Para una generaci¨®n
El lehendakari Ibarretxe expuso el pasado viernes en el Parlamento de Vitoria, de forma pormenorizada y con un calendario preciso, el argumento de la segunda etapa ideada para construir de manera gradualista e irreversible un Estado independiente formado por el Pa¨ªs Vasco, Navarra y los territorios ultrapirenaicos franceses. El instrumento ser¨¢ un Pacto Pol¨ªtico encargado de sustituir al Estatuto de Gernika, desguazado unilateralmente por los nacionalistas como chatarra vieja. La naturalidad de Ibarretxe a la hora de ir desgranando ese 'proyecto de convivencia basado en la libre asociaci¨®n y la soberan¨ªa compartida' se revisti¨® de un tono imperativo para anunciar su ejecuci¨®n: si bien las puertas de la negociaci¨®n 'van a estar permanentemente abiertas' a los representantes del 40% del electorado no nacionalista, el lehendakari advierte desde ahora de que no tolerar¨¢ las posiciones cr¨ªticas (rebautizadas como 'derechos de veto') de la oposici¨®n parlamentaria 'que nos encadenen al fondo del pozo'. Ni la cortes¨ªa ret¨®rica de Ibarretxe avala la correcci¨®n de sus tesis, ni la buena voluntad de los arbitristas acredita la deseabilidad de los inventos cuando -como sucede en esta ocasi¨®n- son disparatados o est¨¢n cargados de peligros.
El Pacto Pol¨ªtico de Ibarretxe constituye un eslab¨®n en el proceso de construcci¨®n nacionalista de una Euskal Herria unificada e independiente -asentada sobre ambos lados de los Pirineos- a trav¨¦s de una larga marcha hist¨®rica. Esa propuesta de libre asociaci¨®n del Pa¨ªs Vasco con Espa?a -aclar¨® anteayer el lehendakari a I?aki Gabilondo en el programa radiof¨®nico Hoy por Hoy- servir¨¢ 'para convivir una pr¨®xima generaci¨®n'. As¨ª como el Estatuto de Gernika fue al parecer programado para durar s¨®lo las tres d¨¦cadas de la anterior generaci¨®n, el Pacto Pol¨ªtico es tambi¨¦n un adelanto a cuenta: agotada su virtualidad dentro de treinta a?os, la insaciable deuda hist¨®rica del Pueblo Vasco -siempre con may¨²sculas- buscar¨¢ nuevos pagadores. El ¨¢mbito geogr¨¢fico donde habita desde hace milenios esa esencia colectiva, conocida indistintamente como 'Vasconia, Reino de Navarra, Euskalherria, Pa¨ªs Vasco-Navarro, Euskadi o Pa¨ªs Vasco', es el blanco irrenunciable de sus reivindicaciones irredentistas. Dado que la presencia electoral nacionalista es minoritaria en Navarra (alrededor del 15%) y pr¨¢cticamente marginal en la zona vasco-francesa (un 5%), el motor de esa traves¨ªa secular no es la poblaci¨®n sino el destino manifiesto del territorio sagrado transpirenaico, aut¨¦ntico titular de los derechos hist¨®ricos de la soberan¨ªa originaria del Pueblo Vasco que fue secuestrada en su d¨ªa por Espa?a y Francia.
Aunque el car¨¢cter puramente mitol¨®gico de las leyendas inventadas por los nacionalistas para justificar sus reivindicaciones haya sido desmontado hasta la saciedad por los historiadores, el discurso victimista del conflicto secular del Pa¨ªs Vasco con Espa?a y Francia contin¨²a alimentando al independentismo. La invocaci¨®n del lehendakari a los principios de la democracia no debe llamar a enga?o: la aprobaci¨®n -por la C¨¢mara o mediante refer¨¦ndum- del Pacto Pol¨ªtico sin el concurso de los vascos no nacionalistas (PP y PSOE sumaron el 40% de los sufragios en las elecciones auton¨®micas de 2001) implicar¨ªa un fraude. En los reg¨ªmenes democr¨¢ticos, la regla de la mayor¨ªa simple (digamos, el 50,01% de los sufragios emitidos) sirve para dirimir los conflictos situados dentro del sistema; en cambio, las decisiones sobre cuestiones b¨¢sicas relativas a la convivencia en sociedades atravesadas por profundas divisones identitarias exigen -as¨ª lo ha indicado el Tribunal Supremo de Canad¨¢ sobre la separaci¨®n de Quebec- mayor¨ªas cualificadas, preguntas inequ¨ªvocas y negociaciones re?idas con las medidas unilaterales. El lehendakari Ibarretxe no parece dispuesto a mantener o incluso a elevar -como ser¨ªa deseable- el list¨®n del 53% sobre el censo electoral logrado en el refer¨¦ndum del Estatuto de Gernika de 1979 (el 90% de s¨ªes con una participaci¨®n del 60%) para hacer aprobar su Pacto Pol¨ªtico; todo hace suponer que se conformar¨ªa con una eventual mayor¨ªa sin cualificar parlamentaria y refrendataria de la que quedar¨ªan marginados los ciudadanos vascos no nacionalistas, un segmento cercano a la mitad de la poblaci¨®n de la Comunidad Aut¨®noma y mayoritario en territorio alav¨¦s.
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