La legalizaci¨®n de la prostituci¨®n en Holanda no logra sus objetivos
La marginalidad, la explotaci¨®n de menores y las mafias se mantienen
Dos a?os despu¨¦s de la legalizaci¨®n de los burdeles en Holanda, las prostitutas siguen sin mejorar su situaci¨®n. La nueva ley las obliga a darse de alta como trabajadoras y a pagar impuestos, pero s¨®lo 921 de las cerca de 30.000 mujeres que venden sexo han legalizado su actividad, y en la esfera ilegal se mantiene la trata de mujeres y la explotaci¨®n de menores. Un informe oficial atribuye el fracaso en parte al desinter¨¦s administrativo.
Dos a?os despu¨¦s de la legalizaci¨®n de su actividad, las prostitutas siguen siendo trabajadoras marginales en Holanda. Los bancos se muestran reticentes a concederles pr¨¦stamos y las aseguradoras prefieren evitarlas por los elevados riesgos sanitarios que comporta su labor. Muchos municipios, por otra parte, ni siquiera tienen listos los nuevos permisos de explotaci¨®n de las casas p¨²blicas. As¨ª lo constata un informe del Ministerio de Justicia.
El an¨¢lisis a?ade que esta falta de coordinaci¨®n ha favorecido el traslado de menores de edad sin papeles en regla y explotadas por violentos traficantes a zonas del pa¨ªs donde los controles oficiales son menos estrictos. Tambi¨¦n ha florecido una forma 'aut¨®noma' de prostituci¨®n que recurre a las nuevas tecnolog¨ªas (Internet y tel¨¦fonos m¨®viles) para citar a los clientes y ejerce fuera de los burdeles.
Encargado por el Congreso holand¨¦s, dominado entonces por una coalici¨®n de centro-izquierda, y en el momento en que se levantaba la prohibici¨®n de abrir burdeles, el estudio se?ala que un tercio de los 'varios centenares' de mujeres p¨²blicas entrevistadas en salones ya legalizados ha presenciado fraudes fiscales y blanqueo de dinero. Por su parte, tambi¨¦n un tercio de los due?os de dichos establecimientos admite que ha cambiado poco la situaci¨®n de las menores de edad extranjeras y sin visados coaccionadas para que trabajen.
El fisco holand¨¦s tiene registrados en estos momentos a 1.285 explotadores de servicios sexuales y a 921 prostitutas. Se calcula que la cifra real ronda las 30.000, pero no hay datos oficiales. Esta carencia dificulta la labor de los inspectores fiscales, que no logran aclarar si los due?os de burdeles cumplen con sus obligaciones tributarias y declaran sus ingresos aut¨¦nticos.
La situaci¨®n tampoco mejora cuando las propias prostitutas se presentan como trabajadoras por cuenta propia, pero todo indica que operan a sueldo del explotador. Como adem¨¢s las licencias de los burdeles no han sido otorgadas a la vez en todo el pa¨ªs, muchos ayuntamientos siguen tolerando la prostituci¨®n sin haberla legalizado t¨¦cnicamente. En poco tiempo, esos municipios retrasados en sus obligaciones han visto proliferar formas m¨¢s sofisticadas de venta sexual que los burdeles o las t¨ªpicas ventanas de los barrios chinos holandeses.
Servicios de acompa?antes y a domicilio -las call girls- aprovechan la telefon¨ªa m¨®vil para evitarse problemas. Las citas se pactan en aparcamientos alejados del centro urbano o en las autopistas y todo se hace sin salir del coche. Por otra parte, los burdeles ya legalizados tienen problemas para reclutar personal con la documentaci¨®n en regla y est¨¢n perdiendo clientela.
Para evitar que muchas mujeres caigan en peligrosas redes ilegales, y admitiendo que el tr¨¢fico de personas es un negocio internacional dif¨ªcil de erradicar, investigadores del Instituto Verwey-Jonker, autores de un estudio paralelo sobre la situaci¨®n social de las prostitutas, se preguntan si no valdr¨ªa la pena suavizar la concesi¨®n de permisos de residencia para las prostitutas extranjeras v¨ªctimas del tr¨¢fico. As¨ª tendr¨ªan una situaci¨®n legal, lo que les permitir¨ªa trabajar en los burdeles autorizados, que ahora no pueden contratarlas.
La ley que prohib¨ªa la apertura y explotaci¨®n de burdeles en Holanda, abolida hace dos a?os, databa de 1911. Sus cr¨ªticos la calificaban de 'aberraci¨®n victoriana en un pa¨ªs pragm¨¢tico', pero las discusiones sobre la nueva norma que legalizar¨ªa las casas de citas se prolong¨® durante casi dos d¨¦cadas. Para los grupos que apoyan a las prostitutas, los resultados del estudio oficial no suponen una sorpresa. En su opini¨®n, lo mejor ser¨ªa regular sus derechos para que el trabajo que realizan empiece a dejar de ser un secreto vergonzante para ellas y para sus familias.
De Roma al Reino Unido
El debate sobre la legalizaci¨®n de la prostituci¨®n en Holanda ha llevado a algunos estudiosos a sintetizar la evoluci¨®n de los burdeles a lo largo de la historia, hasta llegar a las habitaciones con un gran escaparate de Amsterdam. Un espect¨¢culo incluido en muchas gu¨ªas tur¨ªsticas bajo el ep¨ªgrafe 'visita al distrito rojo'. Si en la capital de los Pa¨ªses Bajos las prostitutas se muestran ligeras de ropa, en la Roma antigua eran forzadas a vestir un atuendo que las distinguiera y pagaban impuestos. Siglos atr¨¢s, en Espa?a, los picos de color pardo que las muchachas de los prost¨ªbulos luc¨ªan obligatoriamente en sus enaguas dieron origen a la expresi¨®n ir de picos pardos. Y hace siglos, tambi¨¦n, en la ciudad francesa de Toulouse, los beneficios de las casas p¨²blicas se repart¨ªan entre el ayuntamiento y la universidad. En la villa inglesa de Winchester, las licencias de los burdeles eran otorgadas por las autoridades religiosas.
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