Presupuestos sin diagn¨®stico
El ministro Montoro recordaba ayer al coronel Moscard¨® cuando, rodeado de escombros, comunicaba a su jefe: 'Sin novedad en el Alc¨¢zar'. Imperturbable, el ministro present¨® el Presupuesto para 2003 como si no hubiera pasado nada preocupante en la econom¨ªa espa?ola. La Bolsa y los fondos de pensiones se han desplomado, la inversi¨®n privada en bienes de equipo se ha hundido, las exportaciones se han venido abajo, los ingresos por turismo han registrado la mayor ca¨ªda en veinte a?os, las ventas de autom¨®viles se han derrumbado, pero el Presupuesto ignora estas menudencias. De los 15 pa¨ªses de la UE, Espa?a ha sido el pa¨ªs d¨®nde m¨¢s ha aumentado el paro y donde m¨¢s ha aumentado la inflaci¨®n en los ¨²ltimos 12 meses, pero de esto no se habla.
El tr¨¢mite presupuestario es la ocasi¨®n pertinente para elaborar un diagn¨®stico sobre la situaci¨®n econ¨®mica. Pero es evidente que el Gobierno no ha querido. Quiz¨¢ ya es tarde para el diagn¨®stico, pero ser¨¢ peor dejarlo para cuando el deterioro se extienda. Y, entre todos los problemas que se est¨¢n acumulando sobre la econom¨ªa espa?ola, el que deber¨ªa preocupar m¨¢s es la inflaci¨®n. Ese 3,4% en que se ha instalado la inflaci¨®n espa?ola m¨¢s que duplica el 1,4% de los tres mejores pa¨ªses de la UE. Si nos aplicaran ahora los criterios de Maastrich, Espa?a no podr¨ªa entrar en el euro. Hoy, justamente por estar ya dentro del euro, nuestro problema es que la p¨¦rdida de competitividad que genera esa inflaci¨®n diferencial no se puede corregir con devaluaciones
El Gobierno, al presentar al pa¨ªs los Presupuestos, no s¨®lo no ha explicado que tiene un problema grave, sino que incluso deja caer el mensaje de que podemos estar tranquilos porque nuestra inflaci¨®n es el reflejo de un mayor crecimiento diferencial. ?Por qu¨¦, a pesar de tener un problema serio de inflaci¨®n, el Gobierno parece estar encantado? La respuesta es que, en el corto plazo, la inflaci¨®n le sirve para presentar buenos resultados en dos ¨¢reas de indudable repercusi¨®n: el empleo y los ingresos p¨²blicos.
Casi todo va mal, pero es verdad que el empleo y los ingresos fiscales no van todav¨ªa mal. El n¨²mero de ocupados todav¨ªa no ha ca¨ªdo y, pese a que el PIB real se ha desacelerado por octavo trimestre consecutivo hasta un 2%, los ingresos del Fisco est¨¢n creciendo al 8%. La favorable evoluci¨®n del empleo y las cuentas p¨²blicas tiene m¨²ltiples causas. El buen ciclo del empleo, que arranc¨® en 1994, debe mucho a las reformas del mercado de trabajo y al cambio de actitud de los trabajadores en la negociaci¨®n salarial. La mejora de las cuentas p¨²blicas se explica casi al 100% por la reducci¨®n de intereses que ha tra¨ªdo el euro y por los cambios demogr¨¢ficos en la Seguridad Social. Pero la inflaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ ayudando, cuando todo est¨¢ cayendo, a aplazar el deterioro del empleo y de los ingresos p¨²blicos. La alta inflaci¨®n espa?ola ha creado una moderaci¨®n salarial por sorpresa (los trabajadores se han encontrado con una inflaci¨®n que ha sido el doble de la anunciada por el Gobierno) y, mientras los trabajadores acepten el enga?o, esta moderaci¨®n salarial mantiene los beneficios, con lo que los empresarios no tienen incentivos a reducir plantillas.
El efecto de la inflaci¨®n en los ingresos p¨²blicos es m¨¢s claro. Los ingresos fiscales no se han reducido porque, gracias a que aumenta la inflaci¨®n, el PIB nominal sigue creciendo al 6%. A los impuestos les da igual que ese PIB nominal se deba, como ahora, a un 2% de crecimiento real y a casi un 4% de precios en vez de un crecimiento real del 4% con una inflaci¨®n del 2%. El problema es que esta estructura de crecimiento/precios no es sostenible. Tampoco es sostenible una moderaci¨®n salarial real que no se basa en que los salarios nominales se moderan sino en que los precios suben. La p¨¦rdida de competitividad es el problema n¨²mero uno de la econom¨ªa espa?ola. Pero el Gobierno, como aquellos que se quedan m¨¢s tranquilos sin hacerse un chequeo, ha preferido presentar el Presupuesto sin diagnosticar antes los problemas.
Miguel ?. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez
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