Un maestro en Alemania
?Vaya pedazo de novela! Un cuadro apocal¨ªptico sobre el sinsentido de la historia y la impotencia del arte, escrita con ira y sin concesiones, propulsada con vigor por la pl¨¦tora de ideas; una apolog¨ªa de la libertad; un desaf¨ªo a los tab¨²es burgueses de un escritor que registra atentamente lo que le rodea; que trata de pol¨ªtica porque le ata?e, porque sabe que ah¨ª se juega la libertad. Esto es Muerte en Roma, la ¨²ltima y m¨¢s excitante novela de la trilog¨ªa de los a?os del 'milagro alem¨¢n'. Koeppen cont¨®, en una entrevista, que despu¨¦s de haber pasado unos d¨ªas en la capital italiana, volvi¨® con el libro en la cabeza. No hab¨ªa hecho apuntes, no exist¨ªan notas; se fue a su pueblo, se encerr¨® en la habitaci¨®n de un hotel y la escribi¨®.
MUERTE EN ROMA
Wolfgang Koeppen Traducci¨®n de Carlos Fortea RBA. Barcelona, 2002 205 p¨¢ginas. 14 euros
MORT A ROMA
Wolfgang Koeppen. Traducci¨®n al catal¨¢n de Pilar Estelrich La Magrana. Barcelona, 2002 208 p¨¢ginas. 14 euros
Autodidacta, de origen humilde, Koeppen (Greifswald, 1906-M¨²nich, 1996) hab¨ªa irrumpido con fuerza en el panorama literario alem¨¢n de posguerra, pero fue silenciado. Ten¨ªa un estilo propio -aprendi¨® de Joyce y Dos Passos- y una visi¨®n: el mundo como pandemonio. Ten¨ªa un escenario, la ciudad despu¨¦s de la guerra, y un tiempo, la vertiginosa actualidad. Despu¨¦s de haber analizado en 1951 el desconcierto y los miedos de los alemanes en Palomas en la hierba, despu¨¦s de haber se?alado en 1953 la remilitarizaci¨®n y la muerte del pacifismo en El invernadero, presentaba en 1954 con Muerte en Roma un pan¨®ptico del legado de violencia que dej¨® el nazismo.
Para ello reuni¨® en Roma, en circustancias deliberadamente inveros¨ªmiles, una serie de personajes fantasmales, pero muy concretos: Siegfried Pfaffrath, joven compositor dodecaf¨®nico, sacudido por 'el temor a la existencia', que llega para estrenar una sinfon¨ªa; su protector, el c¨¦lebre director de orquestra K¨¹renberg y su esposa jud¨ªa, guardianes inquebrantables de una cultura cosmopolita, que fueron expulsados de Alemania por los nazis; el padre de Siegfried, antiguo gobernador nazi trocado ahora en alcalde democr¨¢tico, acompa?ado por su mujer, su hijo y su hermana Eva, que sigue llevando luto por el F¨¹hrer. La familia Pfaffrath viene para preparar la vuelta del cu?ado, el antiguo general nazi Judejahn, carnicero vocacional, fugado a un pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo. Y finalmente se une Adolf, el hijo de Judejahn, di¨¢cono atormentado que busca refugio en el seno de la Iglesia.
Entre todos ejecutan un atrope-
llado baile de la muerte, donde el odio, la ambici¨®n y los resentimientos marcan el comp¨¢s. El conflicto generacional choca con el instinto de sobrevivencia en los nuevos tiempos. Para los padres es la lucha por el poder, mientras los hijos pugnan por liberarse de los padres. Las im¨¢genes de Roma, sacadas de una pel¨ªcula de Vittorio de Sica, ponen el fondo id¨®neo, ya que Koeppen elige el lugar por antonomasia del poder, ensangrentado por c¨¦sares y pont¨ªfices, que el paso de los siglos ha convertido en piedra, en hermosas obras de arte y en bella arquitectura. La muerte est¨¢ representada por Judejahn, que viaja en una limusina negra, 'un oscuro ata¨²d centelleante', con un gato callejero llamado Benito, en homenaje al Duce, con quien el general pase¨® por la ciudad. Judejahn, ahora entrenador militar de los hijos del desierto y traficante de armas, hace en la suite del hotel balance de su vida: '?l era alguien, Judejahn, siempre hab¨ªa sido alguien y volv¨ªa a serlo. Pod¨ªa permitirse alojarse aqu¨ª y disfrutar del recuerdo de sus grandes d¨ªas: bajo este techo hab¨ªa residido, desde aqu¨ª hab¨ªa enviado embajadores al Palazzo Venezia, en el vest¨ªbulo de esta casa hab¨ªa ordenado fusilar a los rehenes'.
