la fase del baile diplom¨¢tico. Sadam Husein ha demostrado a lo largo de excesivos a?os no resultar fiable. Pero en estas circunstancias no se pierde nada con poner a prueba su palabra. Todo lo contrario.
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