La pol¨ªtica como cr¨¦dito y credibilidad
La reputaci¨®n, la fama y la autoridad definen el cr¨¦dito, asimismo pol¨ªtico. Una cualidad que es propia de quien puede o merece ser cre¨ªdo. La credibilidad aparece as¨ª como el principio que legitima la acci¨®n pol¨ªtica. Pero ?c¨®mo se es cre¨ªble? La pregunta ha sido manifestada de manera repetida. Una larga experiencia de las cosas modernas y una continua lectura de las antiguas sirvieron al florentino Nicol¨¢s Maquiavelo para el conocimiento de lo que debe hacer el pr¨ªncipe para ser estimado. En primer lugar, observaba que nada hace estimar tanto a un pr¨ªncipe como las grandes empresas o el dar de s¨ª ejemplos extraordinarios. Pero, adem¨¢s de otras acciones, debe entretener al pueblo con fiestas y espect¨¢culos en las ¨¦pocas convenientes. Maquiavelo hab¨ªa aconsejado que el pr¨ªncipe ha de parecer, al verlo y o¨ªrlo, todo compasi¨®n, todo lealtad, todo integridad, todo humanidad, todo religi¨®n, pues los hombres, en general, juzgan m¨¢s por los ojos que por las manos. Todos ven lo que pareces pero pocos sienten lo que eres y esos pocos no se atreven a oponerse a la opini¨®n de la mayor¨ªa.
La pol¨ªtica en las modernas sociedades democr¨¢ticas no s¨®lo queda constre?ida por el ciclo electoral y el poder de la opini¨®n p¨²blica, cada vez m¨¢s un mito, cuando no una psicosis. Como aquellos consejos que Maquiavelo escribiera a lo largo de 1513 en su retiro de Albergaccio, cerca de Florencia, y que dedicara a Lorenzo de Medici, la pol¨ªtica es una puesta en escena. La misma vida cotidiana se asemeja a un escenario, en el que las personas act¨²an como actores que representan papeles, procurando controlar la impresi¨®n que producen en los dem¨¢s mediante la dramatizaci¨®n de determinados aspectos. En ese escenario, la pol¨ªtica es una t¨¦cnica del poder, ajena a los imperativos de la moral, apegada a la necesidad, atenta al ¨¦xito de las decisiones del gobernante, no obstante la naturaleza de los medios empleados. El pol¨ªtico se vale de la astucia, el enga?o y la maquinaci¨®n para conseguir sus intereses personales o partidistas. La construcci¨®n de la imagen p¨²blica legitima su acci¨®n, procur¨¢ndole credibilidad y cr¨¦dito. Como la voz griega originaria, la persona es la m¨¢scara que cubre el rostro de un actor que representa su papel en un partido pol¨ªtico, una asociaci¨®n, una instituci¨®n... una universidad.
La personalizaci¨®n de la pol¨ªtica en un portador del liderazgo y la mercantilizaci¨®n del proceso electoral como un producto, con la dr¨¢stica reducci¨®n del debate p¨²blico, son las notas distintivas m¨¢s evidentes de esta escenificaci¨®n de la pol¨ªtica. Un proceso cada vez m¨¢s importante con la acelerada innovaci¨®n tecnol¨®gica de los medios de comunicaci¨®n, como ocurre con la generalizaci¨®n de la digitalizaci¨®n, pero sobre todo con la concentraci¨®n de la propiedad de los medios. El 'espacio p¨²blico' es as¨ª construido a trav¨¦s de la mediaci¨®n de la comunicaci¨®n escrita, radiof¨®nica, audiovisual, acot¨¢ndose crecientemente sus l¨ªmites tambi¨¦n en un espacio reticular como Internet. M¨¢s all¨¢ de la experiencia personal, estos medios crean la realidad percibida en com¨²n, siendo su funci¨®n la 'escenificaci¨®n de la novedad'.
La relegaci¨®n de las comunidades en sociedades cada vez m¨¢s complejas sit¨²a la informaci¨®n como factor decisivo de la organizaci¨®n social. En este sistema, la 'realidad pol¨ªtica' es creada a trav¨¦s de la selecci¨®n diaria de las novedades informativas, la difusi¨®n de campa?as publicitarias, la imagen de citas congresuales de los principales partidos pol¨ªticos y la exaltaci¨®n de sus m¨¢ximos dirigentes. Una ficci¨®n que s¨®lo rompe la puntual movilizaci¨®n ciudadana a trav¨¦s de los sindicatos y el compromiso social de algunos a trav¨¦s de las nuevas organizaciones no gubernamentales. En los m¨¢rgenes, crece el desinter¨¦s pol¨ªtico y el abstencionismo, perceptible entre los m¨¢s j¨®venes. Frente a esa realidad, se difunden ideas y aparecen actitudes intolerantes y excluyentes que aprovechan y manipulan el descontento, la ignorancia y el miedo.
En el principio de un nuevo ciclo electoral, es mayor la influencia y la presi¨®n de esos factores que construyen la 'realidad pol¨ªtica' que envuelve a los ciudadanos. La uniformidad de los grupos medi¨¢ticos, cuyos diversos medios de comunicaci¨®n llegan diariamente a buena parte de la sociedad, y su primera condici¨®n de empresas permiten la mercantilizaci¨®n de la pol¨ªtica como producto. La presi¨®n de los responsables de turno de las instituciones p¨²blicas y de los principales partidos pol¨ªticos acaban estableciendo connivencias y creando intereses que constri?en el 'espacio p¨²blico' y el debate racional, facilitando la escenificaci¨®n de la pol¨ªtica. Los candidatos se ponen la m¨¢scara y salen a escena; mientras el aforo permanece medio vac¨ªo. Al fin y al cabo, el p¨²blico exigente gusta de actores con cr¨¦dito y credibilidad que permitan so?ar.
Francisco Sevillano Calero es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Alicante.
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