Los albores de la econom¨ªa del hidr¨®geno
M¨¢s de un a?o despu¨¦s de los atentados terroristas contra las Torres del World Trade Center y el Pent¨¢gono, el mundo es un lugar m¨¢s peligroso que nunca. Y en el coraz¨®n del temor colectivo que sigue atenazando a la especie humana se encuentra la lucha por controlar el petr¨®leo, el recurso vital sin el cual nuestra econom¨ªa global y nuestra sociedad moderna dejar¨ªan de existir.
Los expertos se?alaban que nos quedaba petr¨®leo barato y disponible para unos cuarenta a?os aproximadamente. Ahora, sin embargo, algunos de los ge¨®logos petrol¨ªferos m¨¢s importantes del mundo insin¨²an que la producci¨®n mundial de petr¨®leo podr¨ªa alcanzar su techo y comenzar un dr¨¢stico descenso mucho antes, ya a finales de esta d¨¦cada, poniendo por las nubes el precio del crudo.
El combustible eterno. Mientras que la era de los combustibles f¨®siles est¨¢ entrando en sus ¨²ltimos a?os, est¨¢ naciendo un nuevo sistema energ¨¦tico que tiene el potencial de remodelar radicalmente la civilizaci¨®n. El hidr¨®geno es el elemento m¨¢s b¨¢sico y ubicuo del universo. Es el material de las estrellas y de nuestro Sol y, cuando se aproveche adecuadamente, ser¨¢ el 'combustible eterno'. Nunca se acaba y no produce emisiones nocivas de CO2 al quemarse; sus ¨²nicos subproductos son el calor y el agua pura. Estamos en los albores de una nueva econom¨ªa, movida mediante hidr¨®geno, que cambiar¨¢ b¨¢sicamente la naturaleza de nuestros mercados e instituciones sociales y pol¨ªticas, de la misma forma que lo hicieron el carb¨®n y la energ¨ªa de vapor al comienzo de la Era Industrial.
El hidr¨®geno se encuentra en todos los lugares del planeta, en el agua, en los combustibles f¨®siles y en todo lo que vive. Pero raras veces existe flotando libremente en la naturaleza; hay que extraerlo de fuentes naturales. En la actualidad, casi la mitad del hidr¨®geno que se produce en el mundo se obtiene del gas natural a trav¨¦s de un proceso de conversi¨®n con vapor. Aunque la utilizaci¨®n del vapor para convertir el gas natural ha demostrado ser la forma m¨¢s barata de producir hidr¨®geno comercial, el gas natural es un hidrocarburo y emite CO2 en el proceso de conversi¨®n. Adem¨¢s, es probable que la producci¨®n mundial de gas natural alcance su techo en alg¨²n momento entre 2020 y 2030, y crear¨¢ una segunda crisis de energ¨ªa que le pisar¨¢ los talones a la crisis del petr¨®leo.
Sin embargo, hay otra forma de producir hidr¨®geno sin utilizar combustibles f¨®siles en el proceso. Se podr¨ªan aprovechar fuentes renovables de energ¨ªa -e¨®licas, fotovoltaicas, h¨ªdricas, geot¨¦rmicas, de biomasa- para producir electricidad. La electricidad, a su vez, se puede utilizar, mediante un proceso llamado electr¨®lisis, para separar el hidr¨®geno y el ox¨ªgeno del agua. El hidr¨®geno puede ser luego almacenado en una c¨¦lula energ¨¦tica, una pila electroqu¨ªmica para generar electricidad que produzca energ¨ªa, luz y calor, y ser utilizado cuando se necesite. La gente pregunta a menudo para qu¨¦ producir electricidad dos veces, primero para conseguir electricidad para el proceso de electr¨®lisis y luego otra vez para generar energ¨ªa, calor y luz mediante una c¨¦lula de combustible. La raz¨®n es que la electricidad no se almacena. De modo que si el Sol no brilla, o el viento no sopla, o el agua no fluye, no se puede generar electricidad y la actividad econ¨®mica se detendr¨ªa en seco. El hidr¨®geno es una forma de almacenar fuentes renovables de energ¨ªa para garantizar un abastecimiento permanente y continuo de energ¨ªa para la sociedad.
