Una imaginaci¨®n desbordante
Poco dir¨¢ al espectador medio el nombre de Hayao Miyazaki o el del estudio Ghibli, la factor¨ªa de animaci¨®n a la que ¨¦l tanto ha aportado. Y sin embargo, las dos ¨²ltimas pel¨ªculas de Miyazaki, sin duda alguna el creador individual m¨¢s influyente de la animaci¨®n mundial en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, se han estrenado comercialmente en Espa?a, bien que con moderado ¨¦xito: la bell¨ªsima fantas¨ªa hist¨®rica con animales Porco Rosso (1992) y la volc¨¢nica narraci¨®n fant¨¢stica La princesa Mononoke (1997). Hay algo en Miyazaki que lo hace instant¨¢neamente interesante para un espectador occidental: la coherencia de su inspiraci¨®n, que se orienta desde siempre hacia las riqu¨ªsimas tradiciones ancestrales niponas y la sutil presencia en sus ficciones animadas de elementos de la cultura europea... algo que comparte con otros grandes del cine de su pa¨ªs, con Akira Kurosawa, sin ir m¨¢s lejos.
EL VIAJE DE CHIHIRO
Director: Hayao Miyazaki. Int¨¦rpretes: pel¨ªcula de animaci¨®n. G¨¦nero: animaci¨®n fant¨¢stica, Jap¨®n-Corea del Sur, 2001. Duraci¨®n: 125 minutos.
El punto de partida lejano de El viaje de Chihiro, sorprendente Oso de Oro, ex aequo, en el ¨²ltimo festival de Berl¨ªn, no es otro que Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Como Carroll, Miyazaki imagina para su protagonista un viaje fuera del tiempo, penetrando en un negro t¨²nel, en el que el personaje narrador, la ni?a Chihiro, vivir¨¢ la m¨¢s sorprendente aventura, al tiempo que deber¨¢ transitar por las estaciones de un ritual de paso que la llevar¨¢ de la infancia a la adolescencia: de la enfurru?ada inocencia al descubrimiento del amor, y de la p¨¦rdida. Pero si bien el arranque, y hasta algunas peripecias -hay aqu¨ª tambi¨¦n una reina / bruja perversa, por ejemplo-, se relacionan con Carroll, el resto pertenece al riqu¨ªsimo folclor, incluso religioso, de Jap¨®n. As¨ª, Miyazaki imagina un inmenso castillo / balneario de reposo... para dioses y esp¨ªritus incorp¨®reos, los Kami y los Rei de la tradici¨®n nipona, a los que materializa inspir¨¢ndose en parte de la iconograf¨ªa religiosa y festiva aut¨®ctona; e incluso propone un dios sin rostro ni casa, un dios vagabundo, y desvalido en su soledad...
Pero lo que hace de Chihiro un espect¨¢culo desbordante es la torrencial inspiraci¨®n de Miyazaki, el ritmo narrativo que hace de una pel¨ªcula de m¨¢s de dos horas un estimulante ejercicio que pasa en un suspiro, m¨¢s all¨¢ de que se tengan o no las claves, muchas de ellas relacionadas con la historia anterior del estudio Ghibli y de su producci¨®n. Brillante, tierna y terrible, Chihiro es un monumento a la animaci¨®n de nuestros d¨ªas, una de esas pel¨ªculas que huelen a algo que s¨®lo obtiene un pu?ado de t¨ªtulos se?eros: a cl¨¢sico indiscutible, a lecci¨®n perenne.
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