Para corazones toreros
Vaya corrida que solt¨® Adolfo Mart¨ªn ayer, en tarde dorada de oto?o. Ninguno de los toros permit¨ªa alivios, pases de pitimin¨ª, dudas, suspicacias. Fue una corrida para corazones toreros. Que tuvieran muy bien bien asimiladas las reglas eternas de la lidia. Que toda la vida de Dios han sido el someter, dominar y dejar muy clarito quien es el capitan en el ruedo.
Fernando Roble?o fue quien mejor disposici¨®n reuni¨®, am¨¦n de que tuvo los toros m¨¢s manejables, lo que resulta un tanto ir¨®nico si tenemos en cuenta el picante, asperezas y turbias ideas que en general se manejaron los pupilos albaserradas de Adolfo Mart¨ªn.
El chaval por edad, residente en San Fernando de Henares, demostr¨® que bravura la tiene ¨¦l, y que no hace falta que vayan de pesca a ninguna dehesa de iberia. Y para que tomaran nota, le recet¨® dos capotazos de rodilla genuflexa a su primero, y luego, para fijar la embestida y ense?ar el recto camino, con el capote por bajo y a la media vuelta, se sac¨® a los medios al encastado burel, corriendo hacia atr¨¢s con garbo y torer¨ªa. La emoci¨®n subi¨® muchos grados. Como ocurri¨® en la faena de muleta.
Mart¨ªn / Encabo, Roble?o
Toros de Adolfo Mart¨ªn, desigualmente presentados, serios, con picante y dificultades, duros de pezu?a. Luis Miguel Encabo: silencio; silencio; ovaci¨®n. Fernando Roble?o: oreja; petici¨®n y vuelta al ruedo; aviso y silencio. Plaza de Las Ventas, 6 de Octubre. Tercera de feria. Lleno.
Series de derechazos hondos, la tela por delante, el remate por bajo, y a continuaci¨®n dos tandas de naturales en los que llev¨® al Adolfo empapado. Improvis¨® un recorte por la cara, trinchera y pase de pecho lent¨ªsimo, para cerrar al toro en el tercio, igual¨®, apunt¨® despu¨¦s al morrillo, y se volc¨® sin ning¨²n remordimiento.
En su segundo, Roble?o se templ¨® y gust¨® por redondos, y tal vez por empe?arse en torear de frente, cuando el toro estaba ya un tanto apagado, perdi¨® el trasteo de muleta la intensidad debida. Sali¨® en el sexto luego a redondear la tarde, la puerta grande la ten¨ªa entreabierta, y volvi¨® a hacer gala de bravura. Pecho por delante, ese dejarse ver del toreo eterno, y por enredarse con los aceros, se le esfum¨® la gloria de salir a hombros.
Luis Miguel Encabo hubo de v¨¦rselas con tres toros muy problem¨¢ticos. Pero nunca dej¨® de estar delante con el suficiente pundonor y adecuada t¨¦cnica. Banderille¨® con discreci¨®n, aunque consiguiera pares muy meritorios. Y se la jug¨® en el quinto, al que consinti¨®, esper¨® y largo tela roja, en el toreo al natural, para aguantar, tragar y resolver con seriedad. Intervino en quites durante toda la tarde y sali¨® bien parado, ante unos toros con los que ser¨ªa preciso examinar al resto del escalaf¨®n. S¨®lo por saber como est¨¢n del coraz¨®n. Quiere decirse de valor, t¨¦cnica y arte. Lo que hay que tener.
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