Follet¨ªn sustancial y trepidante
Thomas Hardy (1840-1928) naci¨® en Higher Bockhampton, un peque?o pueblo de Dorset, en esa regi¨®n del suroeste de Inglaterra que llegar¨ªa a ser el Wessex de sus novelas. All¨ª pas¨® su infancia hasta que a los 15 a?os se incorpor¨® en calidad de aprendiz al estudio de un arquitecto. Seis a?os despu¨¦s, en 1861, se traslad¨® a Londres, en donde compagin¨® su trabajo con una dedicaci¨®n constante a la poes¨ªa y a los relatos breves hasta que, en 1868, envi¨® su primera novela a una editorial, que la rechaz¨®. No obstante, el autor del informe que desaconsejaba su publicaci¨®n, George Meredith, le anim¨® a que escribiera una segunda. Lo hizo. En 1871 sali¨® a la luz Desperate Remedies, y al a?o siguiente Under the Greenwood Tree. Esta ¨²ltima le procur¨® su primer ¨¦xito, y poco despu¨¦s decidi¨® abandonar la arquitectura para consagrarse a las letras. Tras publicar por entregas su tercera novela, A Pair of Blue Eyes (1873), recibi¨® un encargo. El editor de una revista de gran tirada, The Cornhill Magazine, le pidi¨® que escribiese para esta publicaci¨®n una novela. As¨ª fue que, a lo largo de 1874, Hardy public¨® Lejos del mundanal ruido.
LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO
Thomas Hardy. Traducci¨®n de Catalina Mart¨ªnez Mu?oz Alba. Barcelona, 2002 584 p¨¢ginas. 28,50 euros
El ¨¦xito de esta novela fue tal que, a finales del mismo a?o, al tiempo que se imprim¨ªan los cap¨ªtulos finales en la revista, la obra sali¨® en forma de libro. La importancia de Lejos del mundanal ruido puede calibrarse a la luz de varios hechos. En primer lugar, Hardy emple¨® aqu¨ª por primera vez el nombre de Wessex para designar el territorio en el que se desarrollar¨ªan las acciones de sus novelas m¨¢s importantes, entre las que se encuentran El alcalde de Casterbridge (1886), Tess la de los D'Urbervilles (1891) y Jude el oscuro (1895). Hardy tom¨® el nombre del reino saj¨®n que durante la alta Edad Media comprendi¨® el suroeste de lo que hoy es Inglaterra. Tal es el poder de la literatura que Wessex comenz¨® a emplearse para designar el territorio real en que se inspir¨® el escritor. Hardy, impresionado por el disparate, a?adi¨® en el pr¨®logo de 1902 a Lejos del mundanal ruido una advertencia para que no se confundiese ficci¨®n y realidad. Lo cierto es que Wessex ha pasado a designar la cultura predominantemente rural y preindustrial que Hardy retrat¨® en sus novelas.
Si la presentaci¨®n de lo que habr¨ªa de ser el espacio m¨ªtico de los poemas y las narraciones de Hardy es capital, no lo es menos el cambio que desencaden¨® la obra. Algunas rese?as compararon Lejos del mundanal ruido con los relatos de George Eliot, lo que oblig¨® a Hardy a reconsiderar la direcci¨®n que hab¨ªan de seguir sus obras en el futuro. Fruto de ello, al menos en parte, su prosa adquiri¨® una densidad propia, las descripciones cobraron una relevancia sustancial, y los personajes se robustecieron sin perder su esencia como caracteres. En este sentido, Bathsheva, protagonista de Lejos del mundanal ruido, puede considerarse casi banal en comparaci¨®n con Tess D'Urberville, por poner un ejemplo.
Por fin, cabe se?alar una t¨¦cnica que Hardy emple¨® aqu¨ª por primera vez, y que muestra en esencia el fatalismo de Hardy. Lejos del mundanal ruido narra la historia sentimental de Bathsheva Everdene y Gabriel Oak. El primer encuentro entre ¨¦stos se produce cuando Bathsheva no es m¨¢s que una campesina pobre y hu¨¦rfana que subsiste gracias a la generosidad de sus familiares, mientras que Gabriel es el 'Hacendado Oak', un ganadero con futuro. A pesar de las diferencias entre ellos, ¨¦l se decide a pedirla en matrimonio, y ella lo rechaza. Poco despu¨¦s, la desgracia se ceba en Gabriel Oak, que pierde todas sus ovejas en un accidente, y se ve obligado a merodear en busca de trabajo. Mientras tanto, Bathsehva ha recibido en herencia una pr¨®spera granja. Un incendio en esta granja propicia el reencuentro de los protagonistas, y Oak pasa a trabajar para la mujer que lo rechaz¨®.
Esta inversi¨®n de sus posicio-
nes en sociedad vuelve a imposibilitar cualquier atisbo de relaci¨®n sentimental entre Bathsheva y Oak. Ya asentada como propietaria de cierto relieve, Bathsheva cobra conciencia de la admiraci¨®n que causa entre todos los hacendados locales, menos en su vecino Boldwood, que no le hace ni caso. Bathsheva, herida en su amor propio, decide enviarle una carta en el d¨ªa de San Valent¨ªn, y para sellar el sobre utiliza un tamp¨®n que ha encontrado por casualidad y que reza 'c¨¢sese conmigo'. A ra¨ªz de ello, Boldwood desarrollar¨¢ un amor obsesivo por Bathsheva. Ella, sin embargo, caer¨¢ en las garras de Frank Troy, un sargento seductor y sensual, con el que contraer¨¢ matrimonio. Troy desaparecer¨¢ y se le dar¨¢ por muerto, lo que avivar¨¢ de nuevo las brasas de Boldwood. Finalmente, la reaparici¨®n del militar provocar¨¢ la desgracia de los dos hombres, y Bathsheva recompondr¨¢ su vida con Gabriel Oak.
