La familia real acompa?a a Carmen Iglesias en su ingreso en la Academia Espa?ola
La historiadora defiende en su discurso la palabra como 'instrumento de la libertad'
Alguien ha destacado de Carmen Iglesias (Madrid, 1942) que su sabidur¨ªa no reside ¨²nicamente en el vasto conocimiento que posee de la historia, sino que es sabia porque sabe disfrutar de la vida. Esta mujer afable, gran comunicadora y, efectivamente, con gran facilidad para la sonrisa, entr¨® ayer en la solemne casa de la Real Academia Espa?ola (RAE). Acostumbrada a ser la ¨²nica en territorios que suelen estar copados por hombres, ley¨® con una enorme tranquilidad un discurso desde el que realiz¨® una apasionada defensa de la palabra como 'instrumento de libertad', en contra del t¨®pico de que 'la palabra disfraza el pensamiento'. La nueva acad¨¦mica estuvo arropada el d¨ªa de su ingreso por parte de la familia real.
Leyendo el apabullante curr¨ªculo de Carmen Iglesias es f¨¢cil deducir que est¨¢ acostumbrada a ganar y a romper determinadas convenciones. Es la ¨²nica mujer en la Academia de la Historia; es la ¨²nica que desde el campo historiogr¨¢fico se sienta en la RAE (las otras dos acad¨¦micas son Ana Mar¨ªa Matute, que viene de la literatura, y Margarita Salas, cient¨ªfica, que a¨²n no ha le¨ªdo su discurso de ingreso). Tampoco debe de ser f¨¢cil para la mayor¨ªa llegar a ser tutora de los v¨¢stagos de la Casa Real. As¨ª, la Reina presidi¨® ayer el acto al que asistieron el pr¨ªncipe Felipe (de quien fue preceptora y con quien entr¨® del brazo en una celebraci¨®n m¨¢s privada en un hotel de Madrid, tras el acto oficial) y la infanta Cristina (alumna suya). Le acompa?aban adem¨¢s sus amigos, compa?eros acad¨¦micos y personalidades del mundo cultural, pol¨ªtico y financiero. Entre otros, Francisco Ayala, Eduardo Arroyo, Jes¨²s de Polanco, Adolfo Su¨¢rez, ??igo Cavero, Ana Botella, Paloma Bot¨ªn, Juan Luis Cebri¨¢n, Francisco P¨¦rez Gonz¨¢lez o Aurelio Torrente.
A pesar de su familiaridad con el triunfo, no tuvo inconveniente en admitir que no todo es un camino de rosas y que la inmensa responsabilidad que supone elaborar el discurso (ha apurado los plazos hasta el final) la ha tenido sumida entre el 'gozo de trabajar' y 'el agobio de las referencias infinitas que pueden encontrarse'. Efectivamente, ley¨® un resumen de un trabajo de casi 200 p¨¢ginas, muy rico en referencias literarias y en aspectos de la actualidad. Entre los m¨¢s citados, Steiner; tambi¨¦n Borges, Gadamer, Popper, Caro Baroja... Colegas como Elliott, Parker, Joseph P¨¦rez... No sin antes, en un gesto de agradecimiento, mencionar a Manuel Alvar, Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa y Juan Luis Cebri¨¢n, art¨ªfices con su propuesta de que entre en la RAE.
Vestida con un traje de Lorenzo Caprile, azul a?il, Iglesias -que ocupa el sill¨®n E, que dej¨® vacante Gonzalo Torrente Ballester- articul¨® el texto titulado De historia y de literatura como elementos de ficci¨®n desde el convencimiento de que 'la historia y la literatura no son opuestas, sino complementarias; de que no podemos concebir la vida, nuestra cultura y nuestra civilizaci¨®n sin ellas, y que en ambas hay elementos de ficci¨®n'.
De alguna forma, el discurso fue un homenaje a Torrente Ballester al reflexionar sobre los mismos asuntos que el autor de La saga-fuga de J.B., 'la 'realidad' de la ficci¨®n, la novela y la historia, la verdad y la mentira...' . La historia es narraci¨®n, a juicio de Iglesias, pero la diferencia con otros tipos de literatura es que 'est¨¢ sometida al control de los hechos, a la cr¨ªtica y a la interpretaci¨®n de documentos; debajo de la historia y su escritura tiene que haber una disciplina de investigaci¨®n'. Por tanto, el oficio de historiador exige una disciplina mental, es decir, algo m¨¢s que 'una simple afici¨®n'.
