Casandra en Berl¨ªn
La negativa del canciller Gerhard Schr?der y de Joshka Fischer a dar un apoyo incondicional a los planes de guerra de EE UU contra Irak se ha convertido en el mayor y definitivo punto de discusi¨®n entre el Gobierno y el candidato de la oposici¨®n, Edmund Stoiber, de la CDU, apoyado por su coro de seguidores en el Frankfurter Allgemeine y la prensa de Springer, Bild y Welt).
El ignorante dictador iraqu¨ª por fin se ha rendido y ha accedido a abrir sus fronteras a los inspectores de armamentos de la ONU, expulsados del pa¨ªs previamente. La CDU se cree los pron¨®sticos de guerra de EE UU, al mismo tiempo que los deplora. O por lo menos rechaza la participaci¨®n activa militar de Alemania, como Schr?der. La esquizofrenia tambi¨¦n desempe?a su papel en la pol¨ªtica. Joshka Fischer, pensando que el tema de la guerra puede no favorecerle el d¨ªa del sondeo final, el domingo, trata de mantener el tema vivo a su manera. A estas alturas su voz se ha quedado ronca, como la de un entrenador de f¨²tbol que corre por la banda durante la final del campeonato. EE UU, gru?e Fischer, quiere m¨¢s que una inspecci¨®n, quiere un cambio de r¨¦gimen. Cierto. Pero la grandiosa estrategia de Washington, democratizar Oriente Medio, huele a una ingenuidad tan sorprendente que es dif¨ªcil tomarla en serio, incluso para los que contemplaron la democratizaci¨®n de Grenada, El Salvador o Panam¨¢, por no hablar de Florida.
En resumen, ahora que la campa?a electoral toca a su fin, el pr¨®ximo Gobierno, tanto si es de Schr?der como de Stoiber, se enfrenta a la tarea de realinear su pol¨ªtica exterior con la de EE UU y la de su fiel aliado, el Gobierno laborista de Londres. Mientras, los inspectores encontrar¨¢n sin duda la bomba nuclear de Sadam y a Bin Laden...
Las elecciones suecas han proclamado vencedor al socialdem¨®crata G?ran Persson, ante su propia sorpresa (los sondeos hab¨ªan predicho que dejar¨ªa el poder). Esto no tiene un impacto real en el talante del electorado alem¨¢n. Suecia, el pa¨ªs m¨¢s rico de Europa a excepci¨®n de Suiza y con un nivel de vida que se acerca bastante al de la rep¨²blica alpina, ha sido b¨¢sicamente socialdem¨®crata durante seis d¨¦cadas con un peque?o interludio conservador.
Quiz¨¢s sea m¨¢s importante el papel de los propios sondeos. Cuando acaben estas elecciones, Alemania debatir¨¢ el papel y las funciones de los sondeos de opini¨®n. Un instituto de investigaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, el de Allensbach, manten¨ªa a Stoiber y a la CDU/CSU con una gran ventaja hace una semana. Despu¨¦s tuvo que adaptar sus exageradamente alejadas predicciones sobre la victoria de Stoiber y se inclin¨® por la tendencia que indicaban otros cuatro sondeos independientes. Sin embargo, despu¨¦s ha vuelto a cambiar de opini¨®n y devuelve la ventaja a Stoiber con un peque?o porcentaje.
Los sondeos, como cualquier otra investigaci¨®n de mercado, son un gran negocio en Alemania. Cuando otro instituto, Forsa, predijo el declive de la popularidad de Stoiber hace unos cuantos meses, un portavoz pareci¨® insinuar que Forsa podr¨ªa no contar con los negocios del Gobierno una vez que Stoiber estuviera en el poder. Lo mismo podr¨ªa suceder con Allensbach, pero a la inversa. ?Una Casandra esculpida seg¨²n los prop¨®sitos de cada uno? ?Un Teresias ciego s¨®lo de un ojo buscando las predilecciones pol¨ªticas propias? ?Habr¨ªa tomado la historia de la antigua Grecia un rumbo totalmente diferente si las voces de la predicci¨®n hubieran necesitado una marca corporativa?.
? Publicado como parte de una serie del Global F¨®rum que se est¨¢ desarrollando en la p¨¢gina web www.openDemocracy.net
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