'El gran dictador', de Chaplin, se repone en 200 salas en Francia

Si hoy Hitler invadiese de nuevo Francia enloquecer¨ªa: El gran dictador, el filme de Charles Chaplin cuya proyecci¨®n no autorizaron ni ¨¦l, Adolf Hitler, ni Benito Mussolini, ni Francisco Franco, se repone en 200 salas. La operaci¨®n es fruto de una iniciativa del productor, exhibidor y distribuidor Marin Karmitz, que ha comprado los derechos mundiales del t¨ªtulo citado, adem¨¢s de Tiempos modernos, Candilejas, Luces de la ciudad, El chico, Monsieur Verdoux o de La quimera del oro, todas cintas m¨ªticas de Charlot.

Todos los t¨ªtulos ser¨¢n objeto de reedici¨®n en DVD y algunos de ellos conocer¨¢n la suerte de El gran dictador, es decir, una nueva salida en sala. 'Todos los grupos estadounidenses iban detr¨¢s de los derechos de Chaplin', explicaba Karmitz al Journal du Dimanche, 'pero yo ten¨ªa en la manga un as: haber reeditado toda la obra de Fran?ois Truffaut. Los hijos de Chaplin, cuando vieron c¨®mo ser¨ªa tratada la obra de su padre, decidieron cerrar el trato conmigo'.

Chaplin estaba convencido de que 'no hace falta ser jud¨ªo para ser antinazi'

En su versi¨®n DVD, El gran dictador va acompa?ado de un documental sobre el rodaje filmado en color por Sidney Chaplin e in¨¦dito hasta el ¨²ltimo festival de Berl¨ªn. Adem¨¢s la reposici¨®n de la cinta tambi¨¦n ha servido para que Karmitz produjera un mediometraje en el que diversos cineastas -desde Martin Scorsese a Nani Moretti, pasando por Claude Chabrol- expongan las razones de por qu¨¦ Chaplin ha sido el hombre con el que descubrieron el cine.

El gran dictador, que clausurar¨¢ en Espa?a la Semana de Cine de Valladolid el pr¨®ximo 2 de noviembre, es una obra de gestaci¨®n dif¨ªcil, cuya realizaci¨®n se intent¨® frenar para no irritar a Hitler. 'Los jud¨ªos sufrir¨¢n m¨¢s si el filme existe' le dijeron a Chaplin un grupo de productores jud¨ªos estadounidenses. Pero el cineasta sab¨ªa 'que no hace falta ser jud¨ªo para ser antinazi' y puso en pie su f¨¢bula, el enfrentamiento entre un modesto barbero jud¨ªo y su clon, un tirano que responde al nombre de Hynkel. El rodaje comenz¨® seis d¨ªas despu¨¦s de que las tropas de Hitler invadiesen Polonia, dur¨® un a?o y medio y cuando la pel¨ªcula se estren¨® permaneci¨® durante 15 semanas ininterrumpidas en la misma sala de Nueva York.

Si en vez de Hitler fuese Videla quien se asomase por Par¨ªs, tambi¨¦n tendr¨ªa un disgusto. Invasi¨®n, la cinta que Hugo Santiago realizara en 1969 con gui¨®n de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, tambi¨¦n es objeto de reposici¨®n. Para Videla y sus compa?eros de armas, es un milagro: en 1978, en plena dictadura, decidieron hacer 'desaparecer' la pel¨ªcula, secuestraron ocho de las doce bobinas de negativo y las destruyeron. Eran im¨¢genes premonitorias, que mostraban a militares dando un golpe de Estado, torturando y asesinando.

Videla y los suyos quisieron acabar con ¨¦l. Ahora Hugo Santiago, con la ayuda econ¨®mica del Centre National de la Cinematographie y de unas copias salvadas de milagro, ha podido restaurar la pel¨ªcula y, por una vez, un desaparecido resucita.