La celebraci¨®n imposible
Existen diversas razones por las cuales, cada 12 de octubre, las naciones interesadas en la empresa del viaje de Col¨®n caen fatalmente en un pozo de ret¨®rica est¨¦ril y de mutuos reclamos y lamentaciones que hasta hoy, cuando se cumplen 510 a?os de la llegada del Almirante a tierras de Am¨¦rica, impiden que se pueda hablar con claridad y rigor sobre el asunto.
Pienso que el primer motivo de esta suerte de insalvable bloqueo es la persona misma del descubridor -si lo fue, que ya sobre eso existen dudas- en la cual se centra buena parte de las anuales festividades. El turbio espectro de este hombre sin patria conocida, las huellas de cuya vida ¨¦l o sus descendientes se encargaron de borrar con sospechosa eficacia, pesa sobre la haza?a de navegaci¨®n que realiz¨® con dudosa exactitud, pero con terco empe?o. La conducta posterior de Col¨®n, ¨¢vido de retener para s¨ª y para su familia una porci¨®n de riquezas y de esclavos abor¨ªgenes que en Espa?a se consider¨®, con raz¨®n, desproporcionada y brutal, lo llev¨® a conocer la c¨¢rcel y el oprobio. Con alguien as¨ª es bien dif¨ªcil celebrar cosa alguna. No s¨¦ si Madariaga tenga raz¨®n al tratar de probar el origen jud¨ªo del Almirante. Leyendo su libro uno est¨¢ tentado a tomar la tesis por valedera. Lo que despu¨¦s se haya logrado esclarecer sobre el poco atrayente personaje es casi nada. Yo pienso que jud¨ªo o catal¨¢n, genov¨¦s o gallego, el hombre era lo que hoy suele llamarse familiarmente una mala persona. Y quienes, en su familia, se encarnizaron con codicia feroz en sacar provecho de las tierras descubiertas eran algo muy cercano a unos malhechores. Todo lo que se haya dicho para tratar de cubrir de gloria a Col¨®n es una palabrer¨ªa hueca que s¨®lo ha servido para complicar m¨¢s las cosas.
El otro escollo grave para festejar este inc¨®modo aniversario es la acusaci¨®n, por parte de iberoamericanos y no pocos europeos, del genocidio cometido por los conquistadores contra las tribus que poblaban Am¨¦rica. Insistir en esta cantilena es mostrar una inmadurez hist¨®rica alarmante. La historia del hombre sobre la tierra est¨¢ constituida por una cadena ininterrumpida de genocidios implacables. Volver sobre ellos y lamentar el desastre que produjeron es tan necio como est¨¦ril. No imagino -lo he repetido en incontables ocasiones- a los franceses de hoy llorando la destrucci¨®n de la Galia romana por parte de francos, germanos y celtas. Destrucci¨®n llevada a extremos tan arrasadores que s¨®lo cenizas quedaron de la que fue la m¨¢s pr¨®spera y civilizada regi¨®n del Imperio Romano. Tampoco imagino a los ingleses pasando factura a los italianos de hoy por la brutal represi¨®n que sufrieron los pictos, pobladores de las islas que hoy se llaman brit¨¢nicas. Todos sabemos que de esas invasiones que dejaban a su paso la desolaci¨®n, el hambre y la muerte ha nacido el gran milagro del Occidente cristiano.
S¨®lo el m¨¢s intenso racionalismo puede creer a¨²n en que la historia es un camino ejemplar hacia el progreso y el mejoramiento del hombre. Auschwitz, Buchenwald, el Gulag e Hiroshima bastar¨ªan para abrirle los ojos a estos incautos so?adores. La especie humana s¨®lo sabe destruir, arrasar y emprobrecerlo todo y, como toda plaga que ha intentado conspirar contra el medio que la acoge y alimenta, est¨¢ destinada a desaparecer del planeta.
Finalmente, el tercer tropiezo grave para regocijarnos en esta fecha es la c¨¢ndida factura que a¨²n pasan algunos espa?oles, coreados por otros tantos europeos, por la herencia que dejaron en tierras de Am¨¦rica: el idioma, la religi¨®n, el saber, el genio art¨ªstico. Olvidan quienes as¨ª piensan que todo eso que dicen haber dejado en Am¨¦rica como tesoro invaluable -y vaya que lo es- lo recibieron, a su vez, de quienes los invadieron y ocuparon y explotaron en el pasado: fenicios, griegos, romanos, ¨ªberos, celtas y ¨¢rabes. La civilizaci¨®n es una carrera de relevos que se paga con una cuota muy grande de 'sangre, sudor y l¨¢grimas'.
Y una pregunta, para terminar, que me gustar¨ªa que alguien supiera responderme en nuestra Iberoam¨¦rica: ?Qu¨¦ hemos hecho nosotros los criollos, despu¨¦s de la llamada Independencia, por los aut¨¦nticos herederos de las civilizaciones precolombinas? Fuera de despojarlos de sus tierras, alcoholizarlos y masacrarlos, y asesinar a quienes han alzado la voz contra ese otro genocidio, ?qu¨¦ hemos hecho? Ya s¨¦ que, en la historia, el pudor no es virtud muy acostumbrada. Pero, por una vez, me gustar¨ªa que hubiera una respuesta a esta pregunta. Presiento un silencio sepulcral. Era de prever, pero es terrible tener que seguir viviendo con tan b¨¢rbara tartufer¨ªa.
?lvaro Mutis, escritor colombiano residente en M¨¦xico, ha recibido los premios Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, Reina Sof¨ªa de Poes¨ªa Hispanoamericana y Cervantes.
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