Rechazo razonado
El rechazo por parte de la patronal vasca a la propuesta de reforma soberanista del Estatuto planteada por el lehendakari tiene m¨¢s alcance que el de la opini¨®n interesada de un sector social. Por las razones que invoca, que Ibarretxe no ha podido refutar, y porque confirma la dif¨ªcil viabilidad pr¨¢ctica de un proyecto que requerir¨ªa para prosperar un fuerte respaldo pol¨ªtico y social. El rechazo, tan un¨¢nime que ha alarmado hasta a los m¨¢s entusiastas, se debe a que la propuesta no incide en el problema que preocupa a la mayor¨ªa, que no es el de las competencias o la soberan¨ªa, sino el de la violencia de ETA, y a su car¨¢cter de ruptura con lo existente sin alternativa veros¨ªmil.
Es imposible que la propuesta sea asumida por los partidos representativos de la mitad no nacionalista de la poblaci¨®n, lo que hace inveros¨ªmil que pueda suscitar un consenso comparable al del Estatuto de Gernika; y no es realista la esperanza de Ibarretxe de que, a falta del apoyo de los partidos, obtendr¨ªa el respaldo directo de la poblaci¨®n, incluyendo el de 'colectivos no abertzales'. El neto rechazo de la patronal, que representa a 13.000 empresarios, demuestra que no basta con el voluntarismo para eliminar la pluralidad social. Tambi¨¦n pone de relieve los l¨ªmites del clientelismo nacionalista: hay un punto del que no se puede pasar, ni siquiera bajo la coacci¨®n de ETA. Esa evidencia no podr¨¢ ser contrarrestada con una lista de unos cientos de empresarios favorables a la propuesta soberanista, como intentan los nacionalistas; al rev¨¦s: demostrar¨ªa que es una propuesta que divide y fractura tambi¨¦n a los colectivos sociales.
El Estatuto fue respaldado por el 90% de los votantes (y el 53% del censo). Pero su legitimidad no deriva s¨®lo de su origen, sino de su reconocimiento ulterior como marco pol¨ªtico aceptado por todos los partidos, excepto la minor¨ªa que legitima la violencia. La propuesta de sustituir ese consenso mayoritario por otro reducido a los partidos nacionalistas se justific¨® en su d¨ªa por la necesidad de favorecer la integraci¨®n del mundo radical. Pero el desenlace de Lizarra demostr¨® que esa renuncia a los principios no hac¨ªa desistir a ETA y s¨ª debilitaba en cambio la cohesi¨®n de la sociedad frente a su coacci¨®n incesante.
Los empresarios ponen el acento en ese riesgo de ruptura de la cohesi¨®n social. En Euskadi, a diferencia de Irlanda del Norte, la incomunicaci¨®n entre los partidos no ha cristalizado en la existencia de dos comunidades aisladas y enfrentadas ni ha provocado todav¨ªa, seg¨²n Confebask, una 'fractura en la convivencia ciudadana'. El motivo es que en muchas familias, cuadrillas y asociaciones de todo tipo conviven personas nacionalistas con otras que no lo son o lo son en algunos aspectos de la vida, y no tanto en otros. El Estatuto, en cuanto pacto interno entre los vascos, es la expresi¨®n pol¨ªtica de esa convivencia.
La propuesta de Ibarretxe rompe, por su unilateralidad, ese pacto y crea una din¨¢mica que conduce a la escisi¨®n en dos comunidades excluyentes. No es casual que al final del proceso se plantee un refer¨¦ndum destinado a zanjar el conflicto que se plantear¨ªa si el Congreso de los Diputados no avala -como requerir¨ªa la eventual reforma legal del Estatuto- lo votado por una mayor¨ªa del Parlamento vasco. Se apuesta claramente por enfrentar esas dos legitimidades.
Esa perspectiva rupturista no puede dejar de afectar al proceso desde su inicio. ?Est¨¢ dispuesto el nacionalismo a mantener su apuesta en esas condiciones, e incluso a llegar al conflicto institucional? Es seguro que algunos sectores lo desean, pero cuesta creer que un partido tan org¨¢nico como el PNV pueda prescindir tan alegremente de los intereses que representa y le recuerdan los empresarios. La incertidumbre que suscita el proyecto incide sobre las decisiones de inversi¨®n y condiciona las expectativas de una econom¨ªa tan abierta al exterior, especialmente al mercado espa?ol, como la vasca. Por otra parte, es contradictorio argumentar lo bien que va la econom¨ªa vasca gracias a la autonom¨ªa, y a continuaci¨®n proponer la liquidaci¨®n de ese modelo. Lo m¨¢s probable es que Ibarretxe se empe?e en seguir adelante con su propuesta, cueste lo que cueste, pero lo m¨¢s probable no coincide siempre con lo que es m¨¢s deseable: que la retire cuanto antes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Conflicto vasco
- Juan Jos¨¦ Ibarretxe
- VII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Plan Ibarretxe
- Opini¨®n
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- Estatutos Autonom¨ªa
- Parlamentos auton¨®micos
- Gobierno Vasco
- Debates parlamentarios
- Independentismo
- Pa¨ªs Vasco
- Estatutos
- Gobierno auton¨®mico
- Parlamento
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Ideolog¨ªas
- Normativa jur¨ªdica
- Finanzas p¨²blicas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Legislaci¨®n
- Conflictos
- Justicia
- Finanzas