El dandi trovador
En Figueres la Rambla est¨¢ en obras, los pl¨¢tanos frondosos y centenarios est¨¢n llenos de polvo y expectantes ante la reforma. Los caf¨¦s de esta Rambla son de los mejores del pa¨ªs, pero est¨¢n degrad¨¢ndose a toda pastilla y cualquier d¨ªa tambi¨¦n los reforman para convertirlos al fast-food m¨¢s rentable. La vida cultural de la capital del Empord¨¤ se apoya casi exclusivamente en el gigantesco ¨¦xito del Museo Dal¨ª, pero la ciudad no acaba de aprovechar la circunstancia para cuajar una cierta capitalidad cultural. Contradiciendo esta afirmaci¨®n gratuita de visitante espor¨¢dico est¨¢ la actividad del Museo del Empord¨¤. Este a?o el museo es el centro neur¨¢lgico de la celebraci¨®n del centenario de Carles Fages de Climent (Figueres, 1902-1968). La exposici¨®n subtitulada Po¨¦tica y m¨ªtica del Empord¨¤ nos acerca a la figura de un poeta fuera de lo corriente, un hombre vitalista y graf¨®mano, de gran rigor formal y de una osad¨ªa populista sin l¨ªmites. Enric Pujol, comisario de la exhibici¨®n, me explica con un entusiasmo divertido y cari?oso las entrel¨ªneas de la vida de Fages, autor de centenares de epigramas, versos sat¨ªricos que se han incorporado al paisaje ampurdan¨¦s.
El poeta federal tocaba todos los registros con su batuta perforadora de tramontanas, tal como hac¨ªa el 'sabater d'Ordis'
Adem¨¢s de ser un poeta popular en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, Fages fue todo un tipo, un se?or extravagante, un rico propietario hasta la ruina, un literato ambicioso que no alcanz¨® la medida de su exigencia, un bon vivant que pas¨® por la rep¨²blica ampurdanesa de la manera m¨¢s dionis¨ªaca posible. Amigo y c¨®mplice de Dal¨ª, ha sido el escritor que en m¨¢s ocasiones ha colaborado con el pintor de Portlligat. Fue Fages quien, en un paseo de juventud, le vaticin¨® a Dal¨ª que en el Teatro Principal le erigir¨ªan un museo. As¨ª que algo del exceso fagesiano es palabra de visionario.
El Fages epigramista es prol¨ªfico, excesivo, li fot pel broc gros sin miramientos. Seg¨²n Pla, que lo trat¨® a pesar de sus diferencias y que p¨®stumamente le dedic¨® un libro -doscientas p¨¢ginas dentro de sus Escrits empordanesos- , Fages ten¨ªa el defecto de no distinguir lo sustancial de lo superfluo, lo bueno de lo malo literario. Adem¨¢s, tampoco le perdonaba el dandismo fr¨ªvolo y ese ego que en los poetas es m¨¢s fr¨¢gil e inflable que en los prosistas. Pla, en su cr¨ªtica implacable, lo califica como 'l'¨²ltim cagall¨® del feudalisme', pero a pesar de todo reconoce el valor de los versos de la Balada del sabater d'Ordis, la prosa contundente de Climent y la inamovible vocaci¨®n literaria de Fages.
La personalidad del poeta es tan exuberante como para escribir los Cent consells d'amor, que con el ingenio de un juego alcanzan la pornograf¨ªa mis¨®gina, y tambi¨¦n la Oraci¨® final del Crist de la Tramuntana, fragmento del in¨¦dito Somni del Cap de Creus, que se emit¨ªa cada d¨ªa por Radio Popular de Figueres a la hora del ¨¢ngelus, de difusi¨®n obligatoria durante el franquismo. El poeta federal tocaba todos los registros con su batuta perforadora de tramontanas, tal como hac¨ªa el sabater d'Ordis, protagonista del que dicen que es su mejor libro. El centenario trae el obsequio de la reedici¨®n de la mayor parte de la literatura de Fages y as¨ª podremos juzgar y disfrutar una obra que tuvo una difusi¨®n restringida, casi de bibli¨®filo. De momento ha aparecido una selecci¨®n de sus Epigrames y el Poema dels tres reis (ambos en Brau edicions), cuyos versos son de una aparente ingenuidad y de una aguda fineza: 'Mapamundi, / prodigi de blaus paral¡¤lels / on s'afuen els gratacels / i els l¨ªmits del latifundi'. Leer a Fages, para el poeta Enric Casasses, significa la recuperaci¨®n de un tesoro cuyos l¨ªmites todav¨ªa no se conocen.
El Empord¨¤ tradicionalmente ha sacado partido de su tramontana y ha producido individuos m¨¢s o menos notables, pero siempre tocados por un gesto genialoide. Fages fue un claro exponente de esa materia ampurdanesa que siempre ha fascinado a los prudentes barcelonins, eso y la belleza de un paisaje trabajado durante siglos que te hace sentir se?or de la tierra. Al menos as¨ª se sent¨ªa el Fages trovador que pronunciaba conferencias de t¨ªtulos tan sugerentes como Vilasacra, centre del m¨®n (publicada en libro) o Consells financers, que gener¨® gran expectativa entre la audiencia dada su fama de hereu escampa e inversor sistem¨¢tico en empresas ruinosas.
A pesar de su individualismo po¨¦tico, tuvo su actividad pol¨ªtica: fue socialista bajo la dictadura de Primo de Rivera, mon¨¢rquico medievalizante durante la Rep¨²blica y carlista cuando el Frente Popular. Fue compa?ero de viaje durante los primeros a?os del franquismo, pero como muchos 'afectos' catalanes pronto opt¨® por la discreta retirada hacia el limbo apol¨ªtico. En sus ¨²ltimos a?os alterna Figueres y Castell¨® d'Emp¨²ries, hasta que se instala definitivamente en esta ¨²ltima poblaci¨®n. La exposici¨®n de Figueres viajar¨¢ el pr¨®ximo enero a Barcelona, ser¨¢ algo as¨ª como el regreso triunfal de un Fages que se sent¨ªa malquerido por la capital.
A veces Fages me recuerda al rector de Vallfogona, de quien la gente recitaba versos y explicaba ocurrencias hasta olvidar su autor¨ªa. Cuando un poeta consigue que su nombre desaparezca en la niebla m¨ªtica y por el contrario sus versos se repitan a trav¨¦s de generaciones como si fueran verdades familiares, es que ha logrado su objetivo. Ahora podemos acercarnos a la oronda y simp¨¢tica figura de Carles Fages de Climent y reconocer en ¨¦l lo que siempre quiso ser: un poeta.
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