El obispo de las ruedas
Muchos paral¨ªticos de Camboya se arrastraban como perros por el suelo hasta que conocieron al jesuita Enrique Figaredo (Gij¨®n, 1959), quien abri¨® en 1993 una f¨¢brica de sillas de ruedas adaptadas a sus necesidades y les devolvi¨® la dignidad. Pas¨® entonces a ser conocido como Quique, 'el cura de las ruedas'. Estos d¨ªas, Figaredo, ordenado obispo de Battambang, est¨¢ de actualidad porque la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) le ha concedido el Premio Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s 2001 a la defensa del derecho de asilo y la solidaridad con los refugiados.
'Hay muchos problemas que te hunden en la miseria, pero tambi¨¦n hay mucha vida en Camboya que te hace disfrutar m¨¢s que en otros sitios. Todo es muy natural, la vida se da sin maquillajes', afirma el religioso que lleva trabajando para los camboyanos desde hace 17 a?os, los primeros tres en un campo de expatriados en Tailandia. Los problemas a los que alude son m¨²ltiples: 10 millones de minas pueden explotar en el lugar y el momento m¨¢s impensable, un sida descontrolado expandido por la prostituci¨®n a toda la sociedad, una extrema pobreza y un Estado en transici¨®n a la democracia sacudido por la corrupci¨®n.
Se dio cuenta de que era necesario adaptar las sillas de ruedas a la orograf¨ªa camboyana y a las condiciones de los mutilados por minas antipersona
Frente a la Iglesia conservadora, contraria a los medios anticonceptivos, Figaredo los defiende y apuesta por la educaci¨®n sexual
Desde hace dos a?os ejerce como obispo de Battambang, un ¨¢rea de la extensi¨®n de Portugal con cuatro millones de habitantes, la mayor¨ªa budistas
Primo de Rodrigo Rato
Quique, economista, como su primo el ministro Rodrigo Rato, comenz¨® a darle a la cabeza cuando se dio cuenta de que era necesario adaptar las sillas de ruedas a la orograf¨ªa camboyana y a las condiciones f¨ªsicas especiales de los mutilados por minas antipersona. Y as¨ª naci¨® la Mekong Wheelchair hace nueve a?os. 'Tenemos 17 personas trabajando. Todos son discapacitados; antiguos alumnos de nuestros talleres de carpinter¨ªa, electricidad y pintura', se?ala Figaredo. Desde hace dos a?os ejerce adem¨¢s como obispo de Battambang, un ¨¢rea que abarca ocho regiones camboyanas, con la extensi¨®n de Portugal, y poblada por cuatro millones de habitantes, la mayor¨ªa budistas, de los cuales s¨®lo 7.000 son cat¨®licos. Los jemeres rojos, establecidos all¨ª entre 1975 y 1998, mataron a todo el clero, y Quique es el primer obispo tras la desaparici¨®n del r¨¦gimen genocida de Pol Pot, que extermin¨® a casi dos millones de personas. 'Muchos fieles han sido jemeres rojos, no por opci¨®n sino porque era una manera de vivir. No han matado, pero han sido c¨®mplices', afirma sin inmutarse. Y es que, dice, 'la comunidad cat¨®lica es como un laboratorio de la sociedad camboyana'.
Su condici¨®n de obispo le ha obligado a establecerse en otro lugar, pero ¨¦l sigue muy ligado a la empresa. 'Vendemos a Cruz Roja Internacional, a todas las ONG que hay en Camboya, y exportamos a los pa¨ªses lim¨ªtrofes, Tailandia, Birmania...', afirma sin disfrazar su orgullo. 'Vamos, que ni que fuera una multinacional'.
'Me cost¨® mucho dejar la f¨¢brica, pero al desaparecer los trabajadores se han visto obligados a tomar decisiones', contin¨²a. 'Les visito todos los meses, pero vivo a 300 kil¨®metros, que, con medias de 20 kil¨®metros por hora en coche, suponen todo el d¨ªa en la carretera. Psicol¨®gicamente est¨¢ muy lejos'.
No cuenta que un alumno de los talleres amenaz¨® en 1996 a uno de sus profesores con una granada de mano y que estall¨® cuando un jesuita intent¨® arrebat¨¢rsela causando la muerte del segundo. Pero si las historias de sus ni?os v¨ªctimas de las minas o de poliomelitis. 'No hubo vacunaci¨®n de la polio hasta el 98, en las zonas controladas por los jemeres. Todo por un problema que era pol¨ªtico. El Gobierno no dejaba a las ONG que tuvieran contactos con los jemeres', cuenta. 'Por mucho que lo anuncien, a parte del campo y de la selva no llegan las vacunas todav¨ªa porque no hay carreteras'.
