'Para m¨ª, la m¨²sica surg¨ªa de la almohada'
Kaija Saariaho es una compositora finlandesa afincada en Par¨ªs. Su m¨²sica se oye en festivales como los de Viena o Salzburgo, orquestas como la filarm¨®nica de Nueva York, y directores como Esa-Pekka Salonen o Kurt Masur se interesan por ella. Ahora, el XVIII Festival Internacional de M¨²sica Contempor¨¢nea de Alicante, que se celebrar¨¢ entre el 25 de septiembre y el 6 de octubre, festeja su 50? aniversario. La agrupaci¨®n Barcelona 216 interpretar¨¢ el 4 de octubre algunas de sus obras, entre ellas, Amers, una pieza para violonchelo, orquesta y electr¨®nica nacida de un poema de Saint-John Perse. 'Hay lecturas que te inspiran, poemas o relatos que te llegan. Pasan a formar parte de tu vida. Es l¨®gico que aparezcan en mi m¨²sica', dice la compositora. Vive a dos pasos del Centro Pompidou. 'Antes me era muy c¨®modo porque iba cada d¨ªa al IRCAM -Institut de Recherche et de Coordination Acoustique/Musique- donde pude proseguir y profundizar mis estudios empezados en Finlandia y proseguidos en Alemania. Cuando llegu¨¦ a Par¨ªs tuve la sensaci¨®n de escapar al cors¨¦ protestante, descubrir una ciudad abierta, multicultural'. Puede que los a?os hayan tamizado el entusiasmo. 'Finlandia ha mejorado mucho, hoy la ense?anza musical es formidable all¨ª mientras que Francia sigue siendo un pa¨ªs literario, en el que la lengua es muy importante. ?Y yo, con mi acento...!', se r¨ªe Saariaho.
No acepta dar una explicaci¨®n coherente y ordenada a su trayectoria. 'March¨¦ de Alemania porque all¨ª estaban atrapados en la m¨²sica posserial, en guerra con el o¨ªdo, algo que no me agradaba, pero esa decisi¨®n estuvo alimentada por otras muchas cosas, no es una decisi¨®n estrictamente intelectual. No se comprende de golpe que uno va a trabajar la m¨²sica electroac¨²stica y que va a utilizar los ordenadores para componer. Son cosas que llegan como resultado de encuentros, de experiencias, de viajes, de lecturas y de deseos'. Sabe, eso s¨ª, de d¨®nde surge su primera relaci¨®n con la m¨²sica y su deseo de componer: 'De la almohada. Cuando era peque?a quer¨ªa irme a la cama porque all¨ª la cabeza se me llenaba de m¨²sica. Estaba convencida de que la m¨²sica ven¨ªa de la almohada'.
A?os m¨¢s tarde, la inspiraci¨®n vendr¨¢ de la visi¨®n de los jardines de Kioto -Six Japanese Gardens (1993-1995)-, de una pintura de Gauguin -Noa Noa (1992)- o de la lectura del trovador occitano Jaufr¨¦ Rudel -Lonh (1996)-, pero en todos los casos siempre estar¨¢ presente la idea de lejan¨ªa, ya sea a trav¨¦s de la evocaci¨®n de un espacio o un tiempo lejano, ya sea porque los propios instrumentos crean con su di¨¢logo la distancia. 'Sabe, mi familia vive en Finlandia, muy lejos de Par¨ªs. Y yo llevo veinte a?os aqu¨ª. La distancia supone una cierta destrucci¨®n de la comunicaci¨®n. Creo que Kafka, en una de sus cartas a Milena, expone muy bien el problema. En cualquier caso, ¨¦l me ha servido para inspirarme y reflexionar sobre la cuesti¨®n'.
El porqu¨¦ del predominio de las voces femeninas en su obra vocal tampoco tiene una respuesta tajante. 'Es algo intuitivo pero seguro que tiene que ver con el hecho de haberme inspirado en textos de Sylvia Plath o el de tener buena amistad con una cantante como Dawn Upshaw. Ella ha grabado Lonh, ha sido Clemence en mi ¨®pera L'amour de loin (2000) y cantar¨¢ tambi¨¦n en Orion, mi nueva obra que se estrenar¨¢ en Cleveland en enero de 2003'. La continuidad con un mismo int¨¦rprete cuenta mucho para Kaija. 'Cuando compones pasas la mayor parte del tiempo en casa, en solitario, y no tienes con quien hablar de lo que oyes en tu cabeza. Necesitas de la opini¨®n de los m¨²sicos, de gente en la que tienes confianza, que conocen tu lenguaje, que saben lo que hay detr¨¢s de las notas. Con Dawn eso funciona como funciona muy bien con violonchelistas como Anssi Karttunen. Y de ese feed-back con los m¨²sicos tambi¨¦n depende en parte el que tu obra atraviese periodos, el que quieras profundizar sobre las posibilidades de la flauta o que prefieras interesarte por la voz de la soprano. Hay muchas cosas en las que trabajas y que luego dejas de lado, que no se integran en el proyecto concreto en el que andas metida, pero que luego cobran vida aut¨®noma'.
En su acogedor apartamento parisino reina un suave desorden que no impide encontrar la traducci¨®n catalana de su ¨®pera -'la primera en otra lengua que la original'- o que la mesa del sal¨®n est¨¦ totalmente despejada, al servicio de un viol¨ªn y un ordenador port¨¢til. 'Es mucho m¨¢s potente que los que utiliz¨¢bamos en el IRCAM 25 a?os atr¨¢s, cuando a¨²n parec¨ªa extra?o que te sirvieras del ordenador para analizar un sonido o para componer una banda a partir de ruidos sacados de la naturaleza. El ordenador permite una ampliaci¨®n de la paleta sonora, es una extensi¨®n de los instrumentos cl¨¢sicos. No hay nada m¨¢gico en ello'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.