El poder marca el camino
Coincidiendo con la subida al trono de Mohamed VI en 1999, se alzaron algunas voces para reclamar elecciones anticipadas. El razonamiento era el siguiente: la sucesi¨®n abr¨ªa la puerta a una verdadera ruptura con el pasado. Esta ruptura, que se cre¨ªa que deseaba el propio monarca, s¨®lo pod¨ªa realizarse si los ciudadanos estaban convencidos de su credibilidad. Pero, ?c¨®mo se pod¨ªa creer en ello mientras persist¨ªa un Parlamento que, seg¨²n el propio primer ministro, surgi¨® de unas elecciones ama?adas? La prensa del Gobierno y del entorno del rey barrieron de un manotazo este argumento. Oficialmente, se situaban dentro del continuismo oficial y del respeto del calendario electoral; oficiosamente, no contemplaron en ning¨²n momento lanzarse a lo desconocido.
?Acaso el r¨¦gimen marroqu¨ª se ha sumado de pronto a las tesis democr¨¢ticas?
Tres a?os m¨¢s tarde, el ¨ªndice de analfabetismo es pr¨¢cticamente el mismo que entonces y los indicadores socioecon¨®micos incluso han empeorado. Del puesto 112 de la clasificaci¨®n del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en 1997, Marruecos ha bajado a la 123? posici¨®n.
Las elecciones se han celebrado. ?Acaso el r¨¦gimen marroqu¨ª se ha sumado de pronto a las tesis democr¨¢ticas? No es seguro. Varios elementos permiten afirmar que en este caso concreto el poder ha marcado el camino. Para empezar, el proceso electoral ha sido t¨¦cnicamente arreglado para evitar las malas sorpresas. Ya la ley electoral ha marcado la pauta. As¨ª, la edad necesaria para votar ha sido mantenida en los 20 a?os. Una medida que permite evitar la franja de edad de 18-20 a?os, considerada proislamista. Asimismo, el proyecto de ley preve¨ªa mantener la exclusi¨®n de los candidatos Sin Adscripci¨®n Pol¨ªtica (SAP). Esta decisi¨®n fue decretada por Hassan II bajo el pretexto oficial de reforzar a los partidos pol¨ªticos. En realidad, se trataba de evitar que determinados movimientos prohibidos utilizasen los SAP como caballo de Troya. Una medida anticonstitucional que termin¨® por hacer reaccionar al Consejo Constitucional que la invalid¨® en junio pasado. Sin embargo, acept¨® que la ley electoral establezca como condici¨®n para la candidatura de un SAP el obtener 500 firmas de cargos electos.
La distribuci¨®n electoral tambi¨¦n es reveladora de esta estrategia de exclusi¨®n. As¨ª, se ha observado un aumento del n¨²mero de circunscripciones rurales en detrimento de las urbanas. Y el islamismo es un fen¨®meno urbano, como todos los movimientos contestatarios en Marruecos, por cierto. Por ¨²ltimo, escoger el m¨¦todo proporcional para realizar el escrutinio permite, como m¨ªnimo, mantener la balcanizaci¨®n de la escena pol¨ªtica. La probabilidad de que surja una fuerza pol¨ªtica de peso cuya legitimidad pueda desafiar a la Monarqu¨ªa queda reducida. Conviene tambi¨¦n destacar la actitud sumamente conciliadora del partido islamista con representaci¨®n parlamentaria, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD). El PJD, que desde su nacimiento ha adoptado una estrategia de integraci¨®n suave dentro de la esfera pol¨ªtica oficial, ha afirmado, a trav¨¦s de uno de sus l¨ªderes, que no deseaban lograr una victoria aplastante. El partido s¨®lo se ha presentado en 50 circunscripciones de un total de m¨¢s de noventa.
Lo que resulta destacable es la adhesi¨®n de los llamados partidos nacionales, actualmente en el Gobierno, a los planes de la Monarqu¨ªa. Un ejemplo entre otros muchos: aunque la Uni¨®n Socialista de Fuerzas Populares (USPF), cuyo secretario general es el propio primer ministro, reivindic¨® durante su ¨²ltimo congreso adelantar a los 18 a?os la edad m¨ªnima para votar, ahora se ha sumado sin chistar a las tesis del Ministerio del Interior. Tampoco ha criticado la distribuci¨®n electoral cuando en las consultas realizadas no dej¨® de estigmatizar el incumplimiento de las reglas elementales de la representatividad. En realidad, la alternancia ha desembocado en una domesticaci¨®n notable del partido de Abderram¨¢n Yussufi. Si la relaci¨®n de fuerzas entre la USPF y la Monarqu¨ªa no era de por s¨ª favorable para la primera en el momento de la alternancia, lo es a¨²n menos ahora tras cinco a?os de gobierno. En los discursos de los pesos pesados de la USPF ya no se menciona la reforma constitucional. Los llamados ministros de soberan¨ªa, que son nombrados directamente por el rey y que detentan carteras estrat¨¦gicas como Asuntos Exteriores, Justicia, Interior o Asuntos Religiosos, est¨¢n en la actualidad totalmente aceptados.
Por ¨²ltimo, el reducir las prerrogativas del Gobierno en materia econ¨®mica en favor del gabinete del Rey no parece haber molestado mucho al equipo de Yussufi. Hay que decir que la divisi¨®n del partido con la marcha masiva de los miembros de la direcci¨®n de su organizaci¨®n juvenil, por otro lado muy populares, la retirada de un grupo de intelectuales respetados conocido bajo el nombre de Fidelidad a la Democracia y, finalmente, la escisi¨®n de la secci¨®n sindical, anta?o punta de lanza del partido en la relaci¨®n de fuerzas con palacio, han contribuido en gran medida a que los amigos de Yussufi se hayan vuelto m¨¢s mansos. Por todas estas razones, el r¨¦gimen puede permitirse el lujo de organizar unas elecciones transparentes.
Los beneficios para el r¨¦gimen de unas elecciones libres no son nada desde?ables. En caso de ¨¦xito, el rey Mohamed VI puede recuperar el lustre que le acompa?¨® cuando accedi¨® al poder y la reputaci¨®n de rey dem¨®crata lograda al principio de su reinado. Esta reputaci¨®n ha quedado minada, por un lado, por las numerosas decisiones represivas contra la prensa libre y, por otro, por los esc¨¢ndalos econ¨®micos en los que se han visto implicadas personas cercanas al poder.
El sistema de Gobierno que conoce Marruecos desde hace cuatro d¨¦cadas ha fracasado en el plano social y econ¨®mico. Este fracaso corre hoy el riesgo de barrer las instituciones del pa¨ªs. De nada vale el maquiavelismo pol¨ªtico cuando se es incapaz de situar al pa¨ªs en la v¨ªa del crecimiento y de la justicia social.
Aboubakr Jama? es director de los semanarios marroqu¨ªes Le Journal Hebdomadaire y Assaifa Al Ousbouiya.
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