La colecci¨®n del Macba
El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona ha impresionado -y casi sorprendido- a la ciudadan¨ªa con la exposici¨®n de las piezas m¨¢s significativas de sus propios fondos y de aquellos de los que dispone gracias a cesiones y dep¨®sitos estables. Su director, Manuel Borja-Villel, despu¨¦s de unos a?os de esfuerzos y convergencias, ha reunido un conjunto admirable que ya explica las intenciones y las perspectivas del museo. Me atrever¨ªa a decir que el Macba se ha afianzado ya como el ¨²nico museo de arte contempor¨¢neo del Estado espa?ol. Digo el ¨²nico porque el admirable Guggenheim de Bilbao no es exactamente un museo y porque el Reina Sof¨ªa de Madrid es un museo, pero no de arte contempor¨¢neo. Y porque el IVAM de Valencia, que hasta ahora era realmente el ¨²nico, parece que empieza una cierta retracci¨®n tem¨¢tica que nos gustar¨ªa ver corregida, una retracci¨®n que est¨¢ tambi¨¦n afectando a muchos museos de otras ciudades espa?olas que hace unos a?os promet¨ªan una pol¨ªtica m¨¢s radical.
Borja ha logrado estructurar una colecci¨®n que explica la situaci¨®n actual del arte partiendo de los hilos de continuidad y de las sugerencias inmediatamente anteriores que anticipaban explicaciones coherentes. Esos hilos y esas sugerencias se subrayan en las diversas l¨ªneas internacionales, pero tambi¨¦n en los reflejos directos de aquella producci¨®n local que ha sido precisamente menos localista. Tanto las presencias como las ausencias demuestran la radicalidad del contenido y, as¨ª, el museo cumple con dos de las obligaciones propias de la instituci¨®n: crear un fondo significativo y explicar con ¨¦l una interpretaci¨®n del arte contempor¨¢neo, abierta a un di¨¢logo -y hasta a una pol¨¦mica- que intervenga en la evoluci¨®n creativa de nuestros artistas y en el criterio de nuestros coleccionistas y cr¨ªticos.
En efecto, la visita al Macba permite conocer y palpar por primera vez en Barcelona la situaci¨®n actual del arte y, por lo tanto -gracias a la visi¨®n global de todo el itinerario-, plantear cr¨ªticas e incluso dudas sobre la validez de esta situaci¨®n. La ¨²ltima parte del proceso expositivo insiste en lo que podr¨ªamos llamar contenidos pol¨ªticos y en la utilizaci¨®n casi exclusiva de los instrumentos que proceden de la fotograf¨ªa, el cine, las im¨¢genes reproducibles, los textos escritos, la publicidad, los testimonios gr¨¢ficos de los medios de comunicaci¨®n, los sistemas digitales. Son dos caracter¨ªsticas tambi¨¦n muy evidentes en la Documenta 11, que cerr¨® hace pocos d¨ªas en Kassel, igualmente preocupada por dejar testimonio de su evidente actualidad. La utilizaci¨®n de estos instrumentos no me parece tan revolucionaria -en el sentido de revoluci¨®n art¨ªstica- como la insistencia en unos contenidos que intentan denunciar realidades sociales incontrovertibles y matizarlas incluso en t¨¦rminos aproximadamente pol¨ªticos. Despu¨¦s de alg¨²n tiempo de preponderancia de un cierto arte con escaso contenido social, como correspond¨ªa a los intereses del imperio, ahora, en el Macba y en Kassel parece subrayarse alg¨²n cambio esencial. Con muy buen criterio, en las dos exposiciones ese cambio hacia el protagonismo del contenido se relaciona con l¨ªneas anteriores que todav¨ªa persisten, desde la permanente eficacia del conceptualismo a las cargas emocionales de algunos maestros que provienen del expresionismo abstracto y de alguna radicalidad surrealista.
Pero el tema es tan oportuno e interesante que ha de provocar algunas cr¨ªticas. Esas obras tan expl¨ªcitas como denuncia social, ?no tienen el peligro de perder el poder emocional del arte y, por lo tanto, una manera propiamente art¨ªstica de ofrecer la misma denuncia? ?Un simple reportaje sobre las malas condiciones de vida en el ?frica central, sobre la poluci¨®n urbana, sobre las pobrezas suburbiales o sobre las buenas intenciones de los pol¨ªticos de la transici¨®n espa?ola es por s¨ª mismo una expresi¨®n art¨ªstica o hay que exigir otra l¨ªnea de comunicaci¨®n en la que las emociones se transmitan no s¨®lo como una informaci¨®n directa? Son preguntas que no sabr¨ªa contestar si no es discuti¨¦ndolas ante ejemplos concretos, invocando quiz¨¢ algunos maestros menos recientes que han batallado desde lenguajes m¨¢s cr¨ªpticos pero igualmente comprometidos y, sobre todo, entrando a fondo sobre cu¨¢l puede ser hoy el concepto de vanguardia, qu¨¦ ha significado la pretendida autonom¨ªa del arte, cu¨¢l puede ser el fruto de un di¨¢logo real entre civilizaciones despu¨¦s del colonialismo y en la globalizaci¨®n, cu¨¢les son -en el arte y, por lo tanto, en la pol¨ªtica- las actitudes creativas frente a ese imperio que seg¨²n Michael Hardt y Antonio Negri ha venido a reemplazar al imperialismo, cu¨¢l es el proceso de integraci¨®n operativa de lo marginal, cu¨¢les son los gritos prioritarios de reforma social frente a un status que irrumpe en la misma esencia del arte. Me parece que la forma expositiva del Macba orienta respuestas muy positivas en este sentido y abre perspectivas de reconocimiento art¨ªstico. Pero, adem¨¢s, en el cat¨¢logo de Documenta 11 una magn¨ªfica colecci¨®n de ensayos -especialmente el de su director art¨ªstico, Okwui Enwezor- plantea todos estos temas y acredita su validez y su eficacia en la nueva vanguardia art¨ªstica. Una vanguardia que, gracias a los aciertos de Borja-Villel, tenemos expuesta desde ahora en Barcelona, esperando la pol¨¦mica y rechazando cualquier conformismo. Es una provocaci¨®n que tenemos que aprovechar.
Oriol Bohigas es arquitecto
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