Su contrafigura es Siegfried, ¨¢lter ego del autor, Aschenbach moderno que mantiene una distancia ir¨®nica con todos, incluso consigo mismo. Le domina el sinsentido, que lo convierte en un ser automarginado, incapaz de simular participaci¨®n en el culto a la belleza del arte que practica el vitalista K¨¹renberg. Por las mismas razones, no puede sentir odio contra los asesinos, ni contra su t¨ªo Judejahn, la figura tenebrosa de su infancia, que ser¨¢ desenmascarado de sus delirios de grandeza. Pero el r¨¦gimen de violencia y destrucci¨®n que levant¨® se perpet¨²a, aunque ¨¦l baja a los infiernos: 'Parec¨ªa como si hubiera mecenas innominados, silenciosos benefactores de la Humanidad o discretos amigos de la Muerte, que corr¨ªan con los gastos de abastecer de armas a peque?os pueblos valerosos, pa¨ªses de escaso patrimonio, para que el riesgo de la guerra no se extinguiera ni en las circunstancias m¨¢s marginales. Se manten¨ªa el ascua de la guerra. Quiz¨¢ la chispa saltara un d¨ªa y volviera a inflamar el mundo'.
Una prosa art¨ªstica como la de Koeppen representa un reto para la traducci¨®n. Se nutre de un vocabulario riqu¨ªsimo que mezcla el lenguaje culto de los cl¨¢sicos con el galimat¨ªas nacionalista y militarista de los ide¨®logos de 'sangre y fuego', y la groser¨ªa de la jerga callejera. Su ritmo, su musicalidad, la belleza de sus periodos sint¨¢cticos, son muy dif¨ªciles de reproducir, aunque no sucede lo mismo con la extraordinaria variedad de su vocabulario, que aqu¨ª ha desembocado lamentablemente en un castellano reducido y llano.
La voz de una 'generaci¨®n perdida'
CON LA MUERTE de Wolfgang Koeppen en 1996, se esfum¨® la leyenda de la gran novela en la que se le supon¨ªa trabajaba desde hac¨ªa cuarenta a?os. Como consecuencia de los ataques y malentendidos que provoc¨® su trilog¨ªa sobre los turbios comienzos de la Rep¨²blica Federal Alemana, con la que hab¨ªa intentado desentumecer la conciencia de sus conciudadanos, Koeppen se retir¨® en los a?os setenta al silencio. El pesimismo hab¨ªa sustituido poco a poco su fe en el efecto social de la literatura. Ya en 1952, en su ensayo sobre Los miserables escribidores, hac¨ªa suya una frase de Karl Kraus: 'Quien tenga algo que decir que se levante y calle'.
Koeppen hablaba de su generaci¨®n como de una 'generaci¨®n perdida'. Educado en el esp¨ªritu idealista y tolerante del vibrante mundo literario berlin¨¦s de los a?os veinte, public¨® dos novelas a mediados de los a?os treinta, ignoradas en la Alemania nazi. Pas¨® la guerra en la clandestinidad, al final escondido en el s¨®tano de una granja. Esta experiencia se refleja en Anotaciones de Jakob Littner desde un agujero de tierra, el testimonio de un jud¨ªo, publicado en 1948 bajo el nombre del personaje. En 1992 fue reeditado con la firma de Koeppen.
En 1951 sali¨® a la luz la primera de sus tres novelas que le aportaron su tard¨ªa fama mundial. Palomas en la hierba es el retrato desilusionado de la sociedad alemana en la ¨¦poca de la recuperaci¨®n econ¨®mica y de la restauraci¨®n pol¨ªtica. Confrontaba a los alemanes con lo que menos quer¨ªan conocer: la desagradable verdad sobre su pa¨ªs reci¨¦n levantado de las ruinas. El verdadero revuelo se desat¨® en 1953 con El invernadero, la denuncia agresiva de la pol¨ªtica de rearme del nuevo gobierno en Bonn, cuando los antiguos nazis recuperaban sus posiciones. La recepci¨®n de la obra de Koeppen es uno de los cap¨ªtulos m¨¢s vergonzosos de la historia de la literatura de posguerra. Muerte en Roma, de 1954, le granje¨® adem¨¢s el calificativo de porn¨®grafo pervertido. A partir de entonces, Koeppen se limit¨® a escribir libros de viajes, que conformaron su aportaci¨®n literaria en los a?os sesenta.
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