El M¨¢laga, a lo pr¨¢ctico

Dec¨ªa Joaqu¨ªn Peir¨® en la v¨ªspera del partido que, a estas alturas de la vida, su colega Luis Aragon¨¦s y ¨¦l se conocen bien. Por eso, sabiendo que el contraataque es el mayor peligro de su adversario, el conjunto andaluz se cuid¨® mucho de andar manoseando la pelota en la zona medular hasta llegar poco a poco al ¨¢rea. ?Por qu¨¦? Por la fuerte presi¨®n planteada por los rojiblancos, que dieron el aviso nada m¨¢s comenzar con un lanzamiento al palo de Luis Garc¨ªa. Fue precisamente despu¨¦s de un bal¨®n robado en una zona peligrosa en la que el M¨¢laga tocaba sin frutos ofensivos.

Recibida la advertencia, el conjunto local crey¨® que ser¨ªa m¨¢s sencillo entregarse al juego directo y pasar por alto el medio del campo, donde Emerson, Movilla y Albertini eran demasiado para Romero y Sandro. El media punta tinerfe?o qued¨® sumergido por el juego directo y a¨¦reo de sus compa?eros y no fue el referente ofensivo que est¨¢ siendo en este curso. Una de las razones de tal disposici¨®n atacante era la presencia del gur¨² de los balones divididos, Dar¨ªo Silva. La historia se repet¨ªa una y otra vez: bal¨®n largo peinado por Dely Vald¨¦s y peleado por el uruguayo. Demasiado previsible. Sandro se aburr¨ªa y quiz¨¢ por eso, frustrado, andaba pele¨¢ndose con uno y otro.

Tras cinco partidos en el banquillo, Movilla fue titular y form¨® una doble media punta junto a Emerson. S¨®lo cuando alguno de los dos recib¨ªa la pelota, el Atl¨¦tico se acercaba al ¨¢rea, pero los balones no llegaban a Fernando Torres. La cadena que comenzaba en Albertini no terminaba en el joven delantero. El italiano estuvo desorientado, le costaba sacar el bal¨®n controlado y tampoco tuvo alternativas por las bandas, ambas bien vigiladas. La doble media punta formada por Movilla y Emerson no dio los frutos deseados, aunque el centrocampista madrile?o estuvo activo a rachas, pero sin hacerse con el control del partido como lo hac¨ªa cuando jugaba en el equipo andaluz.

Con un gol en contra ya no val¨ªa el contraataque. As¨ª que Aragon¨¦s prepar¨® a su equipo para ensanchar el campo y tomar la iniciativa: Jos¨¦ Mari y Movilla por las alas y Javi Moreno y Fernando Torres para esperar desde el ¨¢rea las evoluciones de los primeros. Pero el Atl¨¦tico no termin¨® de coger el hilo a su nueva disposici¨®n y lleg¨® el momento clave del partido: Burgos rechaz¨® un penalti y un defensa, Fernando Sanz, se col¨® en el ¨¢rea y marc¨®. En ese momento acab¨® el encuentro para los rojiblancos, que se hab¨ªan quedado con diez por la expulsi¨®n de Esteban al cometer esa falta. Quedaba apenas un tercio de partido.

El equipo madrile?o era incapaz de trenzar y llegar arriba con cierta claridad. Ni siquiera algunas jugadas de estrategia provocaron murmullos en la grada. No hab¨ªa motivos porque el M¨¢laga se aprovechaba f¨¢cilmente de los espacios y des¨®rdenes defensivos de su oponente, sobre todo con la velocidad de Dar¨ªo Silva, y se plantaba en el ¨¢rea atl¨¦tica con facilidad. As¨ª que Peir¨® le aplic¨® a Aragon¨¦s su propia medicina. El tercer gol era cuesti¨®n de tiempo. Lo hizo Manu, que no deja de sorprender.

A partir de ah¨ª todo el arsenal ofensivo desplegado por Aragon¨¦s en la segunda mitad se qued¨® en nada. En veinte minutos el Atl¨¦tico ten¨ªa que remontar tres goles con diez jugadores y con un obst¨¢culo mucho peor, el de su propia frustraci¨®n. La goleada pudo ser de esc¨¢ndalo, pero Jos¨¦ Mari maquill¨® el resultado justo antes del pitido final mientras Emerson y Albertini eran expulsados por protestar.