Blair y su amigo Bill
Tony Blair, que ha atado su destino a tres cuestiones -Irak, el euro y el desarrollo de los servicios p¨²blicos a trav¨¦s de inversiones privadas-, recibi¨® ayer de Bill Clinton un apoyo decisivo frente a renuentes delegados en el Congreso anual de su Partido Laborista en Blackpool. El primer ministro brit¨¢nico apoya a Bush, pero maniobr¨® de forma inteligente al invitar al ex presidente de EE UU, que no dej¨® de echar flores a la pol¨ªtica de la tercera v¨ªa, con la que tanto tuvo que ver cuando resid¨ªa en la Casa Blanca.
Blair tiene un problema de opini¨®n p¨²blica. Su posici¨®n respecto a Irak no s¨®lo ha ido perdiendo apoyos en su pa¨ªs, sino que ha llevado a las calles de Londres el pasado s¨¢bado a decenas de miles de manifestantes, algo ins¨®lito desde las marchas de los ochenta convocadas por la Campa?a para el Desarme Nuclear. El primer ministro insiste en que 'a veces, y en particular al tratar con un dictador, la ¨²nica posibilidad para la paz es estar preparados para la guerra'. Pero su discurso se ha ido suavizando al insistir en la necesidad de una nueva resoluci¨®n de la ONU que permita un acceso completo de los inspectores internacionales a todos los rincones de Irak, incluidos los palacios presidenciales en Bagdad. Blair y Clinton coinciden ahora en buscar un cambio de r¨¦gimen en Irak 'por medios no militares', pues, seg¨²n el ex presidente, 'la acci¨®n militar debe ser siempre un ¨²ltimo recurso'. Clinton elogi¨® a su amigo Blair por haber alejado a Bush de la tentaci¨®n unilateral. 'Si es posible, actuar a trav¨¦s de la ONU', lanz¨® como lema, a la vez que reconoc¨ªa el apoyo que EE UU proporcion¨® a Sadam Husein. Con estos argumentos, el ex presidente se gan¨® a los delegados laboristas.
Sus cr¨ªticas contra un 'ataque preventivo' que podr¨ªa tener 'consecuencias indeseadas', como el uso por Sadam Husein de armas de destrucci¨®n masiva con la consiguiente muerte de 'muchos inocentes', sumadas a las m¨¢s duras del ex vicepresidente Al Gore, pueden incidir en la campa?a en EE UU de cara a las elecciones al Congreso de noviembre. Pero la Administraci¨®n de Bush siente que la situaci¨®n diplom¨¢tica se le puede escapar de las manos si se alarga, ya que muchos pa¨ªses ¨¢rabes est¨¢n intentando aprovechar esos retrasos para ampliar su margen de maniobra en esta crisis. De ah¨ª las prisas por cerrar una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU y del Congreso de EE UU.
El apoyo de Clinton a la 'pol¨ªtica progresista' de la que se reclama Blair tambi¨¦n refuerza su pol¨ªtica de reformas de los servicios p¨²blicos, especialmente sanidad y educaci¨®n, que propugna el Nuevo Laborismo, con el impulso a la financiaci¨®n e inversi¨®n privadas en este campo. Aunque hay algo que todav¨ªa rechina en el Partido Laborista, estas reformas siguen avanzando. La idea de Blair es pasar, gracias a la aportaci¨®n privada, de la 'producci¨®n en masa' de estos servicios a una mayor atenci¨®n al ciudadano como individuo. Promesas que a¨²n debe cumplir.
El tercer m¨¢stil al que Blair ha unido su suerte es la entrada en el euro como parte del 'destino' brit¨¢nico. Aun sin revelar el calendario del refer¨¦ndum o del abandono de la libra esterlina, nunca Blair hab¨ªa sido tan expl¨ªcito sobre esta cuesti¨®n. Aunque, para dosificar su europe¨ªsmo, tambi¨¦n se opuso a que la defensa com¨²n europea pueda llegar a rivalizar con la OTAN. El amigo americano pesa mucho sobre Blair. Y, sin duda, pesar¨¢ m¨¢s en las semanas venideras. Y ese amigo ya no ser¨¢ Clinton, sino nuevamente Bush.
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