?Predicar y dar trigo?

En una ¨¦poca como la actual, con tanta violencia y desatinos racionales, se ha convertido en un lugar com¨²n en pol¨ªticos, intelectuales y educadores hablar de la necesidad de profundizar y extender la llamada educaci¨®n en valores. Pues bien, en la realidad cotidiana de la educaci¨®n no parece que este loable objetivo constituya una raz¨®n suficiente para garantizar la ense?anza adecuada de la ¨²nica materia espec¨ªfica que tiene por finalidad educar en valores a nuestros j¨®venes: la ¨¦tica. Si hay que elegir entre ahorrarse dinero en profesores o educar bien en valores, se opta por lo primero. La ¨¦tica, en demasiados casos, y con el fin de ahorrarse profesores, se ha convertido en un comod¨ªn que se utiliza simplemente para completar horarios de profesores de otras materias que no son especialistas de la misma, como s¨ª lo son los de filosof¨ªa.

?ste es el caso del centro donde uno trata, con poca comprensi¨®n y ayuda, de impartir clases de esta materia. Y donde la direcci¨®n territorial no ha tenido, al parecer, dudas, al consentir que la ¨¦tica la den profesores de otros departamentos en vez de mandar un segundo profesor al departamento de filosof¨ªa. Mientras que la Administraci¨®n de Educaci¨®n se rija m¨¢s por el principio de econom¨ªa que por el de pedagog¨ªa, ninguna ley de mejora de la calidad de la ense?anza, por bienintencionada que sea, dar¨¢ los frutos apetecidos.

Por esto, hablar de calidad de la ense?anza al mismo tiempo que se busca minimizar los gastos de educaci¨®n viene a ser, como m¨¢s o menos dice ese refr¨¢n tan popular, mucho predicar y dar poco trigo.