Las tareas de este obispo no chocan con los intereses gubernamentales, y eso le salva frente a otros, como su amiga Somaly Mam, presidenta de Asociaci¨®n Acci¨®n para las Mujeres en Situaci¨®n Precaria (Afesip), a quien han quemado su casa y amenazado de muerte a su familia. 'Ella trabaja con prostitutas infectadas de sida, una patata caliente con mucho dinero en juego. Hay mucha gente implicada en el negocio de la prostituci¨®n: del Gobierno, de la polic¨ªa...'.
El sida est¨¢ descontrolado y ¨¦l piensa que se pod¨ªa haber frenado porque hab¨ªa ONG y campa?as preparadas. 'Pero eran unos anuncios un poco agresivos, un poco porno, y al Gobierno le daba verg¨¹enza', opina. 'El problema es que hay que buscar el modo. Al menos ahora se va acertando en la forma de hacer la propaganda del preservativo'.
Frente a la Iglesia conservadora, contraria a los medios anticonceptivos, Figaredo los defiende y apuesta por la educaci¨®n sexual. 'Estos d¨ªas hemos tenido un congreso de j¨®venes cat¨®licos y hemos hablado de eso. Agradecieron mucho tener espacio para hablar en libertad. Insistimos mucho en que no miren mal a las personas enfermas de sida'.
Camboya sufre el mayor ¨ªndice de esta enfermedad de todo el continente asi¨¢tico (el 4% de la poblaci¨®n adulta) y se calcula que 200 personas se contagian diariamente del virus. Seg¨²n los especialistas, el 50% de las prostitutas de este pa¨ªs est¨¢n infectadas y alrededor de 20.000 hombres recurren a sus servicios cada d¨ªa en todo el pa¨ªs.
Quique recibe dinero de 20 donantes, la mayor¨ªa fundaciones cat¨®licas, adem¨¢s de particulares. 'Ese dinero particular es la salvaci¨®n porque me da el margen de maniobra para ser creativo. Si no me tengo que ce?ir a lo que est¨¢ prescrito en los proyectos de cooperaci¨®n, y muchas veces dise?as un programa que es muy diferente a la realidad y tienes que variar'. Cada vez que vienen sus amigos de siempre, le ayudan a recaudar fondos, y la semana pasada sus amigos organizaron con mucho ¨¦xito un concierto en Somi¨® (Asturias) al que asistieron 400 personas.
Ayuda menguante
'En el 92 se firm¨® la paz y volvieron medio mill¨®n de personas. El pa¨ªs no ten¨ªa infraestructuras de acogida y comenz¨® a llegar mucho dinero para la repatriaci¨®n', relata. 'Mucho se qued¨® en la infraestructura de las ONG, en salarios, coches, oficinas... Pero desde el 98 la ayuda va menguando', se lamenta. 'Hay otras crisis en el mundo que llevan la atenci¨®n de las ONG. Muchas est¨¢n para las crisis, no tanto para un desarrollo. Dejan que las cosas se estructuren y despu¨¦s se van. Y de repente te encuentras con organizaciones que no tienen m¨¢s dinero y tienen que cerrar e irse donde encuentran fondos'. Es consciente de que Camboya no puede vivir de la mendicidad, pero alerta de que las heridas siguen abiertas y los problemas de la reestructuraci¨®n del pa¨ªs contin¨²an.
'El problema en Camboya es que es un pa¨ªs descabezado. Mucha gente est¨¢ en sus puestos de responsabilidad sin los medios de formaci¨®n y materiales. Y como faltan medios hay corrupci¨®n. Hay un h¨¢bito de no respeto', precisa. Adem¨¢s, piensa, el orden mundial va creando realidades nuevas y el pa¨ªs 'se encuentra con un mundo interaccionado, con una econom¨ªa rapid¨ªsima, y como est¨¢ despertando, su econom¨ªa no tiene c¨®mo protegerse'. En su opini¨®n, tampoco pueden permitirse el lujo de discriminar al donante: 'Si viene dinero que no es limpio, no puedes decir que no. En mi caso somos un grup¨ªn, pero el Gobierno acuerda inversiones fuertes para montar una f¨¢brica con dinero negro de los especuladores. Mucha gente saca beneficios, desde quien hace las carreteras a quien explota los templos...'.
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