Una apuesta decidida
Importantes fichajes, j¨®venes jugadores espa?oles con gran peso espec¨ªfico en sus equipos, una n¨®mina de aspirantes al t¨ªtulo desconocida por su cantidad, ciudades totalmente identificadas con sus equipos, el recuerdo del papel estelar que muchos de los participantes en la Liga ACB tuvieron hace muy poco en el Mundial de Indian¨¢polis, casi todo invita al optimismo y a pensar que quiz¨¢ estemos ante una gran temporada.
Ahora bien, ?y el juego? ?Qu¨¦ va a ser de ¨¦l? ?Un continuo choque de trenes? ?Una nueva declaraci¨®n de amor hacia la defensa como la piedra filosofal del baloncesto? ?Una guerra donde el poder f¨ªsico tenga la ¨²ltima palabra? Recordemos lo ocurrido en Estados Unidos este verano, independientemente de lo que diga la clasificaci¨®n.
Argentina nos enamor¨® no s¨®lo por la cercan¨ªa que supon¨ªa el conocimiento de la gran mayor¨ªa de sus jugadores por estar en nuestra liga, sino porque su apuesta fue tan atrevida como digna de aplauso. Juego duro, pero alegre. Rapidez y osad¨ªa, nulo conservadurismo. Se toparon con los yugoslavos, perros viejos, y su falta de experiencia en tan elevadas alturas competitivas les jug¨® una mala pasada, pero no son siempre los ganadores los que se adue?an de la historia. Lo atractivo del Mundial, lo que nos gust¨® a todos, lo que lleva gente a los pabellones, lo que logra buenas audiencias televisivas no fue representado por Yugoslavia, por muy campeona que sea, o por Estados Unidos, una banda desconocedora del significado de la palabra equipo. Lo que gusta y atrae es Argentina, la Espa?a insolente de las j¨®venes realidades o la simp¨¢tica locura de Puerto Rico, animoso h¨¦roe que tuvo un final tr¨¢gico. Hace unos a?os, un ilustre entrenador justificaba el plomizo juego de su equipo bas¨¢ndose como coartada en la escasez de talento. Es siempre mucho m¨¢s f¨¢cil ponerte como un toro y repartir mandobles que ense?ar los secretos del juego, los mecanismos que lo hacen tan sencillamente complejo. Aupados por una nueva hornada de j¨®venes talentos, apoyados en ilustres veteranos, es el momento en el que la Liga espa?ola no sea simplemente observada por su capacidad para atraer buenos jugadores, sino porque el estilo que impere est¨¦ a la altura de unos tiempos en los que la simple b¨²squeda de la victoria al precio que sea se ha quedado anticuada.
Para ello no es necesario contar con una plantilla estelar (ah¨ª est¨¢ el Caprabo Lleida), sino apostar decididamente por una filosof¨ªa que lo entronque m¨¢s con los aspectos m¨¢s l¨²dicos y de disfrute que puede generar el juego. Si se consigue, todos saldremos ganando.
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