El 'Ja s¨®c aqu¨ª' cumple 25 a?os
Tarradellas quiere la instituci¨®n, la Generalitat. No ofrece ahora nada, ni recomendar el s¨ª en el refer¨¦ndum , ni hace un acto de apoyo a la Monarqu¨ªa, ni en favor del Ej¨¦rcito. No, quiere quedarse solo, no tomar partido en una situaci¨®n en la que cada grupo quiere una cosa distinta. Es decir, tiene concepci¨®n de hombre de Estado, o eso quiere al menos'. ?ste es un fragmento del informe que el entonces teniente coronel Andr¨¦s Casinello, jefe del Servicio Central de Documentaci¨®n (Seced) -precedente lejano y franquista del CESID- redact¨® el viernes 26 de noviembre de 1976 en un hotel de Tours (Francia). Por la ma?ana, el enviado del presidente Adolfo Su¨¢rez se hab¨ªa entrevistado con otro presidente que encarnaba la legalidad republicana, Josep Tarradellas, quien desde 1954 se hallaba al frente de la Generalitat en el exilio. ?se fue uno de las primeros pasos para que hoy hace 25 a?os -el 29 de septiembre de 1977- se firmara el decreto de restauraci¨®n de la Generalitat de Catalu?a. Con ello se produc¨ªa un hecho excepcional en la transici¨®n: una instituci¨®n emanada de la legalidad republicana pasaba a encajarse en el edificio de la incipiente monarqu¨ªa parlamentaria.
'A la vista de los resultados del 15-J, Su¨¢rez ech¨® mano de Tarradellas; con ¨¦l se pod¨ªa negociar con m¨¢s tranquilidad que con la izquierda'
'Con el retorno de Josep Tarradellas, una instituci¨®n emanada de la legalidad republicana pasaba a encajar en la monarqu¨ªa parlamentaria'
Pero aquella fr¨ªa ma?ana de 1976, en el coraz¨®n de la Turena, en Saint-Martin-le-Beau, nada hac¨ªa augurar un r¨¢pido desenlace. No era f¨¢cil el di¨¢logo entre dos mundos separados por d¨¦cadas de feroz antagonismo. La conversaci¨®n fue sorprendentemente cordial para ser protagonizada entre un militar que ven¨ªa del coraz¨®n del franquismo victorioso y el hombre que firm¨® el decreto de colectivizaciones en la Catalu?a revolucionaria de 1936.
Pujol, mejor que Tarradellas
El joven Gobierno reformista y tambi¨¦n posfranquista de Adolfo Su¨¢rez quer¨ªa saber qu¨¦ pensaba el viejo Tarradellas sobre su eventual regreso y la restituci¨®n de una Generalitat de Catalu?a que inicialmente se quer¨ªa descafeinada. 'Pero Su¨¢rez acab¨® olvid¨¢ndose de Tarradellas; prefer¨ªa a Jordi Pujol con quien, por generaci¨®n y por conocerle de la comisi¨®n de los nueve ', afirma Alfonso Osorio, vicepresidente del Ejecutivo de Su¨¢rez en 1976 y precursor de la 'soluci¨®n Tarradellas'. 'Yo era partidario de que en Catalu?a se reinstaurara la Generalitat antes de las elecciones generales del 15-J', agrega Osorio.
La propuesta del entonces vicepresidente del Gobierno hab¨ªa llegado de la mano de Manuel Ort¨ªnez, un viejo conocido de Tarradellas y de Osorio, con quien ¨¦ste hab¨ªa coincidido en 1965 en el Ministerio de Comercio. Osorio era subsecretario; Ort¨ªnez, director general de Moneda Extranjera. El proyecto tarradellista de ambos no encontr¨® eco en la presidencia del Gobierno. Hab¨ªa muchos problemas -legalizaci¨®n del Partido Comunista, la situaci¨®n en las Fuerzas Armadas...- y resultaba dif¨ªcil imaginar un final feliz para lo que ser¨ªa un hecho excepcional en la transici¨®n democr¨¢tica: 'El ¨²nico episodio en el cual las autoridades investidas por Franco o por la legalidad franquista reconocieron un cargo emanado de la Constituci¨®n republicana de 1931 y del Estatuto de Catalu?a de 1932', recuerda el historiador Joan B. Culla.
Para que ese encaje se produjera, Su¨¢rez tuvo que esperar a las primeras elecciones, las del 15-J. La victoria de la izquierda en Catalu?a -socialistas, comunistas y republicanos- hizo sonar las alarmas. ?Era mejor negociar con un viejo republicano que hab¨ªa dado muestras de sentido de Estado o con una izquierda que comenzaba a encaramarse al poder desde las trincheras? Y Adolfo Su¨¢rez no dud¨®. 'A la vista de los resultados de Catalu?a, ech¨® mano de Tarradellas; su presencia era un b¨¢lsamo, las cosas se pod¨ªan negociar con m¨¢s tranquilidad que con los socialistas o Esquerra Republicana', subraya Osorio.
