Mentira
Es abrumadora la lista de sin¨®nimos de la palabra mentira: bola, cuento, embuste, enga?ifa, enga?o, farsa, fraude, patra?a, tr¨¢pala, trola chapuza, falsedad, supercher¨ªa... De todo eso tenemos llenos los escenarios que habitamos, las ciudades que mantenemos como decorados de recuerdo, m¨¢s que como resultado de la aventura de vivirlas consecuentemente, de hacerlas respirar el aire de cada tiempo y dejar en ellas la capacidad de riesgo, la aventura de la creatividad, el derecho a transformarlas que cada generaci¨®n tiene, junto a la obligaci¨®n c¨ªvica y trascendente de cuidar y mantener en el tiempo, siglo tras siglo y tentaci¨®n tras tentaci¨®n, lo que ha ido haciendo diferente y ¨²nica cada ciudad.
Sevilla es ciudad de exigencia conservacionista, como todas las ciudades hermosas. Pero esa exigencia no siempre se cumple con la racionalidad y la valent¨ªa que el reto requiere, sino que se la pone en circunstancia de mentira, de falsedad. Los aficionados a la mentira de la ciudad nos abruman con edificios huecos de contenido, traicionados por la puesta de conservar la dudosa verdad de una fachada que, por perder, alguna vez ha llegado a perder gravemente el equilibrio.
Es mentira una ciudad que no se atreve a derribar lo que no aporta nada, que castra la necesidad de hacerse en el presente, de dejar en ella constancia de que, quienes aqu¨ª estamos, vivimos comprometidos con el presente y las corrientes que los traspasan para hacerlo distinto de cualquier tiempo vivido.
Me dio por pensar estas cosas al o¨ªr ayer en la radio a un miembro del Cabildo Catedralicio de Sevilla asegurar que una vez que acabe la restauraci¨®n del Giraldillo, debe exponerse al p¨²blico y mantener la copia en el lugar del original donde, por cierto, con m¨¢s valent¨ªa y m¨¢s sentido de compromiso con el presente, alguien habr¨ªa podido arriesgarse a proponer hacer un nuevo Giraldillo, un Giraldillo del siglo XXI. S¨®lo en ese caso habr¨ªa tenido sentido exponer abajo, en cualquier lugar de la catedral el Giraldillo tradicional. Si el deseo del Cabildo se consuma, mantendremos definitivamente otra mentira en la ciudad, est¨¢ vez en todo lo alto de la Giralda.
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