Ha ganado la cordura
Pues s¨ª, parece que el culebr¨®n del Born ya tiene desenlace. Considerando lo largo que el serial ha sido, lo enrevesado de la trama, lo truculento de algunas situaciones, la abundancia de actores y figurantes, seguramente merec¨ªa una escena final m¨¢s solemne: en Barcelona, con presencia de todas las administraciones implicadas, quiz¨¢ con aviso previo a los medios de comunicaci¨®n de que iba a fallarse tan enconado pleito. El alcalde Joan Clos ha preferido hacer el anuncio en Madrid, por sorpresa, en solitario y como de refil¨®n, a la salida de una entrevista con el ministro del Interior para tratar asuntos de seguridad ciudadana. Sus razones tendr¨¢, que no se me alcanzan; pero, en todo caso, bien est¨¢ lo que bien acaba.
Si concept¨²o de positiva la decisi¨®n anunciada el martes no es por ning¨²n empe?o personal, gremial ni corporativo. Esta no es la victoria de los historiadores, de los arque¨®logos o de los muse¨®logos, ni tampoco la derrota de los arquitectos, los bibliotecarios o los vecinos, porque a pesar de algunos intentos de caricaturizarlo o distorsionarlo, el intenso debate ciudadano de las pasadas primavera y verano no ha sido nunca una batalla entre grupos de presi¨®n estamentales ni profesionales. Hubo tomas de posici¨®n colectivas, s¨ª, pero tambi¨¦n portavoces vecinales, y bibliotecarios, y arquitectos, y escritores alineados con id¨¦ntica legitimidad en uno o en otro bando, y la gran mayor¨ªa de los art¨ªculos que contribuyeron a inflamar la pol¨¦mica fueron escritos a t¨ªtulo y con criterios estrictamente individuales en todas las cabeceras de la prensa barcelonesa. En este sentido, la discusi¨®n result¨® de una transversalidad ejemplar.
?Habr¨¢ sido la del Born, pues, una batalla sin vencedores ni vencidos? A mi juicio, el ganador fundamental es el sentido com¨²n, que creo coincidente en este caso con el inter¨¦s general. Desde el mayor de los respetos hacia los arquitectos Enric S¨°ria y Rafael de C¨¢ceres y su sofisticado esfuerzo por compatibilizar biblioteca con patrimonio arqueol¨®gico, no somos pocos los que, a lo largo de todo el debate, hemos cre¨ªdo que un espacio hipotecado en su base por el enorme y valioso yacimiento, e hipotecado en altura por la magn¨ªfica cubierta de hierro y cristal de Fontser¨¨ y Cornet, que un espacio sujeto a esta doble servidumbre no era el emplazamiento m¨¢s razonable para una gran biblioteca del siglo XXI con todas sus necesidades infraestructurales (dep¨®sitos, climatizaci¨®n, inform¨¢tica...) y sus expectativas de crecimiento. Pues bien, pese a los intentos de sepultar este hecho fundamental bajo paletadas de demagogia o de sectarismo, al fin se ha impuesto la cordura.
Y ahora, ?qu¨¦? Pues ahora se me ocurre una considerable lista de tareas imprescindibles para que la buena noticia de esta semana no se convierta en un fiasco a la vuelta de medio a?o. Tal vez la primera, la menor y m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ correr un piadoso velo de olvido sobre algunos de aquellos argumentos selectivamente iconoclastas con los que se quiso, meses atr¨¢s, negar a las ruinas halladas bajo el Born cualquier valor patrimonial o importancia hist¨®rica. Hecho esto, es preciso que las tres administraciones concernidas fijen y hagan p¨²blico en un plazo de semanas el nuevo emplazamiento de la biblioteca provincial -en la Ribera, s¨ª, cerca de la estaci¨®n de Francia, de acuerdo, pero ?d¨®nde?-, que encarguen el proyecto arquitect¨®nico y liciten las obras en el lapso de tiempo m¨¢s corto que la ley permita, de modo que la conurbaci¨®n barcelonesa disponga lo antes posible del gran equipamiento pendiente. Teniendo en cuenta que el ¨²ltimo anteproyecto pensado para el Born alargaba los plazos de construcci¨®n hasta el a?o 2007, quiere decirse que disponemos de un margen de cinco a?os.
En cuanto al antiguo mercado central, lo m¨¢s urgente es preservar y proteger la desenterrada trama urbana setecentista de inclemencias meteorol¨®gicas, agresiones fortuitas o actos de vandalismo; una vez resuelto el impasse de estos ¨²ltimos tiempos, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat tienen que responsabilizarse seriamente de la custodia y conservaci¨®n de lo excavado y, acto seguido, dar forma al proyecto que extraiga del Born -del espacio, de los restos arqueol¨®gicos, de la cubierta modernista- todas sus potencialidades culturales y c¨ªvicas, que son enormes. En el fragor de la pasada pol¨¦mica se esbozaron ya algunas ideas que valen como puntos de partida: aqu¨ª mismo, en EL PA?S, Xavier Hern¨¢ndez public¨® el pasado 19 de marzo una sugestiva anticipaci¨®n acerca de c¨®mo podr¨ªa lucir un Born bien musealizado all¨¢ por 2010; bajo los auspicios del Museo de Historia de la Ciudad, 14 prestigiosos profesionales han redactado un texto que el lector curioso hallar¨¢ en el ¨²ltimo n¨²mero de L'Aven? y que propone transformar el Born en un centro cultural de nueva generaci¨®n con tres caracter¨ªsticas esenciales: explicar la historia urbana de Barcelona, convertirse en un centro de actividades (exposiciones, cine, m¨²sica, teatro, danza, conferencias...) con vocaci¨®n de espacio p¨²blico, y ser tambi¨¦n un monumento y un memorial no s¨®lo barcelon¨¦s y catal¨¢n, sino europeo, del desenlace de la guerra de Sucesi¨®n. Sin caer en el fetichismo pla?idero, pero tampoco en una ocultaci¨®n acomplejada de la realidad hist¨®rica.
Todas esas son cosas que hay que hacer, y pronto. Hoy, sin embargo, ser¨ªa injusto olvidar los parabienes. Enhorabuena, y gracias, a los grupos municipales que adoptaron frente a este asunto una posici¨®n clara y firme; a la inteligencia fundamental de Ferran Mascarell; al alcalde Joan Clos, que ha sabido soslayar menudos c¨¢lculos electoralistas; a Marc Mayer, tan eficaz como discreto; y a Jordi Pujol, por haber estado ah¨ª sin que se le viese.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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