Schr?der viaja a Londres para reparar la crisis con EE UU
Gerhard Schr?der, canciller alem¨¢n victorioso tras las elecciones del domingo, quiere ver a George W. Bush cuanto antes para intentar limitar los da?os causados a las relaciones entre Estados Unidos y Alemania, que pasan por su peor momento desde la II Guerra Mundial. Su ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, el aut¨¦ntico vencedor de estos comicios, quiere ir a Washington esta misma semana.
Ninguno de los dos lo tiene f¨¢cil. Las relaciones est¨¢n 'envenenadas', seg¨²n gran parte de la Administraci¨®n de Washington, especialmente por parte de los halcones que, desde la consejera de Seguridad, Condoleezza Rice, al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, llevan tres d¨ªas acusando a Berl¨ªn poco menos que de alta traici¨®n porque Schr?der, pero tambi¨¦n Fischer aunque m¨¢s cautamente, se niegan a plegarse al dogma expresado por Bush de que 'quien no est¨¢ con nosotros est¨¢ contra nosotros'.
Voz propia
Schr?der fue ayer a Londres a entrevistarse con Tony Blair para urgirle que haga de puente que facilite un di¨¢logo que hoy por hoy parece roto. El canciller alem¨¢n no escatima esfuerzos para intentar dejar claro a la Administraci¨®n norteamericana que el viejo y nuevo Gobierno alem¨¢n es plenamente solidario con EE UU en su lucha contra el terrorismo, pero que no piensa renunciar a una voz propia en cuestiones tan trascendentales como una guerra en Oriente Pr¨®ximo, en las que discrepa radicalmente tanto del apoyo incondicional a Israel como de la opci¨®n b¨¦lica predeterminada en la crisis con el r¨¦gimen de Irak.
Schr?der y Fischer, que ayer parec¨ªa ser el ¨²nico miembro del Gabinete alem¨¢n que manten¨ªa unos m¨ªnimos contactos con la Administraci¨®n de Bush y s¨®lo con el m¨¢s bien marginado secretario de Estado, Colin Powell, se manifestaban ayer decididos a recomponer una relaci¨®n que consideran imprescindible y cuyo deterioro ya est¨¢ causando da?os en ambos pa¨ªses. Las C¨¢maras de Comercio e Industria alemanas lamentaban ayer la avalancha de llamadas de clientes y socios norteamericanos y el deterioro cuantificable de las relaciones econ¨®micas entre dos potencias.
Todos, ayer lo dec¨ªa Fischer en una edici¨®n especial de Der Spiegel, saben que EE UU y Alemania est¨¢n obligados a mantener unas relaciones razonables o al menos decorosas por el bien de la econom¨ªa y la seguridad de Occidente. Los ¨²ltimos desaires a Alemania por parte de EE UU no s¨®lo son considerados en Alemania como inaceptables, sino que adem¨¢s alimentan la convicci¨®n por parte de la sociedad alemana de que Washington no respeta los intereses de sus aliados.
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