Huyendo de todo dogmatismo, destac¨® que la historia no debe partir de ninguna exigencia moral aprior¨ªstica, salvo la b¨²squeda de la verdad, 'donde ya no caben verdades absolutas, porque la experiencia demuestra que la defensa de ¨¦stas conduce con facilidad a la violencia y el crimen'.
Para esta historiadora, que cree que cualquier tiempo pasado no fue mejor, 'la recuperaci¨®n de una conciencia hist¨®rica' es una de las v¨ªas para buscar la verdad. Pero lament¨® la incapacidad creciente de las generaciones actuales para pensar a medio y largo plazo. El presentismo del siglo XXI lo que pretende 'es pensar sin la historia, y muestra su total indiferencia hacia ella; esto trastoca las bases de lo que es nuestra historia cultural e intelectual, lo que puede tener efectos serios'.
Contradicci¨®n
Lectora precoz y autora de libros como La memoria hist¨®rica, cree que sin ¨¦sta, 'ni los individuos ni las colectividades parece que puedan sobrevivir ni progresar, ni siquiera materialmente'. Una de las salidas est¨¢ en la formaci¨®n en sentido amplio, como ha intentado realizar esta profesora en sus largos a?os de docencia: Recomendar, junto a las obras cl¨¢sicas, novelas, poes¨ªa, memorias y biograf¨ªas; al mismo tiempo, teatro y cine.
Tambi¨¦n quiso llamar la atenci¨®n sobre una contradicci¨®n. La que existe, a su juicio, entre el desprestigio semioficial de la historia, 'no exento de manipulaci¨®n', y el ¨¦xito popular de las historias del pasado. 'Frente a la falsificaci¨®n consciente de la historia hay que oponer la b¨²squeda de la verdad. Eriza el pelo la proliferaci¨®n de novelas hist¨®ricas que se atreven con cualquier tema o personaje'. En su af¨¢n did¨¢ctico, puso como ejemplo de buenas novelas, Adriano, de Marguerite Yourcenar; Tirano Banderas, de Valle-Incl¨¢n o La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa. Con una cancioncilla de sabor shakespeariano que le oy¨® a Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, redonde¨® su discurso: 'Y mientras sig¨¢is / aprendiendo, jam¨¢s / tem¨¢is la vejez ni la tumba. / ?se es el secreto de la juventud'.
Una obra de delicada apariencia e ind¨®mita decisi¨®n
El acad¨¦mico ?ngel Mart¨ªn Municio fue el encargado de contestar a Carmen Iglesias. 'A pesar de sus excepcionales m¨¦ritos, cuenta Carmen Iglesias con la devota fidelidad de sus amigos, lo que, al hermanar la admiraci¨®n con la amistad, vuelve un tanto incierto el dicho que proclama que 'hay pocos vicios que nos impidan tener muchos amigos; y, sin embargo, las grandes cualidades pueden dificultarlo'.
'La obra cient¨ªfica de Carmen Iglesias, que, al servicio de la verdad, sin hurtar esfuerzos -de tan delicada apariencia como de ind¨®mita decisi¨®n-a su compromiso de vanguardia, iza la memoria de los maestros, mientras que, resistente a la clasificaci¨®n, va ahondando en la estructuraci¨®n del tiempo hist¨®rico, a la vez que suscita nuevos aconteceres de ¨ªndole social, pol¨ªtica, costumbrista o biogr¨¢fica; practica la postura interrogante como primera condici¨®n del quehacer creativo y, al entrecruzar los saberes tradicionales, llega a la narraci¨®n virtual de la historia transversa concebida a partir de sus im¨¢genes'. 'Desde el principio de que 'amar la lengua no es monopolio de escritores y fil¨®logos', con diversidad de temas, seg¨²n la creaci¨®n especializada, y siempre con el empe?o del cuidado de la lengua, Carmen Iglesias ha abordado numerosos proyectos de diferente g¨¦nero y alcance, expuestos en formas y medios variados, y bajo el com¨²n significado de su difusi¨®n social'.
Los aspectos singulares de Carmen Iglesias 'se edifican sobre un espl¨¦ndido cimiento de conferencias, seminarios, presentaciones, libros colectivos, pr¨®logos, comisiones, art¨ªculos de prensa y de revistas especializadas, etc¨¦tera...'.
'... La constancia en cualquier labor del tiempo de Carmen Iglesias bien pudiera ser una singular referencia en la obra de Cela Las compa?¨ªas convenientes cuando asegura: ...'No es menester llegar el primero a nada; es, por el contrario, de toda necesidad llegar a tiempo', Y, hoy, Carmen Iglesias llega a tiempo, al debido tiempo a esta Academia'.
Babelia
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