Una vida de trabajo lejos de la hero¨ªna
'Yo no nac¨ª aqu¨ª, sino en Burguillos del Cerro [Badajoz], pero he pasado toda mi vida en Madrid, aunque sigo teniendo el acento de all¨ª. Me vine cuando ten¨ªa 12 a?os, cuando consegu¨ª mi primer trabajo'. Josefa Mahugo Hern¨¢ndez se despidi¨® de sus padres, Apolonio y Justa, y de sus nueve hermanos, y se fue a la capital. Dorm¨ªa en R¨ªos Rosas con una t¨ªa suya que ya ha muerto, y de d¨ªa limpiaba en la casa de un matrimonio jubilado. 'Me trataban como a una hija, porque yo era muy jovencita. Pero por las noches lloraba mucho, porque echaba de menos a mis padres y a mis hermanos'.
Despu¨¦s trabaj¨® en varias casas limpiando, y cuando ten¨ªa 17 a?os se cas¨® con su primer marido, con el que estuvo viviendo 15 a?os. Tuvieron tres hijos, pero despu¨¦s se divorciaron. Luego conoci¨® a Antonio, pero aunque nunca se casaron lo considera su marido: 'No nos hemos casado porque no necesitamos papeles para estar juntos. ?l es lo m¨¢s importante de mi vida, igual que mis hijos'. Ellos, y sus tres nietos.
Ahora viven en un piso del Ivima, en el Alto del Arenal (Vallecas). ?l est¨¢ desempleado y ella tiene contrato de limpiadora en dos empresas, aunque ahora est¨¢ de baja porque hace un a?o sufri¨® un accidente laboral y se lesion¨® la columna. Josefa apenas recuerda ahora c¨®mo era su vida cuando Antonio era consumidor de hero¨ªna. Se considera una persona normal, como otras tantas que viven en su barrio. Sin las c¨¢maras de televisi¨®n detr¨¢s, Pepi pasa inadvertida por la calle dentro de un abrigo marr¨®n que le llega casi hasta las rodillas, mientras camina tranquila luchando por que el viento no despeine su pelo corto.
Hace 14 d¨ªas supo que tendr¨ªa que ingresar en la c¨¢rcel. 'Es que no hay derecho a que se me descoloque ahora la vida, que tenga que ir a la c¨¢rcel ahora precisamente, despu¨¦s de tantos a?os'. Ocultos tras las gafas, los ojos de Josefa se empa?an cuando piensa en c¨®mo ser¨¢ su vida presa. 'Si hab¨ªa que hacer justicia, ten¨ªan que haberla hecho a su debido tiempo, no ahora, que tenemos una vida normal. Esto es una pesadilla muy gorda'.
Desde que recibi¨® la notificaci¨®n de la Audiencia sue?a con terminar de pintar su casa, que su marido mejore, ver nacer a otros dos nietos y poder pasar los fines de semana en casa, como ella dice, hecha 'una maruja'.
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