Respuesta a Gregorio Peces-Barba
Es dif¨ªcil responder a una cr¨ªtica tan desenfocada de un art¨ªculo m¨ªo (Abc, 9-8-2002) como la que hace Gregorio Peces-Barba en su art¨ªculo de EL PA?S (18-9-2002). Al respecto, s¨®lo quiero hacer las siguientes precisiones:
1. El art¨ªculo que tanto mo
lest¨® al profesor Peces-Barba no ten¨ªa como objeto la cr¨ªtica a la LRU. Lamento la hipersensibilidad del profesor Peces-Barba sobre este tema porque ello le llev¨® a pasar de largo de lo que constitu¨ªa la tesis de mi art¨ªculo (la historia de la Universidad es la dial¨¦ctica entre el gremialismo acad¨¦mico y la voluntad controladora de la Universidad por el Estado).
2. Sin embargo, el referido profesor s¨®lo incide en lo que en mi art¨ªculo no constitu¨ªa un objeto nuclear. Su diagn¨®stico de la LRU y de la situaci¨®n actual de la Universidad no coincide con el m¨ªo y el de muchos profesores y alumnos de la Universidad que no son 'mercenarios de la pluma' y que detr¨¢s del triunfalismo con el que muchas veces se instrumentalizan las estad¨ªsticas universitarias ven demasiado corporativismo gremial, bajo rendimiento acad¨¦mico, inmovilidad vertical y horizontal... Y, a lo que se ve, escasa capacidad de autocr¨ªtica, que, como sabe el profesor Peces-Barba, es fundamental para el progreso.
3. Es mucho lo que he aprendido de los libros y de la trayectoria pol¨ªtica y profesional de Gregorio Peces-Barba, pero no acepto lecciones de militancia antifranquista de ¨¦l ni de nadie. Sufr¨ª la Universidad franquista, por lo menos lo mismo que el profesor Peces-Barba, como estudiante, primero, y despu¨¦s, como opositor en las viejas oposiciones universitarias del antiguo r¨¦gimen, de las que, desde luego, no guardo nostalgia porque no me tengo por masoquista.
4. Conozco la LRU desde sus primeros pasos. Me toc¨®, como decano que era entonces de mi facultad, aplicarla y fui secretario (nombrado por el ministerio socialista) del tribunal de las pruebas de idoneidad de mi especialidad. Ya entonces manifest¨¦ p¨²blicamente mis reservas a sus posibles derivaciones y el tiempo me ha demostrado que la evocaci¨®n de aquella experiencia no produce precisamente felicidad. Mi decepci¨®n -y la de tantos colegas- se ha ido acentuando y hoy mi pesimismo es absoluto, sin ilusi¨®n tampoco, como ya se?alaba en mi art¨ªculo, por la LOU.
5. Constituye un error frecuente en nuestro pa¨ªs confundirse de enemigo. A mi admirado Gregorio Peces-Barba yo le recomendar¨ªa no reprodujera el penoso papel de Don Quijote contra los molinos de viento. En cualquier caso, por encima de los respectivos diagn¨®sticos y pron¨®sticos universitarios, yo siempre le tendr¨¦ por un amigo.
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