La t¨¦cnica de Hardy consiste en hacer de una acci¨®n en apariencia intrascendente -en el caso de Lejos del mundanal ruido la carta de Bathsheva a Boldwood, guiada por un despecho caprichoso e inconsciente- la causa de un desastre que arrasa con las vidas de dos hombres. El pesimismo de Hardy, por mucho que ¨¦l lo negara, se observa en la carga de fatalidad que llevan los peque?os detalles, una fatalidad que priva al hombre de cualquier control sobre su destino, convirti¨¦ndolo en una bolsa de pl¨¢stico a merced del viento.
Sin embargo, el conflicto moral de Lejos del mundanal ruido va acompa?ado de muchos elementos folletinescos que hacen de la novela una narraci¨®n trepidante y placentera. Las situaciones c¨®micas, la sensualidad del idilio de Bathsheva y Troy, las descripciones en que se retrata un mundo pastoril ajeno a la Inglaterra ya industrializada, la presencia de reflexiones llenas de sustancia moderna ('es dif¨ªcil para una mujer definir sus sentimientos en un lenguaje creado principalmente por el hombre para expresar los suyos'), convierten Lejos del mundanal ruido en una novela extraordinaria.
Poeta creciente
THOMAS HARDY pertenece a esa rara clase de escritores que han cultivado dos g¨¦neros literarios con la misma maestr¨ªa. Hardy en su juventud escribi¨® poes¨ªa, y apenas public¨® una m¨ªnima parte de ella. No tard¨® en abandonarla para dedicarse casi por completo a la novela hasta que, treinta a?os despu¨¦s, regres¨® a sus or¨ªgenes. Este regreso a la l¨ªrica lleg¨® a ra¨ªz de la hostilidad con que fue recibida Jude el oscuro, la ¨²ltima de sus grandes novelas, en 1895. A grandes rasgos, Hardy dedic¨® las tres ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XIX a la novela y las tres primeras del XX a la poes¨ªa. El valor que se atribuy¨® a sus obras en prosa y en verso, sin embargo, no fue el mismo.
Hardy tuvo ¨¦xito con sus novelas pr¨¢cticamente desde el principio, tanto entre el p¨²blico como entre los cr¨ªticos. Se encontr¨® a caballo entre los grandes escritores realistas -Dickens, Eliot, Thackeray- y los narradores experimentales de las vanguardias -Woolf, Joyce-, de manera que vino a ocupar, junto a Joseph Conrad, un espacio propio. Hardy se mostr¨® reacio al realismo, que se afanaba en representar los problemas y el comportamiento humano en un determinado medio social, y opt¨® por una vuelta a los conflictos esenciales. El contexto social de su tiempo desapareci¨® paulatinamente de las novelas, hasta que se impregnaron de un aura de intemporalidad primitiva, casi hesi¨®dica. La rutina de las labores del campo; la necesidad de prevenirse contra una naturaleza que ignora al hombre y sigue su curso sin ninguna bondad wordsworthiana; el peso de las acciones m¨¢s banales en un ambiente moral impregnado de referencias b¨ªblicas, ¨¦stas son tres constantes en sus novelas. Pero adem¨¢s, como marca de su modernidad, Hardy desarroll¨® un estilo perfectamente reconocible.
Su poes¨ªa, sin embargo, es harina de otro costal. Como muchos otros poetas tardovictorianos, Hardy escribi¨® una cantidad considerable de baladas (entre ellas, The Ruined Maid y A Trampwoman's Tragedy), un drama ¨¦pico en tres partes (The Dynasts, en el que recuper¨® la memoria de las guerras napole¨®nicas) y poetiz¨® infinidad de an¨¦cdotas que ilustraban su fatalismo. Pero Hardy fue m¨¢s all¨¢. La melancol¨ªa de Housman y la energ¨ªa simb¨®lica de Yeats se hallan en las otras dos esquinas de un tri¨¢ngulo, en el que Hardy ocupar¨ªa el v¨¦rtice de la poes¨ªa moral. Como para Nietzsche, para Hardy lo que deja huellas indelebles en la memoria de los hombres es el dolor. No obstante, Hardy supo prescindir de la melancol¨ªa y el sentimentalismo victorianos, y en ello se encuentra la marca que le distingue del tono dominante por entonces. Levant¨® una poes¨ªa rotunda vali¨¦ndose de la contenci¨®n y de su firme creencia en la inutilidad de la vida. Y en ello, parad¨®jicamente para un hombre ateo, hay un eco de poetas profundamente religiosos, como Donne o Milton.
Sin embargo, a pesar de la grandeza que alienta en esta poes¨ªa, tuvieron que pasar varias d¨¦cadas hasta que lleg¨® a alzarse con un papel protagonista. Quiz¨¢ la poes¨ªa de Hardy se vio ensombrecida por la magnitud de sus novelas; quiz¨¢ no sintonizaba ni con la sensibilidad vanguardista ni con la de los cr¨ªticos conservadores de comienzos del siglo XX. Desde la d¨¦cada de los setenta, sin embargo, el inter¨¦s no ha cesado de crecer, hasta el punto de que hoy se le considera, junto a Yeats, Eliot y Hughes, uno de los mejores poetas del siglo pasado, adem¨¢s de uno de los mejores novelistas del XIX.
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