Hay que financiar la ruina
Hay que felicitar por el ¨¦xito a cuantos han colaborado en la bien organizada campa?a para preservar la ruina de debajo del mercado del Born -y evitar la construcci¨®n de la peligros¨ªsima e in¨²til biblioteca-, pese a la oposici¨®n manifiesta de esos vecinos insolidarios que han empapelado el barrio con pancartas reclamando 'Menos demagogia y m¨¢s coherencia: biblioteca en el Born' y pese al sentido com¨²n, que insiste, el muy pu?etero, en que esa ruina del siglo XVIII carece de valor cient¨ªfico, cultural o hist¨®rico. ?A qui¨¦n le importa lo que piensen los vecinos y lo que dice el sentido com¨²n cuando se trata de otra cosa? Pues de lo que se trataba aqu¨ª -todos lo entendieron desde el principio- no era de conveniencia p¨²blica o del valor del yacimiento, sino de valor a?adido.
La campa?a del Born, lejos de concluida, no ha hecho m¨¢s que empezar. Habr¨¢ que destinar buenos dineros para preservar la nada
Ahora aqu¨ª habr¨¢ dinero para repartir, buen dinero de los contribuyentes que est¨¢n pierniabiertos y gritando: '?T¨®mame, patriota!'. Los profesores y arque¨®logos que m¨¢s hayan comprometido su solvencia profesional en la campa?a de preservaci¨®n de la nada; los que m¨¢s embeleso hayan mostrado ante los restos de acequia y la bala de ca?¨®n y otros derelictos que piadosamente no mencionar¨¦, compar¨¢ndolos con Pompeya y Herculano, con ?feso y Herakleia; los que m¨¢s alto hayan hablado ante las autoridades para avisarlas de que en caso de no respetar cada pedrusco del socav¨®n se atuvieran a las consecuencias; en fin: los que m¨¢s se han currado el pesebre, esos son los primeros que tienen que pasar por caja cuando empecemos a destinar millones de euros a la conversi¨®n del Born en una destacada atracci¨®n del parque tem¨¢tico victimista, que es de lo que se trataba desde un principio. La ruina para el que se la trabaja. A los dem¨¢s, hay que darles las gracias por revelar el nivelazo de la intelligentzia local. Se os volver¨¢ a llamar cuando hag¨¢is falta para la foto.
Una cari?osa advertencia, sin embargo, a los bizarros paladines de la ruina: la campa?a, lejos de haber concluido, no ha hecho m¨¢s que empezar. Hay que seguir arrimando el hombro, pues aunque no se nos ocurrir¨ªa dudar ni por un segundo de la elevada competencia cultural de nuestras autoridades, entra dentro de lo posible que ¨¦stas hayan cedido sin verdadera, ¨ªntima convicci¨®n y s¨®lo por sacudirse la doble nelson a la que quiz¨¢ se han sentido sometidas. Quiz¨¢ conf¨ªan en que la presi¨®n afloje y el asunto caiga en el olvido. Las arcas p¨²blicas est¨¢n como est¨¢n, hay prioridades m¨¢s urgentes, y a la hora de la verdad las instituciones podr¨ªan mostrarse remisas a financiar la ruina. Que huelan vuestro aliento en su cogote, que sepan que all¨ª donde mord¨¦is no solt¨¢is presa.
El Estado tambi¨¦n puede y debe ser sometido a un buen racketeering: primero, para que no alegue la ruptura de los compromisos para demorar la construcci¨®n de la biblioteca en cualquier otro lugar que se os ocurra; porque si dentro de unos a?os tenemos ruina y no tenemos biblioteca, el tocomocho ser¨¢ demasiado obvio. Segundo, porque vendiendo bien la burra tambi¨¦n se puede involucrar financieramente al Estado en el proyecto ruinoso.
Aqu¨ª ten¨¦is todas las de ganar: si el Estado pica y colabora, miel sobre hojuelas; y si por el contrario se niega a tirar euros al socav¨®n del Born, siempre se puede orquestar una campa?a explicando que Madrid se opone a que recuperemos nuestra historia, ligar el asunto a la involuci¨®n auton¨®mica, la terrible ola de espa?olismo, etc¨¦tera.
En fin, todos estamos de acuerdo con que esa ruina no nos lleva muy lejos, y que para hacerla operativa hay que invertir en ella a lo grande; no basta con llevar a los colegios de visita. Hay que empezar, mejor hoy que ma?ana, a elaborar programas arquitect¨®nicos, culturales e hist¨®ricos, espect¨¢culos de luz y color, teatro, coros y danzas, merchandising. Hay que organizar una fiesta de moros y cristianos con los dos bandos de la guerra de Sucesi¨®n. Qu¨¦ proyecto tan ilusionante. Si lo hac¨¦is bien, si sab¨¦is instruir deleitando, los catalanes seremos m¨¢s catalanes (un ciento diez o ciento veinte por ciento), los inmigrantes paquis y magreb¨ªes del Raval abandonar¨¢n sus colmados y mezquitas y locutorios telef¨®nicos y absurdas preocupaciones para acercarse a conocer nuestro pasado y los turistas olvidar¨¢n playa, paella y Sagrada Familia en beneficio de la ruina. ??nimo, chicos!
Ignacio Vidal-Folch es escritor y periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.