Est¨¢ la muerte
Demasiada muerte. Demasiadas muertes. El lunes por la noche volaban en pedazos dos j¨®venes en Bilbao. Quer¨ªan hacer lo mismo con otros, pero algo les fall¨® y dejaron rescatada la vida de sus v¨ªctimas con la suya propia. Triste precio, pero todav¨ªa m¨¢s triste y reprobable era su prop¨®sito. La muerte del verdugo no puede ser comparable a la de la v¨ªctima m¨¢s que en el hecho f¨ªsico del morir. Por si quedara alguna duda, ETA se encarg¨® de demostrarlo asesinando vilmente en Leitza al cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro Montes. Los verdugos acecharon a sus v¨ªctimas y s¨®lo hicieron explotar la bomba cuando estuvieron seguros de que matar¨ªan al mayor n¨²mero posible de personas. S¨®lo muri¨® una, pero ya es demasiado. ?D¨®nde habr¨¢ que buscar el dolor para hacerlo distinto al que produce la muerte de cualquier ser humano, aunque sea terrorista? No hay que ser experto en nada para ver que el acto absurdo de matarse manipulando un artefacto destinado a sembrar absurdamente la muerte est¨¢ desprovisto de la voluntad que persigue la muerte con sa?a y la inflige con la mayor cobard¨ªa y toda la crueldad posible en los inocentes. Esa voluntad de mal no puede ser equivalente a la voluntad de bien, o la vida carecer¨ªa de sentido. La muerte no iguala lo que la vida hizo distinto. Que no se olvide: en Bilbao murieron los que podr¨ªan haber matado en Leitza.
Puede que ETA est¨¦ lanzando una ofensiva. Pese a que su fin y su cometido es siempre y ¨²nicamente matar, era presumible que redoblara sus esfuerzos ante tanta detenci¨®n, tanto atentado fallido y tanto acoso a Batasuna. Por fin lo han hecho para alegr¨ªa de sus secuaces, que ver¨¢n en ello la espada de la venganza actuando contra quienes, por enemigos, no merecen ni la consideraci¨®n de personas, apenas siquiera la de perros. ETA ha cumplido su misi¨®n actuando de justiciero de quienes no saben siquiera pensar por su cuenta. Habr¨¢ corrido el kalimotxo, qui¨¦n lo duda. Las ikurri?as que ondeaban a media asta y con cresp¨®n en las sedes de la ignominia se habr¨¢n estremecido con la alegr¨ªa desalmada del secuaz bien adoctrinado. Pero es un espejismo. No hay venganza, sino tapadera. Con el atentado de Leitza ETA no ha hecho sino tapar su propia deriva. Su naufragio. Matando a quienes tacha de enemigos trata de ocultar que est¨¢ matando a los propios. La muerte de sus presuntos militantes de Bilbao no es consecuencia m¨¢s que de la alegr¨ªa con que manda a los suyos a la muerte. Su necesidad de actuar, de estar constantemente presente pese a los reveses que sufre, le obliga a enviar a la acci¨®n a gente sin experiencia que, o bien cae o bien muere a causa de su impericia. Pero, ?qu¨¦ importa si es por la buena causa!
ETA es aquella casta de oficiales que ya juzg¨® la historia que enviaba a los soldados a la muerte por millares s¨®lo porque hab¨ªa que atacar en el Marne o en Verd¨²n. ETA es Saturno devorando a sus hijos. No puede haber mejor signo de descomposici¨®n que ¨¦se. Ni los suyos cuentan para ETA. Qu¨¦ burla. Qu¨¦ perfecto retrato de la sociedad totalitaria que ETA prepara. Se empieza por manipular sobre todo a los j¨®venes, se contin¨²a tratando a los propios como objetos cuya vida carece de importancia y se termina buscando la muerte de los afines para producir un escarmiento general a fin de que no haya tibios sino sumisos dispuestos a vender aquien haga falta con tal de preservar el propio pellejo. Ese es el recorrido de la ignominia y la meta del totalitarismo que s¨®lo se revela cuando ya es demasiado tarde, cuando la sociedad est¨¢ siendo totalitarizada desde la c¨²pula del poder.
Alemania. La URSS. ETA es muerte y ser¨¢ Stalin, las purgas y los campos. O quisiera serlo. ?C¨®mo pueden hablar de fascismo y nazismo en los dem¨¢s si quienes persiguen la sociedad de Hitler y utilizan sus consignas y sus m¨¦todos son ellos? Que ETA est¨¦ cavando su propia tumba es mejor que bueno. Pero no basta, hay que implicarse en su desaparici¨®n. Como m¨ªnimo rindiendo homenaje a sus v¨ªctimas. Porque v¨ªctimas en potencia somos todos, ya que vienen -hay que tenerlo muy presente- a por todos. Hay un muerto en Leitza. Hay un muerto aqu¨ª, entre nosotros. Hay un hombre que recorri¨® y am¨® la tierra. Protej¨¢mosle de un olvido innecesario.
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