Riscos y buenas vistas
Este bello balc¨®n de La Pedriza alude a la cabra mont¨¦s, barrida de la sierra en el siglo XIX y reintroducida en 1990
A finales del siglo XIX, un cazador abat¨ªa en el valle del Lozoya la que quiz¨¢ fuese la ¨²ltima cabra mont¨¦s que coleaba en nuestra sierra. En 1911, por si hab¨ªa dudas, un naturalista que casualmente se llamaba Cabrera certificaba la extinci¨®n de la especie en el Guadarrama.
As¨ª, esta sufrida bestezuela, cuyas tatarabuelas hab¨ªan colonizado los riscos m¨¢s inh¨®spitos de Espa?a procedentes de los riscos m¨¢s inh¨®spitos del suroeste de Asia, demostrando una resistencia y una conformidad merecedoras de elogios, y no de balazos, desaparec¨ªa oficialmente del mapa madrile?o sin dejar m¨¢s rastro que alg¨²n top¨®nimo malsonante.
El collado del Cabr¨®n es uno de esos top¨®nimos. Este portacho de la Pedriza, que se abre a 1.303 metros de altura en las estribaciones meridionales de las Milaneras, era ya conocido con ese nombre por los cazadores medievales.
La senda permite gozar de un soberbio panorama del alto Manzanares
En el Libro de la monter¨ªa, de mediados del siglo XIV, se dec¨ªa que aqu¨ª deb¨ªan acechar las armadas -los tiradores de la ¨¦poca- las piezas que levantaban las vozer¨ªas -con gritos, cencerros y tambores- situadas en la pe?a del Yelmo y el collado de la Silla, los cuales se ven justo a naciente de maravilla. En aquellos d¨ªas, empero, era el oso el trofeo m¨¢s codiciado, a tal punto que su extinci¨®n precedi¨® en dos siglos a la de la cabra mont¨¦s.
No es probable que los osos vuelvan a pisar la Pedriza, ni aunque les ofrezcan toda la miel de Espa?a. Las acomodadizas cabras, en cambio, han aceptado la invitaci¨®n a la primera.
Entre 1990 y 1992 se trajeron 50 ejemplares de la sierra abulense de Gredos y del valle salmantino de las Batuecas; hoy ya son m¨¢s de 400. Aunque es cierto que prefieren las bre?as m¨¢s apartadas y las madrugadas, no es tan dif¨ªcil observarlas como dicen. Nosotros nos las hemos tropezado en parajes como el Roc¨®dromo o los Llanillos, que tienen de apartado lo que la calle de Preciados. El collado del Cabr¨®n es, pues, un lugar tan bueno para verlas como otro cualquiera.
Desde el aparcamiento de Canto Cochino, cruzaremos el Manzanares por un puente de madera y subiremos a la izquierda para, acto seguido, volver a desviarnos a esa mano por una senda se?alizada con trazos de pintura blanca y amarilla sobre los pinos resineros.
Media hora ascenderemos por este espeso bosque, sin ver m¨¢s all¨¢ de los troncos negruzcos, hasta que, nada m¨¢s superar una bifurcaci¨®n en 'i' griega y dos bruscas revueltas, la senda se allane, el terreno se despeje y nosotros gocemos de un soberbio panorama del alto Manzanares, encajado entre la sierras de la Maliciosa y del Franc¨¦s.
En este breve tramo desarbolado se puede dejar moment¨¢neamente la senda para trepar cerca de un cuarto de hora por la m¨¢xima pendiente hasta salir a la cresta inmediata, donde descuella una de las pe?as m¨¢s curiosas de la Pedriza. Se trata del C¨¢liz, un berrueco en forma de cop¨®n -fino de pie y asaz cabez¨®n- al que ni siquiera las cabras, con sus pezu?as dotadas de borde c¨®rneo y almohadilla esponjosa, pueden so?ar con encaramarse.
Si bien existen trochas que llevan directamente desde el C¨¢liz al collado del Cabr¨®n, mejor que hacer el ¨ªdem por estos canchales ca¨®ticos ser¨¢ volver a la senda se?alizada y continuar por ella para alcanzar c¨®modamente nuestro destino como a unas dos horas del inicio.
Veamos o no al estoico cornudo (y anta?o apaleado) que le da nombre, lo que es seguro es que, en estos meses oto?ales, y a poco que hayamos madrugado, sentiremos los testarazos de los machos en celo resonando con n¨ªtido eco en las llambrias.
Por el lado contrario del portacho se ven de cine el macizo del Yelmo y el collado de la Silla, y por debajo de ¨¦stos, la mole esf¨¦rica del Tolmo y el refugio Giner. Tambi¨¦n por ese lado, y en una hora m¨¢s -tres en total-, regresaremos siguiendo una vereda zigzagueante que desciende a la vaguada del arroyo de la Dehesilla, afluente del Manzanares. A dos pasos, aguas abajo, queda Canto Cochino.
Reservado para madrugadores
- D¨®nde. Manzanares el Real, capital de La Pedriza, dista 53 kil¨®metros de la Puerta del Sol y est¨¢ bien comunicado por la autov¨ªa de Colmenar (M-607), tomando la M-609 pasado el kil¨®metro 35 y luego la M-608 a mano izquierda. Para llegar al aparcamiento de Canto Cochino hay que salir de Manzanares hacia Cerceda (M-608) y tomar el primer desv¨ªo a mano derecha. Hay autobuses hasta Manzanares el Real (tel¨¦fono 91 359 81 09) desde la plaza de Castilla.
- Cu¨¢ndo. Paseo circular de nueve kil¨®metros -incluida la desviaci¨®n para ver el C¨¢liz- y tres horas de duraci¨®n, con un desnivel de 400 metros y una dificultad baja, recomendable en oto?o e invierno por ser las ¨¦pocas en que mayor actividad diurna despliegan las cabras. Conviene madrugar, m¨¢xime estando reservado el acceso a La Pedriza a los primeros 250 veh¨ªculos.
- Qui¨¦n. El Centro de Educaci¨®n Ambiental del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (tel¨¦fono: 91 853 99 78) proporciona informaci¨®n sobre sendas se?alizadas en La Pedriza y organiza excursiones gratuitas con gu¨ªa. Est¨¢ abierto todos los d¨ªas de 10.00 a 18.00.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: mapa La Pedriza del Manzanares, a escala 1:15.000, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38).
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