Y as¨ª fue como empez¨® a cobrar fuerza como soluci¨®n pol¨ªtica el retorno a Espa?a del inquilino de Clos de Mosny, que se hallaba en situaci¨®n econ¨®mica precaria. Hab¨ªa vendido la finca a los champa?eros Taittinger y deb¨ªa abandonarla el 8 de junio de 1976. 'La muerte de Franco y la buena educaci¨®n de los franceses le permitieron seguir viviendo en la casa; yo lo vi en una ocasi¨®n salir de una entrevista con los propietarios con los papeles en los que justificaba su protagonismo ante un futuro democr¨¢tico', afirma Josep Maria Bricall, ex consejero de la Generalitat y ex rector de la Universidad de Barcelona.
Pero la precaria situaci¨®n econ¨®mica de Tarradellas y su acercamiento al Gobierno de Su¨¢rez no le hizo figurar, como algunos pretenden, en ninguna lista de beneficiarios de fondos reservados, coinciden en destacar Osorio, Bricall y Rodolfo Mart¨ªn Villa, que fuera ministro en los Gobiernos de Su¨¢rez. Maci¨¤ Alavedra, ex consejero convergente de la Generalitat y amigo de la familia Tarradellas, certifica la sencillez con que ¨¦ste viv¨ªa. El teniente coronel Casinello qued¨® impresionado por ese calvinismo rayano en la herej¨ªa husita que hall¨® en Saint-Martin-le-Beau: 'Vive en una llanura fr¨ªa, en el centro de Francia, con una calefacci¨®n tibia, sin ba?o, con muebles que ya no usan los suboficiales, y s¨®lo el lujo de una buena biblioteca y un tocadiscos'.
Entre ese informe y la visita de Tarradellas a Madrid -entrevistas con Su¨¢rez y audiencia con el Rey- apenas pas¨® medio a?o. El 27 de junio de 1977, 12 d¨ªas despu¨¦s de las primeras elecciones democr¨¢ticas, el presidente de la Generalitat aterrizaba en Barajas en el jet propiedad del empresario vasco Luis Olarra. La izquierda catalana -excepto Joan Revent¨®s, l¨ªder de los socialistas- desconoc¨ªa la iniciativa. La UCD estaba al corriente. Tarradellas comparti¨® pasaje en el jet con Carles Sent¨ªs, dirigente de la formaci¨®n centrista en Catalu?a. La entrevista con Su¨¢rez result¨® un fiasco, pero Tarradellas asegur¨® ante los periodistas que hab¨ªa sido un ¨¦xito. El 29 de septiembre de ese a?o, el decreto que restauraba la Generalitat era un hecho.
'Cuando el que manda sabe mandar, se le obedece'
DEL DECRETO DE RESTAURACI?N de la Generalitat al hist¨®rico Ja s¨®c aqu¨ª apenas pas¨® un mes. El 23 de octubre de 1977, Josep Tarradellas llegaba a Barcelona en olor de multitudes. El hombre que en 1976 era un desconocido para la mayor¨ªa de los catalanes -incluidos muchos de quienes estaban en la resistencia antifranquista-, pisaba el aeropuerto de El Prat con la dignidad que supo mantener en los duros a?os de penitencia franquista.
Para la UCD, el retorno era un triunfo de su partido. Manuel Ort¨ªnez, empresario catal¨¢n y gran valedor de Tarradellas, afirma en sus memorias que 'una cuesti¨®n de Estado entre la Monarqu¨ªa y la Generalitat se convirti¨® en una operaci¨®n de Gobierno, de un partido, UCD'. Para Josep Maria Bricall, independiente y consejero del Gobierno de la Generalitat con Tarradellas, fue un triunfo de la izquierda. 'Tarradellas presidi¨® un Gobierno de unidad en el que eran mayor¨ªa los consejeros de izquierdas', resume Bricall, para quien el concepto de Estado del primer presidente de la Generalitat restaurada fue la clave del ¨¦xito de la negociaci¨®n.
Pero entre junio y octubre las cosas no fueron f¨¢ciles. Centenares de miles de personas reclamaron el 11 de septiembre de 1977 en Barcelona las libertades y la autonom¨ªa. Algunos partidos catalanes tem¨ªan que el retorno de Tarradellas retrasara el anhelado estatuto, y, por ello, mantuvieron un pulso con Tarradellas, que quer¨ªa centralizar la negociaci¨®n pol¨ªtica con el Gobierno central. Las tensiones dejaron secuelas. Josep Benet, el senador m¨¢s votado de Espa?a -integrado en la coalici¨®n izquierdista Entesa dels Catalans-, fue destituido por Tarradellas de la comisi¨®n que negociaba con el Gobierno por parte de la Asamblea de Parlamentarios de Catalu?a. Unas declaraciones suyas en el sentido de que la negociaci¨®n se estaba retrasando provocaron la fulminante reacci¨®n del exiliado de Saint-Martin-le-Beau, que apuntaba modos contundentes. El ex ministro del Ej¨¦rcito y a finales de los setenta capit¨¢n general de la IV Regi¨®n Militar, Francisco de Paula Coloma-Gallegos, le dijo durante un encuentro a Tarradellas: 'Yo soy el que era y pienso lo que pensaba. No he cambiado, pero cuando el que manda sabe mandar se le obedece'.
Para el ex consejero convergente Maci¨¤ Alavedra, la fuerte personalidad de Tarradellas, pese a antagonismos, hizo que el electorado catal¨¢n viera en otra fuerte personalidad, la de Jordi Pujol, al sucesor natural en 1980.
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