Morir en el infierno azul
Audrey Mestre fallece al tratar de establecer en 171 metros el r¨¦cord de inmersi¨®n a pulm¨®n libre
El horizonte definitivo de la modalidad de buceo en apnea (a pulm¨®n libre, conteniendo la respiraci¨®n) denominada sin l¨ªmites es la muerte. Bien lo saben los apasionados escrutadores de las profundidades. Audrey Mestre, francesa, hab¨ªa heredado la pasi¨®n familiar por las aguas, atrapada por los relatos de su abuelo y su madre, ambos buceadores. Apenas cumplido su segundo a?o de vida, gan¨® su primera medalla. Fue la m¨¢s r¨¢pida en una piscina de 25 metros. Pero fue mucho m¨¢s all¨¢: bi¨®loga marina, redact¨® una tesis sobre la fisiolog¨ªa del buceo y experiment¨® sobre su propio organismo la resistencia del cuerpo humano bajo el agua. El pasado s¨¢bado, a sus 28 a?os, se sumergi¨® por ¨²ltima vez buscando un r¨¦cord mundial que deb¨ªa haberla conducido a los 171 metros de profundidad, frente a las costas de La Romana, en Santo Domingo. Pereci¨® en el intento.
La v¨ªctima permaneci¨® bajo el agua una eternidad: 8 minutos, 41 segundos
La modalidad sin l¨ªmites es un ejercicio tan arriesgado como atractivo, un pulso f¨ªsico y psicol¨®gico rayano en la locura, una modalidad apasionante que describi¨® con acierto el cineasta franc¨¦s Luc Besson en El gran azul. No se trata s¨®lo de alcanzar el abismo negro. Se trata de regresar vivo a la superficie. El apne¨ªsta depende tanto de sus aptitudes como de la obligada parafernalia mec¨¢nica que rodea la modalidad sin l¨ªmites. La prueba, a poco que falle algo, se convierte r¨¢pidamente en una trampa mortal.
En Santo Domingo, Mestre, poseedora del r¨¦cord mundial femenino, con 130 metros, buscaba establecer la mejor marca de la historia, llegar donde el ser humano no hab¨ªa llegado nunca a fuerza de pulmones. Su intento deb¨ªa durar no mucho m¨¢s de tres minutos, seg¨²n la referencia de su marido y plusmarquista mundial, Pip¨ªn Ferreras, un especialista cubano que lleg¨® hace un a?o a los 162 metros y que estuvo bajo el agua 3 minutos y 12 segundos.
Rodeada de periodistas y c¨¢maras, Mestre desapareci¨® el s¨¢bado al mediod¨ªa de la superficie arrastrada hacia el fondo por un lastre unido a un cable o gu¨ªa. Varios buceadores velaban por su seguridad, repartidos a distintas profundidades. Sin embargo, s¨®lo el propio apne¨ªsta puede decidir hasta d¨®nde arriesgarse, juzgar cu¨¢l es su l¨ªmite, imponer la prudencia sobre la ambici¨®n. La apnea es un reto para la voluntad. El punto sin retorno es subjetivo y queda sujeto a la valent¨ªa o la inconsciencia del deportista. Por todas estas razones, los anuncios de r¨¦cord causan p¨¢nico entre las autoridades que rigen la especialidad, ¨²nicamente homologada por una de las instancias que rigen el buceo.
En las aguas de Santo Domingo, los c¨¢maras y los reporteros, preparados para recoger la aparici¨®n de Mestre, empezaron a notar que la espera se hac¨ªa larga. La tensi¨®n ya se hab¨ªa trasladado a los submarinistas que vigilaban la inmersi¨®n de la buceadora francesa. Se anunciaba un drama. La encontraron sin sentido, a medio camino de su intento. Cuando su cuerpo alcanz¨® el ox¨ªgeno de la superficie, ya hab¨ªa pasado una eternidad: 8 minutos y 41 segundos. Imposible resistir tanto tiempo. El r¨¦cord del mundo de apnea est¨¢tica quedo fijado en 1995 en 7 minutos y 35 segundos. Pero Mestre todav¨ªa viv¨ªa cuando fue rescatada. Muri¨® camino del hospital, ante los ojos de su at¨®nito marido, Pip¨ªn Ferreras.
Los resultados de la autopsia no se conocen, por lo que las causas definitivas de su muerte no est¨¢n claras. Las autoridades barajan la posibilidad de que la submarinista quedase atrapada supuestamente por un fallo del sistema mec¨¢nico de inmersi¨®n. Parad¨®jicamente, el viernes hab¨ªa alcanzado, en un entrenamiento no homologado, una profundidad de 170 metros.
El italiano Raimondo Bucher se adjudic¨® el primer r¨¦cord homologado de la modalidad sin l¨ªmites, firmado en 1949. Alcanz¨® entonces una profundidad de 30 metros, rid¨ªcula con las cifras que ahora se barajan. Once a?os despu¨¦s, otro italiano, Enzo Majorca, convertir¨ªa la lucha contra los l¨ªmites humanos bajo el mar en el motor de su vida. No estuvo s¨®lo en su pelea: un franc¨¦s, Jacques Mayol, se cruz¨® enseguida en su camino. Durante 15 a?os ambos se arrebataron mutuamente los r¨¦cords mundiales en una pugna que deriv¨®, a ¨²ltima hora, en una gran amistad. Luc Besson hizo suya esta historia, que tambi¨¦n debi¨® impresionar a Mestre.
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