Por consiguiente, es realmente una cuesti¨®n de costes. La energ¨ªa e¨®lica, h¨ªdrica y de biomasa ya tienen un coste competitivo en muchas partes del mundo y pueden emplearse para generar electricidad para el proceso de electr¨®lisis. Sin embargo, los costes de la energ¨ªa fotovoltaica y geot¨¦rmica siguen siendo altos y tendr¨¢n que bajar considerablemente para hacer que sea competitivo el proceso de conversi¨®n del gas natural mediante vapor en la producci¨®n de hidr¨®geno.
Compartir la energ¨ªa entre iguales. Ahora mismo se est¨¢n introduciendo pilas comerciales que utilizan el hidr¨®geno como combustible para uso dom¨¦stico, comercial e industrial. Los principales fabricantes de autom¨®viles han gastado m¨¢s de 2.000 millones de d¨®lares en el desarrollo de coches, autobuses y camiones de hidr¨®geno, y se espera que los primeros veh¨ªculos producidos en serie est¨¦n en la carretera dentro de s¨®lo unos a?os.
La econom¨ªa del hidr¨®geno posibilita una enorme redistribuci¨®n del poder, con consecuencias trascendentales para la sociedad. El actual flujo de energ¨ªa centralizado desde arriba, controlado por las empresas petrol¨ªferas y las empresas de servicios, quedar¨¢ obsoleto. En la nueva era, todo ser humano podr¨¢ convertirse en productor adem¨¢s de consumidor de su propia energ¨ªa, la denominada 'generaci¨®n distribuida'. Cuando millones de usuarios finales conecten sus pilas de combustible a Redes de Energ¨ªa de Hidr¨®geno [HEW, siglas en ingl¨¦s] locales, regionales y nacionales, utilizando los mismos principios de dise?o y tecnolog¨ªas inteligentes que han hecho posible la Red Mundial [World Wide Web], podr¨¢n comenzar a compartir energ¨ªa -entre iguales-, creando una nueva forma descentralizada de su uso.
En la econom¨ªa del hidr¨®geno, hasta el autom¨®vil ser¨¢ una 'central el¨¦ctrica con ruedas', con una capacidad generadora de 20 kilovatios. Dado que el coche medio est¨¢ aparcado la mayor parte del tiempo, se podr¨¢ enchufar, durante el tiempo que no se utilice, a la casa, a la oficina o a la principal red interactiva de electricidad, y proporcionar electricidad extra a la red. Con que s¨®lo el 25% de los conductores utilizasen sus coches como centrales el¨¦ctricas para devolver energ¨ªa a la red, se podr¨ªan eliminar todas las centrales el¨¦ctricas del pa¨ªs.
Las empresas el¨¦ctricas tendr¨¢n que aceptar la realidad de que millones de operadores locales, que generen electricidad sobre el terreno a partir de pilas de combustible, pueden producir m¨¢s energ¨ªa y m¨¢s barata que las actuales centrales el¨¦ctricas gigantescas. Cuando los usuarios finales se conviertan tambi¨¦n en productores de su energ¨ªa, las actuales centrales el¨¦ctricas podr¨¢n cambiar de papel y convertirse en 'centrales el¨¦ctricas virtuales', que fabriquen y comercialicen pilas de combustible, agrupen servicios energ¨¦ticos y coordinen el flujo de energ¨ªa por las actuales redes el¨¦ctricas.
El hidr¨®geno tiene el potencial de poner fin a la dependencia que el mundo tiene del petr¨®leo importado y de ayudar a difuminar el peligroso juego geopol¨ªtico que se est¨¢ dando entre los militantes musulmanes y los pa¨ªses occidentales. Reducir¨¢ dr¨¢sticamente las emisiones de di¨®xido de carbono y mitigar¨¢ los efectos del calentamiento global. Y dado que es tan abundante y existe en todas las partes del mundo, todos los seres humanos dispondr¨¢n de energ¨ªa, convirti¨¦ndose en el primer sistema energ¨¦tico verdaderamente democr¨¢tico de la historia.
