Deseos
No tire el dinero. Ese euro que usted arroja despreocupadamente por encima de su hombro puede hacerle da?o en la cabeza al buzo profesional que espera pacientemente dentro de la fuente o pozo de los deseos para recogerlo. Pi¨¦nselo bien, y, en caso de arrojar la moneda, zamb¨²llase en el agua una vez consagrado el ritual, para tomarse una ca?ita. Aunque, bien mirado, puede que sea usted uno de aquellos que, a pesar de todo, creen en los deseos. Hay otros creyentes, justo es reconocerlo, que piden la felicidad cuando depositan las moneditas en el banco, en lugar de lanzarlas a la fuente. Ser¨ªa l¨ªcito preguntarse si no ser¨¢n, en el fondo, tan ingenuos los unos como los otros.
Vale. Usted no es de esos. Pongamos que usted no ha recuperado la moneda con arrepentimiento y que ha formulado su deseo. Si espera que le toque la loter¨ªa, y, de hecho, va y le toca, deber¨ªa empezar a hacer algo para no perder a sus amigos, sobre todo si es usted amigo m¨ªo. Lo mejor para conservar sus amistades es repartir, en la medida de lo posible y seg¨²n las necesidades de cada uno, los euros que a todo el mundo le hacen tanta falta.
Si nos tocase ese mont¨®n de euros a usted y a m¨ª -no se r¨ªa, caballero- podr¨ªamos desvincularnos por fin de ese descalabro de familias, de ese 52,1% de hogares que tienen dificultad para llegar a fin de mes. El euro nos ha salido caro, pero es que est¨¢bamos despistados con la rodilla de Ronaldo.
Rodillas aparte: pida un deseo. Si los deseos no se cumplen, puede que se cumplan, precisamente, aquellos que no se desean. Intente no desear lo que desea. No es f¨¢cil, ?verdad? Entr¨¦nese, porque, seg¨²n los or¨¢culos, esta va a ser una ¨¦poca contradictoria. El truco consiste en disimular lo que se desea para enga?ar a la suerte. Pero no siempre resulta. Creo que fue Rilke el que dijo que hay deseos que duran toda la vida, y que por esa raz¨®n no puede esperarse su cumplimiento jam¨¢s. Disc¨²lpenme, pero menudo cabr¨®n.
Quiz¨¢s usted, por el bien de todos, deseaba profundamente que la previsi¨®n del Gobierno sobre el crecimiento y el d¨¦ficit cero fuera acertada. Acaso no ha sido as¨ª porque no arroj¨® ninguna moneda a ninguna fuente. O quiz¨¢s porque s¨ª lo hizo, qui¨¦n sabe. El caso es que el precio de la vivienda ha crecido en un 48% en los ¨²ltimos tres a?os. En las calles del Pa¨ªs Vasco, haciendo c¨¢lculos, uno gasta aproximadamente un 30% m¨¢s de lo que gastaba antes de la llegada del euro, llevando el mismo ritmo de vida. Visto el panorama, tal vez sea el mejor momento para pedir deseos, para arrojar nuestras moneditas a ese pozo oscuro, o a esa fuente cantarina, o a ese charco naciente, y vaciarnos totalmente los bolsillos, porque ya se sabe que cuantas m¨¢s veces se pide un deseo m¨¢s probabilidades hay de que se cumpla, pues cada chapa es como un cup¨®n de t¨®mbola.
Por descontado, en materia de deseos no se admiten reclamaciones. Usted s¨®lo ha pagado por su esperanza. En previsi¨®n de alguna que otra decepci¨®n, no est¨¢ de m¨¢s recordar aquella fuente de pueblo cuya placa rezaba: 'No arroje monedas. Los deseos no se cumplen'.
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