Fascista: el insulto
Si alguno estaba buscando el insulto pr¨ºt-a-porter que se va a llevar en todas las estaciones del a?o, que no busque m¨¢s, yo le propongo 'fascista'. Un vocablo facil¨®n pero a la vez profundamente culto, lleno de contenido hist¨®rico y emocional, que se puede guardar entre los alveolos y la lengua, presto para ser dirigido contra cualquiera que se interponga en nuestro camino. No obstante, se corre el riesgo de que la repetici¨®n de la palabra, demasiado sobada en ciertos c¨ªrculos, pierda su significado y se transforme en un amorfo concepto. As¨ª, cualquiera puede ser un fascista.
De hecho, cuando no nos acordamos del nombre de un se?or que nos saluda por la calle, lo m¨¢s aconsejable ser¨ªa llamarle 'fascista' directamente, para asegurarse de no fallar. ?Qui¨¦n dice que ese se?or no tenga algo de fascista? ?Alguien podr¨ªa afirmar categ¨®ricamente que no se lo merezca? No, ese hombre nos mir¨® con una expresi¨®n que a nosotros nos parec¨ªa cara de fascista, y puede que simplemente sea su aspecto, o tal vez la dimensi¨®n polifac¨¦tica y multiforme del insulto, lo que nos ha hecho que le calific¨¢semos certeramente como lo que era, aunque lo hagamos de una forma unilateral. Se lo merec¨ªa.
As¨ª pues, el fascista moderno de hoy podr¨ªa ser cualquiera. Incluso se baraja la posibilidad de que est¨¦n disfrazados, y que esta parte del mundo sea algo as¨ª como un hervidero de ellos. Y todos sabemos bien que hay que estar en contra de todas sus manifestaciones. Es un enemigo com¨²n y, por supuesto, real. Porque, ?contra qu¨¦ hay que luchar? Pues contra el fascismo, naturalmente. Esa cosa que adopta m¨²ltiples formas, significados y contenidos, esa sombra confusa y mutante que nos espera a la vuelta de la esquina. El fascismo, caballero, podr¨ªa estar debajo de su cama.
Ya se han perdido otros t¨¦rminos de car¨¢cter pol¨ªtico, que nadie sabe lo que significan, como 'furierista', 'sansimoniano', 'petrolero', 'carbonario', 'tim¨®crata' y otros muchos conceptos que, desgraciadamente, cayeron en el olvido sin que nadie se haya decidido a rescatarlos de sus cenizas. Cojan el diccionario y ver¨¢n c¨®mo abundan este tipo de palabras en desuso. Tal vez tengan el defecto -o la virtud- de ser demasiado concretas. Alguien tendr¨ªa que inventar algo nuevo. Hasta que eso ocurra, siempre nos quedar¨¢ esa palabra tan sonora como una plancha met¨¢lica cayendo desde una altura de dos pisos: 'Fascista'.
Para la correcta pronunciaci¨®n del insulto basta con unos elementales ejercicios de dicci¨®n. Con muy poca pr¨¢ctica, usted conseguir¨¢ unos 'fascista' bien entonados, lo que se dice convincentes, que no dejen lugar a dudas. Repita en voz alta: 'Fascista'. H¨¢galo otra vez: 'Fascista'. Es f¨¢cil, ?verdad? ?No empieza usted a animarse? Gr¨ªtelo si lo desea: '?Fascista!' S¨ª, hombre, no se corte. ?No se siente usted mejor? Las indudables aplicaciones terap¨¦uticas de esta palabra vienen demostradas por su creciente uso, r¨ªtmicamente desarrollado cual un jam¨®n-monja. Parece ser que repitiendo una palabra durante mucho tiempo se le queda a uno la mente en blanco, si es que alguna vez se tuvo una mente.
?sta es la causa aparente de que se haya olvidado hasta cierto punto el verdadero significado de la palabra. Cierto es que est¨¢ de moda, y que sirve tanto para el sol, como para la lluvia. El mensaje lanzado al soltar un 'fascista' no es analizable a un nivel de comprensi¨®n simple, pero no por ello, aunque sea una palabra equ¨ªvoca, deja de obtener unos resultados ¨®ptimos a un nivel de m¨¢xima expresi¨®n. A pesar de todo, siempre habr¨¢ alguien que no la entienda. En definitiva, es posible que ese se?or que iba por la calle y al cual hemos insultado hace poco, nos diga, un poco molesto: 'Yo siempre he pertenecido al Partido Comunista'.
Pero da lo mismo, no se desanimen. Tal vez alg¨²n d¨ªa se encuentren a un aut¨¦ntico fascista por la calle, y tengan la oportunidad de dec¨ªrselo a la cara. Puede que sea ¨¦ste el momento que muchos est¨¢n esperando: el de insultar con fundamento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.