Hombre contra m¨¢quina en Bahrein
El campe¨®n mundial de ajedrez se enfrenta al programa Deep Fritz
El g¨¦lido Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik ha tomado el estandarte de las neuronas en la lucha contra el silicio sobre un tablero de ajedrez. El ruso, de 26 a?os, se enfrenta desde ma?ana en Manama, capital del emirato de Bahrein, al programa Deep Fritz con el objetivo de vengar la derrota que su temperamental compatriota Gari Kasp¨¢rov sufri¨® hace cinco a?os en Nueva York ante la m¨¢quina Deep Blue.
El pr¨ªncipe y jeque Salman Bin Hamed al Jalifa, comandante en jefe del Ej¨¦rcito de Bahrein, asent¨ªa ayer con agrado durante la ceremonia de inauguraci¨®n, al escuchar el discurso del alem¨¢n Frederic Friedel, representante de la empresa Chess Base, propietaria de Deep Fritz: 'Los ¨¢rabes inventaron el ¨¢lgebra, los algoritmos, y el n¨²mero cero, elementos esenciales para crear las computadoras'.
El car¨¢cter fr¨ªo de Kr¨¢mnik le convierte en un rival m¨¢s dif¨ªcil que Kasp¨¢rov para la m¨¢quina
Al Jalifa volvi¨® a sonre¨ªr complacido cuando Kr¨¢mnik record¨® que fueron los ¨¢rabes quienes, hacia el siglo IX, introdujeron el ajedrez en Europa desde India y Persia a trav¨¦s de Espa?a. Parece apropiado que este nuevo combate del hombre contra su propia creaci¨®n, a ocho partidas, se dispute en este peque?o y rico pa¨ªs del golfo P¨¦rsico, una isla unida a Arabia Saud¨ª por un asombroso puente de 25 kil¨®metros. El arbitraje estar¨¢ a cargo del espa?ol Enrique Irazoqui, quien tambi¨¦n tiene su historia: destacado izquierdista durante el franquismo, profesor de espa?ol en EE UU, actor (fue Jesucristo en La pasi¨®n seg¨²n San Mateo) y hoy experto en computadoras de ajedrez, residente en Cadaqu¨¦s (Girona).
'El car¨¢cter fr¨ªo de Kr¨¢mnik le convierte en un rival m¨¢s peligroso para una m¨¢quina que Kasp¨¢rov, porque ¨¦ste inyecta sus emociones en sus jugadas, lo que le lleva a cometer errores'. Lo dice el holand¨¦s Frans Morsch, el padre del monstruo Deep Fritz, a cuya investigaci¨®n y mejora se dedica de manera exclusiva desde 1991. Ciertamente, la derrota por la m¨ªnima (2,5-3,5) de Kasp¨¢rov ante Deep Blue hace cinco a?os -tras vencer en 1996 a la misma m¨¢quina en Filadelfia- se debi¨® a un error de principiante que el ruso cometi¨® en la ¨²ltima partida, y tambi¨¦n a que estaba muy nervioso durante el encuentro. Kr¨¢mnik destron¨® a Kasp¨¢rov en el Mundial oficioso de 2000 con una t¨¢ctica ultraconservadora, dejando que el fuego de su adversario se extinguiera ante su hielo cerebral. Y todo indica que va a intentar lo mismo frente a Deep Fritz: no arriesgar, huir de las posiciones muy complicadas, en las que los ajedrecistas de silicio son ya casi invencibles, y confiar en que la m¨¢quina haga estupideces porque no entiende de estrategias a largo plazo.
Precisamente ah¨ª est¨¢ el meollo de la cuesti¨®n ahora mismo: adem¨¢s de una aterradora capacidad de c¨¢lculo que ya han conseguido, los programadores quieren que sus criaturas piensen como un ajedrecista humano. Por ejemplo, que sean capaces de trasladar fuerzas de un flanco a otro, de manera aparentemente anodina, con la idea de lanzar un ataque feroz 10 jugadas m¨¢s tarde. En realidad, llamar monstruo a Deep Fritz es discutible: s¨®lo mide 12 cent¨ªmetros, pesa 50 gramos y calcula cuatro millones de jugadas por segundo, en contraste con los dos metros, 1.400 kilos y 200 millones de movimientos de Deep Blue. Pero casi todos los expertos coinciden en que el programa de IBM, desmantelado en 1997 tras lograr que las acciones de la compa?¨ªa se disparasen en Wall Street por su victoria frente a Kasp¨¢rov, jugaba peor que Deep Fritz porque cinco a?os son una eternidad en inform¨¢tica.
Kr¨¢mnik ha exigido normas estrictas para evitar el cansancio ante un rival incansable: habr¨¢ partidas -transmitidas en directo por la edici¨®n digital de EL PA?S (www.elpais.es) a las 14.00- los pr¨®ximos d¨ªas 4, 6, 8, 10, 13, 15, 17 y 19; todas las dem¨¢s jornadas ser¨¢n de reposo o para terminar partidas aplazadas tras seis horas de lucha. 'Tres semanas para ocho partidas de ajedrez. Va a ser un combate memorable', concluy¨® el jeque Al Jalifa.
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