Picasso vuelve a casa
Un hombre camina por el oto?o malague?o. Junto a ¨¦l, su hijo. Desdoblan esquinas en un zigzag ya familiar que les lleva a un gran edificio al que alg¨²n visionario bautiz¨® con el prof¨¦tico nombre de Palacio de Buenavista. All¨ª, el hombre se detiene ante el primero de los muchos cuadros que cuelgan de las paredes y suelta una breve parrafada. Luego, el silencio y, al rato, la b¨²squeda de un nuevo cuadro.
El ni?o escucha callado, con los ojos muy abiertos. Unos ojos capaces de abrir un siglo en canal, dispuestos a franquear muros de piedra, de miedo y de nada, unos ojos insaciables que comienzan a beberse el mundo. Unos ojos a los que nada de lo humano resultar¨¢ ajeno. Aquel hombre es Jos¨¦ Ruiz, conservador del Museo Municipal. Aquel palacio, el lugar que hemos elegido para exponer las obras que con el tiempo cre¨® aquel ni?o: Pablo Ruiz Picasso.
Hoy, 25 de octubre de 2002, d¨ªa en que se cumple el 121 aniversario del nacimiento del artista, es el momento para recordar que falta justo un a?o para la apertura del Museo Picasso M¨¢laga. Cuando hayan pasado estos doce meses, el Gobierno andaluz habr¨¢ dedicado ingentes esfuerzos a transformar el viejo palacio de Buenavista en uno de los grandes centros de la cultura de nuestra comunidad. Veremos obras del maestro repartidas por 8.200 metros cuadrados en un itinerario pl¨¢stico que brindar¨¢ al visitante una visi¨®n panor¨¢mica de la peripecia vital picassiana, que es lo mismo que decir de la historia del arte del siglo XX.
En esta tarea que venimos realizando con el inter¨¦s y el mimo de los grandes acontecimientos hemos contado con la cooperaci¨®n de la familia, plasmada en las personas de Christine y Bernard Picasso, protagonistas del generoso gesto de donar las obras que podr¨¢n verse en M¨¢laga. La nuera y el nieto del maestro han querido ser fieles a la voluntad de Picasso y han contribuido a que en estos momentos nos encontremos afrontando la recta final de un sue?o que redundar¨¢ en beneficio de todos los andaluces. En repetidas ocasiones, Picasso manifest¨® su deseo de estar presente en su tierra natal, pero razones hist¨®ricas y pol¨ªticas de todos conocidas impidieron que sus aspiraciones se convirtieran en una realidad. Los lazos que le unieron a Andaluc¨ªa, a M¨¢laga, nunca se rompieron del todo y el nacimiento de este gran centro de arte andaluz viene a resta?arlos para siempre.
Este proyecto no ser¨ªa del todo coherente con el esp¨ªritu del autor de Las se?oritas de Avignon si no tuviera desde el inicio la decidida vocaci¨®n de estimular el lenguaje contempor¨¢neo entre los creadores andaluces, grandes animadores siempre de la modernidad art¨ªstica de nuestro pa¨ªs. En el nuevo museo encontrar¨¢n una ventana para seguir aportando propuestas nacidas en la encrucijada -geogr¨¢fica y cultural- de Andaluc¨ªa. Ser¨¢, y creo que debemos estar todos orgullosos de ello, el primer museo auton¨®mico propiamente dicho.
Esta gran operaci¨®n, en pleno casco hist¨®rico de la capital de la Costa del Sol, es un gesto de bienvenida, el abrazo de un pueblo a un hombre que envejeci¨® lejos de su luz. El nuevo museo viene a sumarse a un gran itinerario internacional picassiano del que ya forman parte el Museo Picasso de Par¨ªs y el de Barcelona, y lo hace aportando una singularidad que probablemente lo hace ¨²nico: su nacimiento responde a la propia voluntad expresada por el gigante de las artes pl¨¢sticas de nuestro tiempo. La voluntad de volver a los pasillos donde, siendo un ni?o, aprendi¨® a beber el mundo con los ojos.
Carmen Calvo es consejera de Cultura.
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