La crisis entre EE UU y Alemania
El que el canciller Schr?der, en la ¨²ltima fase de la campa?a electoral, se distanciase de la pol¨ªtica belicista de Estados Unidos trajo consigo los efectos esperados. En los nuevos Estados federados, el SPD logr¨® arrebatar la bandera del pacifismo al sucesor del partido comunista, el PDS. Se pudo as¨ª contener el baj¨®n que provocaron los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en el basti¨®n socialdem¨®crata de Renania del Norte y, gracias a la subida inesperada de Los Verdes, seguir gobernando. Las inundaciones pusieron en un primer plano la cuesti¨®n ecol¨®gica, haciendo efectiva la popularidad de su l¨ªder, Joschka Fischer.
El PDS, que en las elecciones de 1998 hab¨ªa alcanzado el 5% de los votos, esta vez no ha podido saltar el list¨®n, y con s¨®lo dos diputados ganados directamente -les ha faltado el tercero- ha desaparecido de hecho como fuerza parlamentaria. Est¨¢ por ver si se repondr¨¢ de este baquetazo; en todo caso, para una socialdemocracia que aspira tan s¨®lo a gobernar es de la m¨¢xima importancia que a su izquierda desaparezca cualquier peque?o partido que se reclame del socialismo.
El precio a pagar por estratagema tan exitosa ha sido el deterioro de las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos. En la reuni¨®n de los ministros de Defensa de la OTAN, el 24 de septiembre en Varsovia, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, subray¨® el distanciamiento con su colega alem¨¢n, Peter Struck. Los socialdem¨®cratas alemanes hab¨ªan contado con que el Gobierno de Estados Unidos tendr¨ªa muy presentes los motivos de orden interno que les hab¨ªa llevado a defender la no participaci¨®n en la proyectada guerra contra Irak. En todo caso, en los pocos meses que quedan hasta que se inicie el ataque, a¨²n pueden pasar muchas cosas que permitan al Gobierno alem¨¢n reconsiderar su posici¨®n. Nadie en Alemania se toma en serio pacifismo tan repentino.
El que inmediatamente despu¨¦s de las elecciones el canciller Schr?der hiciera un viaje a Londres para pedir la mediaci¨®n de su amigo Tony Blair puso de manifiesto que Alemania teme que las heridas no cicatricen tan pronto. Los alemanes pensaron que a un aliado tan fiel y con tantos intereses comunes no les concern¨ªa la nueva doctrina de que Estados Unidos, seg¨²n el principio de que el que no est¨¢ conmigo est¨¢ contra m¨ª, s¨®lo reconoce aliados ad hoc. ?Ad¨®nde podr¨ªamos llegar si por motivos de orden interno cupiera justificar el insubordinarse contra la voluntad imperial! Estados Unidos ha decidido aprovechar su absoluta superioridad militar para ordenar el mundo seg¨²n sus intereses y no va a tolerar que nadie, ni siquiera los viejos amigos, le pongan chinitas.
Desde la perspectiva de la Uni¨®n Europea, que deber¨ªa ser la ¨²nica adecuada, queda patente la dimensi¨®n verdaderamente preocupante del conflicto. Se ha reprochado a Schr?der que en una decisi¨®n de tanta envergadura no hubiera recabado la opini¨®n de los dem¨¢s socios comunitarios. Pero tampoco, al dar su adhesi¨®n incondicional a la pol¨ªtica de Estados Unidos, lo han hecho el Reino Unido, Italia o Espa?a. Y ello cuando con una moneda ¨²nica necesitamos de una pol¨ªtica exterior com¨²n; hasta hemos creado el puesto del portavoz que deber¨ªa coordinarla.
El hecho descarnado es que Estados Unidos se empe?a en ignorar la existencia de la Uni¨®n Europea y trata s¨®lo con cada uno de los Estados comunitarios. Mientras la Uni¨®n Europea no exista para Estados Unidos, no estar¨¢ asegurada su permanencia a largo plazo. Si a esto a?adimos que en tiempos de vacas flacas empieza a resquebrajarse el Pacto de Estabilidad presupuestaria, incluso se oyen voces que pretenden sacar los gastos militares de los acuerdos de Maastricht, hay que ponerse a temblar ante el futuro de una moneda com¨²n de Estados con econom¨ªas muy diferentes, que mantiene cada uno una pol¨ªtica fiscal y financiera propia, sin ser capaces de coordinar una pol¨ªtica exterior y de defensa com¨²n. Estados Unidos, al que debemos el que una Europa unida fuera factible en las condiciones de la guerra fr¨ªa, parece que no la deja sitio en el nuevo mundo que est¨¢ configurando. El que Europa sea capaz para seguir avanzando, de oponerse al coloso norteamericano, es algo que todav¨ªa est¨¢ por ver.
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