Energ¨ªa para los pobres. Incre¨ªblemente, el 65% de la poblaci¨®n del mundo no ha hecho una sola llamada de tel¨¦fono, y un tercio de la especie humana no tiene acceso a la electricidad ni a ninguna otra forma de energ¨ªa comercial. La disparidad entre los conectados y los no conectados es profunda y amenaza con volverse todav¨ªa m¨¢s pronunciada a lo largo de los pr¨®ximos cincuenta a?os, teniendo en cuenta que est¨¢ previsto que la poblaci¨®n aumente de los actuales 6,2 mil millones a 9 mil millones. La mayor parte del aumento de poblaci¨®n tendr¨¢ lugar en el mundo en v¨ªas de desarrollo, donde se concentra la pobreza. La falta de acceso a la energ¨ªa, y especialmente a la electricidad, es un factor clave en la perpetuaci¨®n de la pobreza en el mundo. Por el contrario, el acceso a la energ¨ªa significa m¨¢s oportunidades econ¨®micas. En Sur¨¢frica, por ejemplo, por cada 100 hogares dotados de electricidad se crean entre 10 y 20 empresas nuevas. La electricidad libera a la mano de obra humana de las tareas de supervivencia diarias. En los pa¨ªses pobres en recursos, el solo hecho de encontrar suficiente le?a o esti¨¦rcol para calentar una casa o cocinar los alimentos puede suponer varias horas al d¨ªa. La electricidad proporciona energ¨ªa para manejar el equipo agr¨ªcola, poner en funcionamiento peque?as f¨¢bricas y talleres de artesan¨ªa e iluminar hogares, escuelas y empresas.
Hoy en d¨ªa, el uso per c¨¢pita de energ¨ªa en todo el mundo en v¨ªas de desarrollo es s¨®lo una quinceava parte del consumo en EE UU. La media global per c¨¢pita para todos los pa¨ªses es s¨®lo una quinta parte del nivel en Estados Unidos.
La ¨²nica forma de sacar a millones de personas de la pobreza es realizar el cambio a un sistema energ¨¦tico basado en el hidr¨®geno -utilizando fuentes renovables y tecnolog¨ªas para producir hidr¨®geno- y crear redes energ¨¦ticas de generaci¨®n distribuida que puedan conectar a las comunidades de todo el mundo. Para acortar las diferencias entre los ricos y los pobres en primer lugar es necesario estrechar las diferencias entre los conectados y los desconectados.
Seg¨²n vaya disminuyendo el precio de las pilas de combustible y de los aparatos el¨¦ctricos que las acompa?an gracias a las innovaciones y a la econom¨ªa de escala, resultar¨¢n cada vez m¨¢s asequibles, al igual que ha sucedido con los transistores, los ordenadores y los tel¨¦fonos m¨®viles. Es necesario presionar a los gobiernos nacionales y las instituciones de pr¨¦stamos mundiales para que ayuden a proporcionar apoyo financiero y log¨ªstico para la creaci¨®n de una infraestructura energ¨¦tica del hidr¨®geno. El objetivo deber¨ªa ser proporcionar pilas de combustible fijas para cada barrio y aldea del mundo en v¨ªas de desarrollo.
La era de los combustibles f¨®siles trajo consigo una infraestructura energ¨¦tica fuertemente centralizada, y con ella, una infraestructura econ¨®mica que favorec¨ªa a unos pocos frente a la mayor¨ªa. Ahora, en la c¨²spide de la Era del Hidr¨®geno, es posible imaginar una infraestructura energ¨¦tica descentralizada, el tipo de infraestructura que podr¨ªa respaldar la democratizaci¨®n de la energ¨ªa y permitir a los individuos, a las comunidades y a los pa¨ªses reivindicar su independencia.
Al redistribuir la energ¨ªa a todos en general, ser¨¢ posible establecer las condiciones para un reparto verdaderamente equitativo de las riquezas de la Tierra. ?sta es la esencia de la pol¨ªtica de la reglobalizaci¨®n de abajo arriba.
La econom¨ªa del hidr¨®geno est¨¢ a la vista. La rapidez con que lleguemos a ella depender¨¢ de lo decididos que estemos a abandonar el petr¨®leo y los otros combustibles f¨®siles. ?A qu¨¦ estamos esperando?
Jeremy Rifkin es autor de La econom¨ªa del hidr¨®geno: la creaci¨®n de la red energ¨¦tica mundial y la redistribuci¨®n del poder en la Tierra, Paid¨®s, 2002, y presidente de la Fundaci¨®n sobre Tendencias Econ¨®micas de Washington DC.
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