La memoria de un tiempo
Las Cortes Valencianas acaban de editar una Memoria gr¨¢fica del Autogobierno. Dos d¨¦cadas de Estatuto 1982-2002. Seg¨²n la presidenta de la C¨¢mara, Marcela Mir¨®, la obra 'permite recrear a la perfecci¨®n (...)una ¨¦poca pasada' as¨ª como 'la intrahistoria colectiva del pueblo valenciano'. Tales han podido ser sus ambiciosos prop¨®sitos, pero muy otra cosa es que los haya alcanzado, si bien me parece justo aplaudirle la bondad del intento. Como ella misma observa, no menudean este g¨¦nero de aportaciones evocativas de la imagen de unos a?os pol¨ªticamente densos y decisivos para el desarrollo y consolidaci¨®n auton¨®mica del pa¨ªs.
Como era de esperar, no se han demorado las cr¨ªticas de quienes, testigos de aquellos acontecimientos, entienden que la obra ha valorado sesgadamente e incluso secuestrado algunos de aquellos episodios. A m¨ª tambi¨¦n me lo parece, e incluso me resulta chocante la recia vocaci¨®n estatutaria que se percibe en la derecha ind¨ªgena si nos atenemos a este recull fotogr¨¢fico. De sobra es sabido que se apunt¨® tarde, con remilgos o resuelta aversi¨®n al proceso auton¨®mico. Asimismo, entre las docenas de personajes que se reproducen en esta imaginer¨ªa pol¨ªtica no se constata la de unos cuantos con m¨¦ritos sobrados para comparecer tanto como para ayudarnos a comprender las entretelas de esta historia. Pienso, por ejemplo, en Vicent Ventura, Ernest Lluch o Eliseu Climent, ausentes en esta recuperaci¨®n gr¨¢fica poblada de numerosos transe¨²ntes ef¨ªmeros. En todo caso, habremos de admitir la dificultad que supone elaborar un documento como ¨¦ste complaciendo a todos por igual. El PP, que ampara la edici¨®n, lo rememora as¨ª y eso es lo que hay.
Sin embargo, al margen y por encima de la objetividad cuestionada de la obra, de su conjunto se desprende que a lo largo de estos cuatro lustros se ha producido un relevo generacional del censo pol¨ªtico. Unos ya cr¨ªan malvas, otros se cortaron la coleta como actores de la vida p¨²blica, los hay que han cambiado de obediencia partidista y todos se han cargado con cuatro lustros. Quiero decir que apenas quedan resistentes en activo de aquella ¨¦poca que se quiebra, por citar una fecha, en los 90. Ya es otra clase pol¨ªtica la que est¨¢ a pie de obra.
Comprendemos que es arbitrario comparar aquel universo humano y partidario con el que hoy nos gobierna. Eran y son muy otras las circunstancias y las motivaciones. Tambi¨¦n los talantes, consecuentemente. Pero si obviamos por un momento estos condicionamientos, ?es posible contraponer aquellos colectivos pol¨ªticos con los que hoy cortan el bacalao desde el poder y su oposici¨®n? Es una invitaci¨®n para los soci¨®logos, pero a falta de su dictamen creo que de las im¨¢genes que se nos ofrecen y otras constataciones podemos concluir que a lo largo de estas dos d¨¦cadas la izquierda se ha estado batiendo en retirada en tanto como la derecha no ha cesado de tonificarse. Apenas queda nada de aquella vieja guardia progresista y reivindicativa. Tanto es as¨ª que hojear esta memoria gr¨¢fica que glosamos desde el bando perdedor, adem¨¢s de avivar los recuerdos necrol¨®gicos y alg¨²n que otro trance ¨¦pico, nos sume en la depresi¨®n por la nostalgia de lo que fuimos y la desesperanza resignada en la que estamos.
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