Un paso adelante y otro atr¨¢s

No estuvo del todo mal la primera corrida de toros de la presente feria de oto?o. Pero tampoco bien, no seamos triunfalistas. Se vieron pasajes interesantes, momentos que rozaron la brillantez, sin llegar a explotar debidamente. Y m¨¢s que nada por mor de un ganado que blande¨® mucho, y en el caballo no fue un prodigio de bravura. Aunque entre el ir y venir, las voces y los ecos, Rivera Ord¨®?ez acert¨® a cortar una oreja a su segundo toro. Trofeo algo discutido, que no lo hubiera sido,si no hubiera intercalado, con reposo y templanza, un paso adelante y otro atr¨¢s.

En el primero de la c¨¢lida tarde, Rivera no se dio mucha coba, ante el noble y flojo toro casta?o de N¨²?ez del Cuvillo. Se le not¨® algo molesto por el quite de El Fandi, quien en el remate de unas tafalleras, con revolera enganchada entre los pitones, no le hizo demasiado favor que digamos. Y Rivera estuvo discreto, sin meterse con el toro, sin obligar u otras menudencias de lidiador. Muletazos sueltos templados, y una desgana que saltaba a borbotones. ?l sabr¨¢ qu¨¦ de malo ten¨ªa el toro, manejable, a la postre un alma c¨¢ndida.

Cambi¨® el panorama para Rivera, pues, en su segundo, al que pareci¨® mirar con buenos ojos, desde los primeros lances de saludo. Entonces fue que se par¨®, templ¨® y gust¨® por ambos pitones, en muletazos sueltos que imprimieron suavidad, despaciosidad y buenas intenciones. Y un toreo por bajo a dos manos, algun trincherilla bordada, de arena arrastrada a comp¨¢s. Pero como no se decidi¨® a ganar terreno al final de cada pase, algo fundamental en tal toro, la encomiable ligaz¨®n no fragu¨®. Termin¨®, sin embargo, por arrancar una oreja, porque la suerte suprema la hizo a ley.

Eugenio de Mora se llev¨® una voltereta, al probar el toreo al natural, que doli¨® a toda la plaza. No le impidi¨® el percance continuar en la lidia, y realiz¨® una faena de muleta con altibajos, tiempos muertos y momentos en los que llev¨® al toro al ralent¨ª, suave y largo. En su segundo apenas pudo estar digno y valiente. Se raj¨® el inv¨¢lido claudicante en la muleta y De Mora abrevi¨®.

El Fandi no tuvo un lote afortunado y ¨¦l no estuvo muy inspirado. Dio espect¨¢culo con las banderillas, y en sus dos faenas, se le vio como atorado, trist¨®n. Si no acompa?an los toros y la cabeza no est¨¢ despejada, entonces, no hay paso adelante, ni paso atr¨¢s, si no un paso hacia un lugar llamado ninguna parte.