Bell Labs despide al cient¨ªfico acusado del mayor fraude en f¨ªsica
El aleman Sch?n invent¨® resultados en 17 experimentos de vanguardia
La espera de la comunidad internacional de f¨ªsicos ha terminado, tras meses de incertidumbre. Jan Hendrik Sch?n, alem¨¢n de 32 a?os y estrella ascendente de la f¨ªsica, se invent¨® los datos de al menos 17 experimentos para convertirlos en ¨¦xitos que atrajeron la atenci¨®n mundial, concluye (a falta s¨®lo de su confesi¨®n) el informe de la investigaci¨®n iniciada por el hasta ahora prestigioso Bell Labs, de Estados Unidos, donde trabajaba. Acusado de mala conducta cient¨ªfica, Sch?n, protagonista del mayor fraude conocido en la f¨ªsica, ya ha sido despedido.
Cuando muchos cre¨ªan que Sch?n se hab¨ªa convertido en un firme candidato al premio Nobel por sus numerosos trabajos en electr¨®nica molecular y superconductividad, las sospechas de varios f¨ªsicos hicieron que en mayo pasado Bell Labs iniciara una investigaci¨®n que dej¨® en manos de cient¨ªficos ajenos al laboratorio (ver EL PA?S del 29 de mayo y el 4 de septiembre). Ayer se conoci¨® el informe de este comit¨¦, que resulta demoledor para la reputaci¨®n de Sch?n, ya que concluye que no existe prueba alguna de que el cient¨ªfico obtuviera los resultados comunicados en 17 de los art¨ªculos publicados entre 1998 y 2002 en las m¨¢s prestigiosas revistas cient¨ªficas, en los que muchos de los gr¨¢ficos y datos est¨¢n repetidos. Sch?n afirma que no ten¨ªa el cl¨¢sico cuaderno de laboratorio, que destruy¨® los datos originales almacenados electr¨®nicamente por falta de memoria en el ordenador y que los dispositivos f¨ªsicos resultaron destruidos durante los viajes o las pruebas que se les hicieron.
Sin embargo, el comit¨¦ exonera de responsabilidad a los 19 coautores que firmaron con Sch?n alguno o varios de los art¨ªculos bajo sospecha, aunque reconocen que el asunto de la corresponsabilidad es complejo. 'La fabricaci¨®n de los dispositivos, las medidas f¨ªsicas y el proceso de datos en cuesti¨®n fueron hechos en su totalidad (con peque?as excepciones) por Sch?n solo, sin participaci¨®n de ning¨²n coautor u otros colegas', se puede leer en el informe. 'Ninguno de los resultados f¨ªsicos m¨¢s significativos fue contemplado por ning¨²n coautor u otro colega'.
Por ello, el presidente del comit¨¦, Malcolm R. Beasley, de la Universidad de Stanford, declar¨®: '?l tuvo mala conducta cient¨ªfica, nadie m¨¢s la tuvo'. Ni siquiera Bertram Batlogg, que fich¨® a Sch?n en 1998 como investigador postdoctoral para su laboratorio en Bell Labs, es culpado por lo que ha pasado. Tambi¨¦n las revistas han quedado en entredicho.
Sch?n no ha confesado el fraude. Tras conocerse el informe y su despido no ha hecho declaraciones, pero en el propio informe figura una declaraci¨®n suya por escrito en la que reconoce haber cometido equivocaciones y pide perd¨®n por ellas. Sin embargo, mantiene que ha observado los efectos f¨ªsicos comunicados y que est¨¢ seguro de que son reales, aunque no haya podido probarlo ante el comit¨¦.
Sch?n preparaba sus muestras en la Universidad de Constanza (Alemania), donde hab¨ªa trabajado anteriormente, y el a?o pasado pas¨® mucho tiempo all¨ª. Ese a?o gan¨® varios premios y fue propuesto como director del Instituto Max Planck de Stuttgart (Alemania), lo que le hubiera convertido en el director m¨¢s joven de la historia del Max Planck y de la instituci¨®n que la precedi¨®.
El presidente de Bell Labs (brazo investigador de la empresa Lucent Technologies) afirma que ¨¦ste es el primer caso de fraude que se ha dado en los 77 a?os de historia del laboratorio y, aunque se ha apresurado a renovar su fe en sus cient¨ªficos, tambi¨¦n les ha comunicado que a partir de ahora tendr¨¢n que exponer en un registro central inform¨¢tico los trabajos que piensen publicar para que cualquiera de sus colegas pueda pedir comprobaciones.
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