'Nuestrismos', nacionalismos y 'yugonostalgia'
Las elecciones del 15 de septiembre en Macedonia han precedido a las de este oto?o en las rep¨²blicas ex yugoslavas. Puede que cambie el panorama pol¨ªtico en Serbia, Kosovo, Montenegro, Bosnia-Herzegovina y, a fin de a?o, en Eslovenia. Las elecciones en estos pa¨ªses prueban que la consolidaci¨®n democr¨¢tica sigue siendo la meta buscada por todas las fuerzas pol¨ªticas, tanto las que sostienen a los gobiernos actuales como las de la oposici¨®n. Todas las rep¨²blicas ex yugoslavas se enfrentan con retos econ¨®micos dif¨ªciles. Sobre todo, con la privatizaci¨®n de buena parte del sector p¨²blico y la construcci¨®n de administraciones adecuadas a una econom¨ªa liberal. Son problemas comunes a los pa¨ªses en transici¨®n. Quiz¨¢ por ello este verano, cuando por vez primera desde hace 13 a?os pas¨¦ un mes entero en Croacia, no pens¨¦ en las dificultades pr¨¢cticas de la democratizaci¨®n. El m¨ªtico Adri¨¢tico de mi infancia no ha cambiado nada, aunque ahora necesito visado para verlo. El pa¨ªs en que nac¨ª ya no existe. Me preguntaba si habr¨¢n desaparecido ya las fuerzas que lo destruyeron: las del nacionalismo ¨¦tnico. Nadie teme que haya m¨¢s guerras en la regi¨®n, pero no se ha esfumado el sentimiento nacionalista. En las campa?as electorales se ha demostrado que los principales partidos, del Gobierno o de la oposici¨®n, siguen jugando esta carta, especialmente donde conviven diferentes etnias como en Macedonia, Bosnia y Kosovo.
En Macedonia, los eslavos han dado una agradable sorpresa derrotando al Gobierno nacionalista y otorgando su confianza a la coalici¨®n Juntos por Macedonia. Los albaneses, por el contrario, han votado por los m¨¢s radicales, por la Uni¨®n Democr¨¢tica para la Integraci¨®n, el partido de los ex guerrilleros que hace un a?o intentaban imponerse con las armas. Aunque la paz entre los eslavos y albaneses macedonios sea fr¨¢gil, tendr¨¢ m¨¢s oportunidades si la coalici¨®n ganadora, con mayor¨ªa absoluta, demuestra con hechos su rechazo a los nacionalistas y forma Gobierno con los albaneses. De los discursos nacionalistas en los Balcanes, el m¨¢s radical es de los albaneses, porque a¨²n no han conseguido lo que consideran su leg¨ªtimo derecho: la independencia de Kosovo.
La campa?a electoral en Bosnia transcurri¨® entre peleas de serbios y musulmanes en un partido de f¨²tbol y con un incendiario discurso del rais Ceric, cabeza de la comunidad isl¨¢mica de Bosnia-Herzegovina, este verano, en Tuzla, y ante la asamblea de las Juventudes Musulmanas: 'Un buen musulm¨¢n no est¨¢ callado cuando ve que los Otros son injustos con Nosotros s¨®lo porque somos musulmanes'. En Bosnia a¨²n no existe una fuerza pol¨ªtica capaz de imponerse por encima de los partidos que, sin definirse como nacionalistas, siguen defendiendo su correspondiente Cosa Nostra.
Las elecciones presidenciales en Serbia y en Eslovenia, a finales de a?o, reflejar¨¢n la evoluci¨®n de dos modelos nacionalistas. El serbio es el m¨¢s responsable de la destrucci¨®n de Yugoslavia, y el ¨²nico derrotado, al contrario que el croata o del esloveno, nacionalismos triunfantes, motores de la creaci¨®n de Estados internacionalmente reconocidos. En Serbia, dos candidatos -Vojislav Kostunica, actual presidente de Yugoslavia, y Miroljub Labus, economista del Grupo 17- se enfrentar¨¢n en la segunda vuelta el 13 de octubre. Desde el punto de vista econ¨®mico, hay pocas diferencias entre los programas, pero la victoria de Labus, que hasta ahora no ha sido candidato, supondr¨ªa un camino m¨¢s corto hacia una sociedad abierta y moderna. Kostunica nunca ha ocultado sus inclinaciones nacionalistas. El nacionalismo agresivo de la ¨¦poca de Milosevic ha desaparecido. Ya no se dibujan mapas de territorios irredentos. Los serbios ya no precisan odiar a nadie, pero, seg¨²n quiere inculcarles Kostunica, necesitar¨ªan preservar su 'identidad y su integridad' para no desaparecer aplastados por la globalizaci¨®n. Para ello, Kostunica, en varios discursos, ha propuesto la renovaci¨®n religiosa y espiritual y la conservaci¨®n de la herencia cultural.
La disputa entre Eslovenia y Croacia por problemas de fronteras, pero, sobre todo, por la de sus respectivas zonas de pesca en el ¨¢rea de Piran, ha sido definida por la prensa croata como parte de la campa?a electoral del primer ministro esloveno, Janez Drnovsek, cuya popularidad est¨¢ cayendo. Sin embargo, la prensa eslovena ve el principal motivo de la falta de un acuerdo sobre las aguas territoriales en el hecho de que 'Croacia es un Estado feudal y balc¨¢nico' .
En comparaci¨®n con las guerras ¨¦tnicas que destruyeron Yugoslavia en los noventa, reconforta constatar que las fuerzas nacionalistas no han logrado frenar la transici¨®n. La dificultan, es cierto, pero las nuevas condiciones pol¨ªticas hacen posible una representaci¨®n parlamentaria de los nacionalismos. Las razones de supervivencia de ¨¦stos en los Balcanes no hay que buscarlas s¨®lo en las secuelas b¨¦licas (denuncias de los cr¨ªmenes de guerra y retorno de los refugiados). No se ha producido todav¨ªa un cambio 'generacional' en los pol¨ªticos e intelectuales. Son los mismos que, en la pasada d¨¦cada, optaron, incluso desde la oposici¨®n, por posponer las reformas democr¨¢ticas tras las soluciones a las cuestiones nacionales. Tampoco hubo una seria cr¨ªtica de las ideolog¨ªas nacionalistas, salvo por intelectuales independientes con poca influencia en la vida pol¨ªtica. Los nacionalismos triunfantes se resisten a revisar sus presupuestos doctrinales y su historia. Casi nadie se atreve, en Eslovenia y Croacia, a cuestionar los principios que hicieron realidad el sue?o milenario: la independencia. A los que intentan hacerlo se les acusa de yugonost¨¢lgicos. Los serbios lo tendr¨¢n m¨¢s f¨¢cil, por haber sido derrotados, pero deber¨¢n acumular el valor suficiente para enfrentarse a la ideolog¨ªa que les llev¨® al desastre y dejar de reprocharse a s¨ª mismos haber perdido las ¨²ltimas guerras. Nadie podr¨¢ ignorar a los vecinos ni la interdependencia impuesta por un proceso cada vez m¨¢s acelerado de globalizaci¨®n que ya se siente en todas las naciones de los Balcanes.
Mira Milosevich es soci¨®loga, autora de Trigo de la guerra.
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