El mejor de los mundos

La pol¨ªtica presupuestaria constituye la ¨²nica directamente en manos de los gobiernos, dada la extendida autonom¨ªa de los bancos centrales para definir y ejecutar la pol¨ªtica monetaria. La primera exigencia a cualquier presupuesto es la de apoyarse en hip¨®tesis realistas sobre el entorno econ¨®mico. El aprobado el viernes por el Consejo de Ministros no respeta ese criterio: parecen formulados para otro mundo.

Contempla una tasa de crecimiento del PIB del 3%, determinada por un 3,1% para la demanda interna y sin que el sector exterior reste m¨¢s de dos d¨¦cimas de crecimiento, dado que las exportaciones se prev¨¦ que crezcan el 4%, y las importaciones, un 4,4%; todo ello, con un comercio mundial creciendo al 6%. En la obtenci¨®n de esa ventaja de un comercio internacional supuestamente expansivo deber¨¢ ser clave, seg¨²n el Gobierno, la radical reducci¨®n de la inflaci¨®n que prev¨¦, otra vez, hasta el 2%, desde el 3,6% actual. No se especifican, sin embargo, las decisiones que conducir¨ªan a la estabilidad de los precios.

Es cierto que el estado actual de la econom¨ªa mundial no facilita los ejercicios de previsi¨®n; pero esa circunstancia es en s¨ª una advertencia contra los ejercicios excesivamente voluntaristas. Las principales econom¨ªas europeas est¨¢n inmersas en una profunda desaceleraci¨®n de la que es dif¨ªcil anticipar su salida, al tiempo que se ven significativamente condicionadas por esos factores de incertidumbre generados al otro lado del Atl¨¢ntico, cuya incidencia sobre los mercados financieros y los de las principales materias primas est¨¢ condicionando seriamente la recuperaci¨®n. La econom¨ªa espa?ola no es ajena a ello y, de hecho, no ha dejado de experimentar reducciones en su ritmo de crecimiento econ¨®mico y del empleo en los ¨²ltimos trimestres.

A la puesta en cuesti¨®n de esas hip¨®tesis macroecon¨®micas se a?ade la insensibilidad con que el Gobierno responde a las carencias estructurales de nuestro pa¨ªs, es decir, la insuficiente capitalizaci¨®n f¨ªsica, tecnol¨®gica y humana. La continuidad de avances en la renta por habitante exige crecimiento en la productividad, y esto requiere de una dotaci¨®n de capital suficiente. Espa?a sigue a la cola de los pa¨ªses de nuestro entorno en esos indicadores, incluida la contribuci¨®n p¨²blica a la necesaria inserci¨®n en esa sociedad del conocimiento que la UE aspira a liderar en un futuro. El crecimiento en los ¨²ltimos a?os de la inversi¨®n p¨²blica (con la excepci¨®n de la construcci¨®n) en capital f¨ªsico, en tecnolog¨ªas y en educaci¨®n, en relaci¨®n a nuestro PIB, ha sido manifiestamente sacrificado, se supone que en aras del supuesto equilibrio presupuestario. Todo ello a pesar de que las condiciones de endeudamiento han sido y siguen siendo excepcionalmente favorables.

En un entorno econ¨®mico con las amenazas al crecimiento existentes hoy d¨ªa, y en un pa¨ªs con las carencias del nuestro, mantener el mismo discurso que hace 12 meses es, en el mejor de los casos, una demostraci¨®n de autismo; en el peor, una forma de hacer pol¨ªtica sin tomar en consideraci¨®n ni el mundo en el que vivimos ni el pa¨ªs en el que se est¨¢ y lo que ¨¦ste necesita.