Las palabras, las ideas
Me han parecido sorprendentes las palabras de Massimo d'Alema, presidente, como es sabido, de DS, el principal partido italiano de izquierdas, al acudir hace unos d¨ªas a la plaza de San Pedro con motivo de la santificaci¨®n de monse?or Escriv¨¢ de Balaguer. Palabras de elogio, no hacia la actividad milagrosa de monse?or Escriv¨¢, que es en el fondo el motivo que consta en el proceso de santificaci¨®n de los expertos vaticanos en la materia, sino hacia la actividad mundana del sacerdote y sus capacidades como 'manager' de la religi¨®n, vistas por D'Alema como 'la fuerza de la fe para ramificarse en la sociedad que posee la Iglesia en todas sus expresiones, en sus movimientos, en sus hombres, en sus mujeres' (La Repubblica, 7 de octubre). Si D'Alema hubiera expresado su admiraci¨®n por las intervenciones taumat¨²rgicas y, por lo que se dice, inexplicables para la medicina del prelado espa?ol (seg¨²n parece, cur¨® a un enfermo terminal de c¨¢ncer, o bloque¨® en la base de la nuca de un pobre hombre un aneurisma que se dirig¨ªa al cerebro), no habr¨ªa motivo de asombro. Creer o no creer en los milagros ata?e ¨²nicamente a D'Alema como ciudadano de a pie, y no al D'Alema pol¨ªtico y hombre p¨²blico. Por lo dem¨¢s, la voluntad divina, para quien cree en Dios, es misteriosa. Al igual que la preferencia que el Padre Eterno pueda conferir a alguien como monse?or Escriv¨¢, colaborador de un dictador fascista como Franco o apologista de Pinochet, responsable de tantas masacres, ata?e ¨²nicamente al Dios en cuesti¨®n. No es un problema de nuestra competencia: como mucho, un agn¨®stico podr¨ªa concluir que nadie es perfecto.
La opini¨®n expresada por D'Alema, por el contrario, ha sido de car¨¢cter pol¨ªtico, elogiando al Balaguer que, conjugando religi¨®n y banca, torturadores y sacramentos, evangelio y sociedades off-shore, supo devolver al templo a los mercaderes expulsados por Cristo. No cabe ninguna duda de que Pinochet era un hombre que iba a misa, pero que tambi¨¦n hac¨ªa fusilar en masa sin extremaunci¨®n. Y Franco no le iba a la zaga: a¨²n siguen busc¨¢ndose en Espa?a los cuerpos de unas treinta mil personas sepultadas en fosas comunes tras ser fusiladas, ya acabada la guerra civil, por su fidelidad a la Rep¨²blica parlamentaria agredida por el propio Franco. Los trabajos de excavaci¨®n, que empezaron este verano en Asturias, siguen en marcha. No s¨¦ si la noticia ha llegado hasta Italia, pero presumo que el pol¨ªtico D'Alema no la desconoce.
En mi tiempo libre, sigo la trayectoria del pol¨ªtico D'Alema. Probablemente haya cosas m¨¢s interesantes que hacer, pero a veces, inexplicablemente, cargamos con tareas ingratas. Y fatigosas tambi¨¦n, porque no resulta f¨¢cil seguir ciertos movimientos (defensa de la coalici¨®n de izquierdas del Olivo, ataques a la misma, socialdemocracia, reformismo, liberalismo econ¨®mico, etc¨¦tera): se corre el riesgo de perder el hilo. Acaso pueda orientarnos una vieja frase de Stefan Zweig, quien, en respuesta al estupor de un amigo ante el comportamiento inexplicable (y m¨¢s tarde hist¨®ricamente desastroso) de ciertos pol¨ªticos dem¨®cratas de su pa¨ªs, dijo: 'Pero ?desde cu¨¢ndo, en la praxis pol¨ªtica, prefieren los pol¨ªticos las razones de la ¨¦tica a las razones electorales?'.
Sea como sea, observar las declaraciones de los pol¨ªticos ante decisiones fundamentales e ineludibles (la guerra, los derechos, la econom¨ªa, los reg¨ªmenes pol¨ªticos, ciertas figuras hist¨®ricas) resulta extremadamente ¨²til para los ciudadanos: sirve, mucho m¨¢s que los programas electorales, para comprender la mentalidad de ese pol¨ªtico, sus preferencias de fondo, sus sentimientos, sus ideas: su identikit ideol¨®gico est¨¢ ah¨ª. Recuerdo la apesadumbrada exhortaci¨®n que el personaje de Nanni Moretti, interpretado en la pel¨ªcula Abril por ¨¦l mismo, dirige al l¨ªder pol¨ªtico D'Alema, que est¨¢ participando en un programa televisivo. Se ha convertido casi en una frase proverbial: '?D'Alema, di algo de izquierdas!'. Exhortaci¨®n sincera, tal vez irritada, pero en todo caso esperanzada. Sin embargo, vista con el paso del tiempo, tal y como han ido las cosas en Italia, parece incluso una 'vaste t?che', como dijo De Gaulle a un joven que persegu¨ªa un prop¨®sito optimista pero imposible. Como pedir a un buzo que se exprese como un astronauta.
Antonio Tabucchi es escritor italiano. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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