La Bolsa y la vida
Las relaciones entre las llamadas econom¨ªas real y financiera (distinci¨®n convencional como tantas otras, pues tan real es la una como la otra) han sido y siguen siendo uno de los temas centrales de la ciencia econ¨®mica y al que recurrentemente prestamos atenci¨®n los analistas de la coyuntura. Desde siempre ha sido aceptado que existen unas fuertes interdependencias, de manera que, por ejemplo, la bolsa es considerada como un bar¨®metro econ¨®mico. Aunque a veces se olvide, el valor de las acciones, o lo que es lo mismo, el valor de mercado de las empresas, depende de los beneficios que ¨¦stas sean capaces de generar, y ello es el resultado de la evoluci¨®n de la econom¨ªa en general y de cada sector o empresa en particular. Dado que la econom¨ªa y los beneficios evolucionan c¨ªclicamente, las cotizaciones de las acciones tambi¨¦n lo hacen. Por otra parte, los inversores en bolsa buscan obtener no s¨®lo los dividendos distribuidos por las empresas, sino tambi¨¦n plusval¨ªas (o evitar minusval¨ªas) ocasionadas por las fluctuaciones de las acciones, por lo que tienden a anticiparse a tales fluctuaciones. Es decir, la evoluci¨®n de la bolsa se explica por la de la econom¨ªa real, si bien suele adelantarse a ella.
Si la bolsa todav¨ªa no ha iniciado la recuperaci¨®n, la del consumo est¨¢ todav¨ªa m¨¢s lejana
M¨¢s recientemente, se empez¨® a estudiar la correlaci¨®n inversa, es decir, si la evoluci¨®n de las acciones puede influir en las decisiones de gasto de los agentes econ¨®micos y concretamente en el consumo. El punto de partida te¨®rico es que el consumo depende no s¨®lo de la renta, sino tambi¨¦n de la riqueza de las familias (Friedman y Modigliani). La reciente crisis de los mercados financieros vuelve a plantear la cuesti¨®n en t¨¦rminos de si la ca¨ªda de las cotizaciones puede originar, a trav¨¦s de un efecto riqueza negativo o un deterioro de la confianza, una recesi¨®n del consumo y, como consecuencia, del PIB. El gr¨¢fico adjunto puede ayudarnos, si no a sacar conclusiones definitivas, s¨ª al menos a obtener una primera aproximaci¨®n a la relaci¨®n hist¨®rica entre el consumo y la bolsa. En ¨¦l se representan las tasas de variaci¨®n interanual, a precios constantes, del consumo de los hogares y del ¨ªndice general de la Bolsa de Madrid desde 1986, en medias trimestrales.
Lo que parece confirmarse analizando el gr¨¢fico es que la bolsa es un indicador adelantado del consumo. Vemos c¨®mo la bolsa va describiendo fluctuaciones similares a las del consumo entre 1986 y 1992, pero con dos o tres trimestres de adelanto. La recuperaci¨®n del consumo tras la recesi¨®n de 1992-1993 hab¨ªa sido precedida por la de la bolsa unos tres trimestres antes, lo mismo que las peque?as fluctuaciones (desaceleraciones) observadas a lo largo de la etapa de expansi¨®n entre 1993 y 1999. Centr¨¢ndonos en los ¨²ltimos a?os, la bolsa entra en p¨¦rdidas interanuales a mediados de 2000, alcanzando un m¨ªnimo en el tercer trimestre de 2001 (11-S). Posteriormente inicia una recuperaci¨®n que parec¨ªa presagiar la de la econom¨ªa en su conjunto, tal como asumieron los Gobiernos, organismos internacionales y la mayor¨ªa de analistas privados. El problema es que esta recuperaci¨®n se trunc¨® en el segundo trimestre de 2002, orient¨¢ndose de nuevo a la baja. La conclusi¨®n parece clara: si la bolsa, que adelanta el comportamiento del consumo, todav¨ªa no ha iniciado la recuperaci¨®n, la del consumo est¨¢ todav¨ªa m¨¢s lejana. Pero, qui¨¦n sabe, en econom¨ªa las leyes nunca lo son en t¨¦rminos de certeza, sino de probabilidad.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigaci¨®n Econ¨®mica y Social (FUNCAS).
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