?Qui¨¦n nos representa?
Seg¨²n parece, la declaraci¨®n oficial de Confebask sobre el plan de Ibarretxe, claramente cr¨ªtica, ha provocado el malestar de algunos miembros de esa organizaci¨®n y alrededor de trescientos empresarios preparan un manifiesto de apoyo al lehendakari. Trescientos de los trece mil empresarios que constituyen la afiliaci¨®n de Confebask, es decir, un 2,3 por ciento.
Seguramente es posible encontrar en el seno de Comisiones Obreras de Euskadi personas que vean con buenos ojos el plan de Ibarretxe; seguramente, tambi¨¦n en el PSE: incluso m¨¢s de un 2,3 por ciento de sus respectivas afiliaciones. Es tan poco un dos por ciento. Es muy probable que un dos por ciento de la afiliaci¨®n de LAB vea con buenos ojos el plan. Del PP no me atrevo a decir nada, pero no hace falta ser un Abraham en dura pugna con Yahveh por salvar de la destrucci¨®n la ciudad de Sodoma -?destruir¨¢s la ciudad si encuentro en ella cuarenta y cinco justos? ?y si son treinta? ?y si tan s¨®lo son diez?- para sostener que no habr¨¢ en Euskadi organizaci¨®n en cuyo seno no exista cuando menos un dos por ciento de sus miembros que opine de forma distinta a la de sus representantes ante cualquier tema. ?Acaso no habr¨¢ un dos por ciento de afiliados al PNV que no compartan el plan presentado por Ibarretxe? ?no habr¨¢ en EA un dos por ciento de cr¨ªticos con el plan? En cuanto a EB/IU, el 21 por ciento de su consejo pol¨ªtico se ha mostrado contrario al plan.
Es sumamente f¨¢cil que afloren las discrepancias existentes en el seno de una organizaci¨®n ciudadana o un movimiento social; tambi¨¦n es f¨¢cil, aunque menos que en el primer caso, que la discrepancia se haga notar en organizaciones corporativas como las empresariales; m¨¢s dif¨ªcil es que la discrepancia se exprese en las organizaciones sindicales, y altamente improbable, casi imposible, que tal cosa ocurra en los partidos pol¨ªticos.
La raz¨®n es bien simple y tiene que ver con una sencilla ecuaci¨®n: a menor autonom¨ªa econ¨®mica, menor autonom¨ªa de criterio. Y viceversa. Pocos viven de las organizaciones sociales o patronales, algunos m¨¢s lo hacen de las sindicales, y muchos, much¨ªsimos, viven de los partidos.
Lo preocupante no es que desde el entorno pol¨ªtico de Ibarretxe se magnifique la existencia de cr¨ªticas en el seno de una organizaci¨®n como Confebask; al fin y al cabo, quienes se oponen al plan del lehendakari han magnificado la valoraci¨®n negativa hecha p¨²blica por Roman Kn?rr tras su reuni¨®n en Ajuria Enea. Lo preocupante es que, para sostener su propuesta, el lehendakari asuma la necesidad de deslegitimar a los dirigentes de Confebask. Porque esto es, exactamente, lo que va a provocar la estrategia adoptada por el Gobierno vasco para presentar, discutir y, en su caso, decidir sobre el plan de Ibarretxe: una ruptura en la representatividad de las organizaciones sociales y pol¨ªticas vascas, sometidas a la sospecha de que, en realidad, no representan a sus bases. Por eso se conf¨ªa en que el plan acabar¨¢ encontrando respaldo social incluso en aquellos sectores sociales supuestamente representados por quienes ahora se oponen. Sin esta sospecha, el plan no estar¨ªa en circulaci¨®n.
Nadie representa totalmente a nadie. Las instituciones totales, aquellas que dan respuesta a todas las dimensiones de la vida de las personas, son cosa de otros tiempos. Esto es algo que se aplica a las organizaciones sociales, patronales, sindicales, a los partidos y, tambi¨¦n, a los gobiernos. Esto es algo que hay que recordar especialmente cuando se proponen planes de alto impacto social. Apenas quince d¨ªas despu¨¦s de su presentaci¨®n ante el Parlamento Vasco, el plan del lehendakari Ibarretxe no deja de provocar efectos perversos. La deslegitimaci¨®n de las organizaciones sociales y pol¨ªticas que se oponen a su plan es una de ellas. Se trata, sin duda, de efectos no queridos, no pretendidos por los impulsores del plan, pero ello no los invalida. Cierto que quince d¨ªas es poco tiempo, pero todo indica que las cosas s¨®lo pueden ir a peor. Si fuese una nueva vacuna, seguir¨ªa investig¨¢ndose bajo condiciones de laboratorio. Pero no se experimentar¨ªa en la calle.
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